Un día, una carta.
Luego de que su profesora de literatura les pidiera un proyecto; Samanta decide enviarle, todos los días, una carta a un amigo anónimo que eligió al azar entre millones y millones de personas. En ellas cuenta su vida, sus sentimi...
Hoy te hablaré sobre Steven Schüller, mi padre. Él nació en Berlín- Alemania, pero se mudó a Estados Unidos cuando era aún muy joven. Es rubio, al igual que yo, pero de ojos marrones. Mis padres se conocieron cuando mi madre tenía 21 años y mi padre tenía 25, y Cloe apenas tenía 2 años. Se conocieron en una fiesta de amigos en común. Se casaron un año después y a los dos años había nacido yo. Fuimos una familia feliz hasta que, un día muy nevado, su auto perdió el control y chocó. Murió dos días después, justo el 22 de diciembre. Hoy hace 7 años.
Mi nombre completo es Samanta Schüller Jones, pero prefiero que me llamen solo Samanta Jones.
Mis abuelos viven en Berlín, pero a pesar de eso, la relación con ellos es muy buena. Creo que de las dos, yo soy la única que tiene una buena relación con su familia paterna. Cloe no sabe nada de su padre ni de su familia.
Siempre solía decir que mi padre era un modelo de Calvin Klein. No estaba muy equivocada. Siempre que salíamos, las mujeres se le quedaban mirando embobadas, y yo odiaba aquello. Siempre fui celosa con mi padre, y el conmigo, al igual que con Cloe; aunque no sea su hija de verdad, él la quería como si lo fuese.
Hubo un momento en mi vida, después de que él murió, que deseaba con ganas irme al cielo, y estar a su lado. Toqué fondo miles de veces, pero gracias a Debby y a Louis, salí adelante y me di cuenta que yo no decidía cuando irme.
Desde entonces, llevo en mi espalda un tatuaje en su honor. Es un par de alas, que en el centro, lleva la aureola de un ángel. Simboliza que él siempre será mi ángel guardián y estará protegiéndome desde donde esté.
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En la siguiente carta, te hablaré sobre el resto de mis tatuajes.
Dejé el sobre en el buzón y seguí caminando en dirección contraria a mi hogar. Crucé doce manzanas hasta que vislumbré a lo lejos aquellas verjas imponentes color carbón. Caminé a paso lento por el pequeño camino de cerámicas, hasta que me encontré de frente con su lápida.
-Hola papá- Deje el ramo de lirios, sus preferidos, sobre su tumba. Limpie con un trapo su lápida, sacando musgo y tierra a mi paso- Cloe ha regresado. Volvió hace dos días. Te sorprenderías lo cambiada que está- Sonreí- Ya no es más aquella niña que conociste, la que llevaba trenzas en su cabello y usaba brakets. Ahora es toda una mujer hecha y derecha.
Una única lágrima bajó por mi mejilla, la cual me apresuré a limpiarla. Bajé la mirada y encontré más interesante mis manos unidas.
-Te extraño ¿Sabes? Siempre creí, y lo seguiré haciendo, que te fuiste demasiado pronto. Dejaste desolación y dolor con tu ida, y un vacío en mi interior que jamás podrá ser llenado.
Suspiré y me puse de pie.
-Debo irme, Cloe debe estar preguntándose donde rayos me metí. Volveré, pronto.
Salí del cementerio con un aura de tristeza a mí alrededor y me dirigí de vuelta a mi hogar...
