Me desperté a las seis de la mañana. Lip ya no estaba a mi lado y las primeras luces de la mañana se colaban por la ventana del dormitorio. Aquel día llovía, los cristales del balcón estaban mojados y se sentía la humedad en el ambiente. Salí de la cama y me puse una sudadera de Lip. Llevaba el pijama de franela puesto, pero hacía frío. Salí al pasillo y me dispuse a buscar a mi novio. Todo estaba a oscuras. No había ni rastro de él. Ni en el despacho, ni el la cocina, ni en el resto de la casa. Me armé de valor y llamé al despacho de los guardas. ¿Se habría ido ya Lip al trabajo?, ¿Tan temprano?, él solía levantarse temprano, pero no solía irse del apartamento. Jason me abrió, por lo que supe que Lip no estaba en la oficina.
—Buenos días señor Bay—saludó—. ¿En qué puedo ayudarle?
—Todavía es de noche—dije intentando hacer una broma, el chico hizo el amago de reírse, yo asumí mi fracaso y proseguí—. ¿Sabes donde está Lip?
—El señor Steig está en el gimnasio—respondió de inmediato.
— ¿A las seis de la mañana?—respondí incrédulo—. ¿Qué gimnasio está abierto a las seis de la mañana?
El chico me miró fijamente y me estudió durante un momento, como si al igual que yo, él no entendiera mi pregunta y estuviera tan confundido como yo.
—El suyo—respondió al fin.
— ¿Phillip tiene un gimnasio?—pregunté sin poder dejar de estar sorprendido.
—Sí señor, arriba—el chico levantó los ojos y señaló con ellos el techo.
— ¿Arriba?—parecía idiota repitiendo todo lo que el chico me decía, pero no podía evitarlo—. ¿Creía que esta era la última planta?
—No señor Bay, las dos últimas plantas del Harbour son del señor Steig.
— ¿Y ahora está arriba?—pegunté de nuevo—. ¿En su gimnasio privado?
—Sí señor—confirmó el hombre aliviado de que por fin llegara a comprender lo que me decía. Creo que pensó que era idiota. De haber sido al contrario, yo lo hubiera pensado.
— ¿Puedo subir?—pedí permiso.
—No sé señor, no puedo impedírselo—dijo el hombre encogiéndose de hombros. Al parecer aquello era tan nuevo para mí como para él.
—Um, pues vale, ¿me abres entonces?—dije caminando hacia el ascensor. El hombre cruzó el umbral del despacho y me abrió la puerta. Inmediatamente me metí en él—. ¿Le doy arriba?
—Sí señor—dijo el hombre.
— ¿Y no necesito una llave para abrir ahí arriba?—pregunté.
—No, solo se puede abrir desde mi despacho, yo le abriré desde aquí señor Bay—explicó Jason.
Le sonreí mientras asentía con la cabeza y apreté el botón. El ascensor comenzó a elevarse y segundos después se paró una planta más arriba. Me quedé como atrapado unos segundos más. En silencio y emocionado por lo que iba a descubrir de nuevo. Aquel hombre estaba lleno de sorpresas. Por fin, el ascensor pitó y se abrió. Me deslicé suavemente hasta fuera. Aquello era impresionante. Había una piscina en medio de la estancia. Una gran piscina. Mediría más o menos unos quince por quince de grande. Alrededor de ella y sobre un verde suelo acolchado había una innumerable cantidad de máquinas de ejercicio. En un rincón había un cuarto que parecía ser una sauna y también había un jacuzzi justo al lado de la piscina, estaba apagado. Unas grandes cristaleras puestas en rampa hacían resbalar el agua de la lluvia por una parte del techo. Comencé a buscar a Lip y lo encontré acostado en una camilla y levantando pesas en un rincón.
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Los segundos Juegos de Bay
أدب المراهقينTodo parece ir bien entre Bay y Lip, ahora que el multimillonario ha admitido sus sentimientos ante el periodista. Pero un nuevo impedimento saltará a la luz para martirizar a la pareja. Alguien del pasado va a volver para hacer la vida imposible a...