Abrí la boca y la acerqué hasta el panecillo con hamburguesa que me ofrecía aquel hombre. Había caído la noche, y allí hacía un frío que pelaba. Había estado toda la tarde intentando tirar de la tubería oxidada del radiador y había conseguido moverla un poco. El hombre había vuelto hacia media tarde con unas bolsas de comida rápida. Ahora estaba sentado frene a mí, observándome con sus ojos negros impasibles y dándome de comer.
— ¿Quieres agua?—preguntó.
—Por favor—le dije. El chico me acercó la botella a los labios y le dí un trago. Luego volví a morder el pan—. ¿Por qué haces esto?
—Por qué tengo mucho tiempo libre—ironizó molesto—. ¿A ti que te parece?
— ¿Y siempre te has dedicado a esto?—inquirí de nuevo una vez hube tragado.
— ¿Me estás interrogando periodista?—escrutó el hombre de muy malas formas.
—No, solo intentaba sacar conversación—respondí intentando que no se me notara lo nervioso que estaba.
—No lo hagas—ordenó.
Asentí y terminé de comer en silencio. Luego el chico se paró justo a tiempo para coger una llamada en su móvil. Una llamada que supuse que sería de quien le había mandado. No me equivoqué.
— Tú dirás—contestó el hombre. Guardó silencio unos segundos y prosiguió—. Está echo, esta esposado a un radiador.
Guardó silenció durante unos intensos minutos más y yo evité derramar las lágrimas. De aquella llamada dependía mi futuro.
— ¿No quieres que le mate?—preguntó el chico produciendo con ello un nudo en mi estómago. Esperó unos dos minutos más con el alma en vilo—. Y si no quieres que le mate, ¿Qué quieres que haga con él?
Respiré durante un segundo. Al parecer la otra persona le había dicho que no me matara. Aquello era por el dinero de Lip, y estando yo muerto no les servía de nada. Me tranquilicé.
—No, ni hablar—gritó el hombre frente a mí. Abrí más los ojos intentando adivinar que pasaba ahora—. ¿Qué por qué no?, por que es un tío. No pienso tocar de esa forma a un tío.
"Oh Dios mío", pensé. Aquello era mucho peor de lo que imaginaba, le estaban ordenando que me violara. No hizo falta que me lo dijera con las palabras exactas, sus expresión y su negativa me lo hizo entender. Mi esperanza era que el chico siguiera negándose.
—Sí hago esa asquerosidad, tendrás que pagarme más—pidió aquel hombre a la otra persona del teléfono. Una lágrima se resbaló por mi mejilla y el tiempo parecía no avanzar con demasiada rapidez—. Está bien, como tú digas.
El hombre colgó y me miró intensamente. Yo tragué saliva sabiendo que mis esperanzas estaban rotas y esparcidas por aquel mugriento piso. Iba a hacerlo. El chico se arrodilló frente a mí.
—Por favor no lo hagas—pedí llorando ya.
El hombre no dijo nada se limitó a coger el cuello de mi camisa y a tirar de él hacia afuera. Luego miró hacia abajo, hacia mi pecho.
—Por lo menos tienes poco pelo aquí—dijo poniendo cara de asco. Luego se paró, me tapó la boca de nuevo y se dirigió hacia la puerta. Me sentí aliviado hasta que habló de nuevo—. Contigo supongo que harán falta un par de cosas, iré a la farmacia, enseguida vuelvo.
Dicho aquello se marchó otra vez. Esperé unos segundos para comprobar que el chico se había marchado. Luego me armé de coraje. Tenía que conseguir una oportunidad, para evitar mi desgracia a manos de aquel tipo. Me giré cara a la pared y apoyé las piernas en ella. Me agarré con todas mis fuerzas a la barra de la tubería del radiador, y tiré con todas mis fuerzas. Se movió un poco, así que seguí tirando. No podía darme por vencido, tenía que gastar todas mis fuerzas de ser necesario para poder salir de allí. Tiré y tiré, y no me dí por vencido hasta que la tubería cedió y yo caí de espaldas. Estaba dolorido, me dolían lo brazos, las piernas y ahora la espalada. Pero estaba libre, y así, podía tener una oportunidad. Me levanté aprisa y me dirigí hacia la ventana, era muy pequeña, pero cabría por ella. En cuanto la abrí y miré hacia abajo se me fue aquella idea de la cabeza. La salida de emergencia estaba tan vieja y rota como todo lo demás de aquel mugriento edificio. De todos modos abrí la ventana de par en par y el frió de Vancouver me azotó en la cara. Arranqué las cortinas le hice un nudo y las tiré hacia abajo, no tenía ninguna intención de salir por ahí, pero como todas las artimañas sacada de viejas peliculaza que había utilizado antes me habían funcionado, decidí probar suerte nuevamente. Até el otro extremo de las cortinas a la pata de la cama vieja que había ahí. En aquel momento escuché los pasos del hombre caminar por el pasillo. Cogí la tubería que se había desprendido del radiador y me escondí tras la puerta.
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Los segundos Juegos de Bay
أدب المراهقينTodo parece ir bien entre Bay y Lip, ahora que el multimillonario ha admitido sus sentimientos ante el periodista. Pero un nuevo impedimento saltará a la luz para martirizar a la pareja. Alguien del pasado va a volver para hacer la vida imposible a...