JUEGO 12

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¿No tengo que ir a comisaría a declarar?—pregunté a Phillip en cuanto me dijo para que estaba aquel hombre allí.

—Dijiste que no querías que este asunto trascendiera—recordó él—. Va a ser muy difícil de ocultar si te ve la prensa entrando en comisaría. Jasón acomoda al agente en la sala, enseguida vamos.

—No voy a acostumbrarme nunca a que me sigan a todos lados—me quejé.

Lip se levantó, rodeó la mesa y me tendió la mano para salir de allí en busca del hombre que me haría recordar todo lo vivido el día anterior. Entramos en la sala, donde un hombre de unos treinta y pocos años, castaño, fibrados y con unos penetrantes ojos azules esperaba impasible acompañado de Jason. El hombre llevaba un traje azul oscuro y el pelo engominado hacia atrás. Llevaba en la mano una carpeta y una grabadora.

—Gracias Jason, déjanos a solas—habló Lip caminando a grandes pasos hacia el agente y tirando de mí mano.

Jason abandonó la sala y nos dejó solos.

—Agente Newbern, soy Phillip Steig, gracias por acceder a tomar la declaración aquí, no queremos que esto se haga público y la prensa siempre está rondando a la caza de noticias frescas—relató mi novio como si fuera un discurso, rió al final y el agente rió con él.

—Comprendo las circunstancias—habló el hombre con una voz sería pero educada a la vez. Los hombres se dieron la mano durante un segundo.

—Agente Newbern, este es Romeo—continuó Lip tirando de mi mano hacia delante y poniéndome a la vista de aquel hombre. Estaba claro que yo era mucho menos imponente que Phillip, por que hasta entonces el agente no se dio cuenta de mi presencia.

— ¿La víctima?—inquirió el hombre.

—Prefiero que me llamen Bay—bromeé yo mientras le tendía la mano y el hombre me la estrechaba a la misma vez que me repasaba con la mirada intensamente.

El agente rió un momento y luego guardó silencio.

—Siéntese por favor—le pidió Lip señalando uno de los sillones. El hombre asintió y se sentó. Nosotros ocupamos el sillón de enfrente mientras el hombre habría la carpeta.

—Será mejor que empecemos cuanto antes—el hombre apretó el botón de la grabadora y comenzó—. Declaración al señor Romeo Bay, con motivo de secuestro. El día diecinueve de Diciembre de dos mil quince.

Me quedé muy quieto y comencé a ponerme nervioso.

—Señor Bay, cuénteme todo lo que recuerde de lo que pasó ayer—pidió el hombre poniéndose la carpeta sobre las rodillas y mirándome fijamente.

—Es raro, normalmente soy yo quien está al otro lado haciendo las preguntas—reí amargamente. Los dos hombres me miraron con un poco de pena y se sumaron a mi risa.

Comencé a contarle todo lo que había pasado desde el intercambio de mensajes con Bonnie, hasta que el chico me apuntaba con la pistola dentro del coche.

— ¿Recuerda como era?—preguntó. Asentí. Olvidar la cara de aquel hombre iba a ser algo muy difícil de olvidar—. Por favor, descríbalo.

—Era grande y corpulento, no sabría decir si por gimnasio o por genética. El pelo moreno. Debía de tener alrededor de unos treinta años, vestía de negro y tenía una peca grande debajo del ojo derecho. Pero lo que más recuerdo son los ojos, tenía los ojos negros.

— ¿Dijo en algún momento como se llamaba?—preguntó el agente.

—No—respondí.

— ¿Está seguro?—insistió.

Los segundos Juegos de BayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora