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20/12/13

Querido Amigo:

¿Te conté qué tengo una hermana? Pues así es. Su nombre es Cloe Jones. Es hija de la primera relación seria de mí madre. Una relación que duró un año y cinco meses ¿Él padre de Cló? No lo sé. Creo que se mandó a mudar cuando supo que había dejado embarazada a su novia de diecinueve años. Nunca más se volvió a saber del desgraciado. Así que mi madre tuvo que hacerse cargo de ambas. Hasta que en un ataque de furia, mi hermana decidió irse a vivir a Canadá con mis abuelos Marie y John.

Como sea. El punto aquí, es que Cloe vendrá a pasar navidad con nosotras. Justo hoy, a las 8:00 de la mañana, llamó avisando que estaba por tomar un avión hacia aquí. Mamá discutió con ella porque no había avisado antes. Mi hermana se defendió diciendo que, si le avisaba con anticipación, ella se pondría como loca con los preparativos para su llegada. Tan equivocada no estaba. Apenas Ivonne colgó el teléfono, comenzó a limpiar de aquí para allá. Lavó todos los trastes sucios y acomodó la antigua habitación de mi hermana. Yo quise ayudar, pero ella únicamente me contesto que me quedará en mi habitación sin molestar. Vaya madre la que tenía yo...

Pero bueno. Me quedé toda la maldita mañana en mí cuarto. Y, cuando salí para almorzar, la casa parecía ser otra. Todo estaba impecablemente ordenado y sin una sola mancha de suciedad. Debía admitir que, cuando se lo proponía, mi madre podía hacer labores del hogar.

Ahora solo queda esperar a que mi hermana llegue. Espero que estas fiestas las llevemos en paz, considerando la mala relación entre mi progenitora y Cloe. Pero bueno. Mi hermano está de regreso, y ese es un motivo de alegría.

Pero... si es un motivo de alegría... ¿Por qué no me siento tan feliz?

Con cariño:

Samanta

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Me puse de pie al escuchar la puerta de un auto cerrarse. Me acerqué a mi ventana y pude apreciar a Cloe bajando su equipaje de un taxi. Lo observé bien. Su cabello rubio, antes corto, ahora le llegaba por debajo de los hombros y tenía teñida las puntas de un color azul eléctrico. Tenía puesto un jean y un tapado color negro, y sus botas eran blancas. No llevaba guantes ni gorros, como le gustaba usar hace unos años atrás.

Cloe se dio la vuelta y le hecho una ojeada a la casa. Al verme, sonrió; mostrando su blanca dentadura. Me saludo con la mano, pero yo me quedé en mi lugar sin mover ningún musculo.

Baje las escaleras a paso de caracol. Al llegar a la planta inferior pude apreciar a mi madre y a mi hermana sumidas en un acalorado abrazo. Al separase vi a mi madre con ¿lágrimas en los ojos? Vaya sorpresa...

-Enana- Odiaba el apodo que me había puesto de niña.

-Pie Grande- Cuando era niña, Cloe me sacaba una cabeza de altura. Actualmente digamos que estamos igual de estatura, lo que la sorprendió.

-Estás más grande.

Rodé los ojos.

-Tengo 17 años. No esperabas que tuviera la misma estatura por siempre.

Asintió sin dejar de sonreír, lo que me fastidió. A pesar de tener casi el mismo carácter rebelde que poseíamos ambas, había cosas, como su constante sonrisa, que me fastidiaba. Aunque eso sí, ella en rebeldía, me ganaba. Yo era apenas una aprendiz en eso.

-Venga, vamos, ¿No me darás un abrazo?

Esta vez, sí sonreí eh estreche a mi hermana mayor entre mis brazos. Me había dado cuenta que, pesar de tantas diferencias entre ambas, la había extrañado... y mucho.


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Cartas a un Desconocido © #DiamantesAwards2016 (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora