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El sábado un ruido estridente despertó a Channel pasadas las tres de la tarde. Adormilada y refunfuñándose giró a la mesita de la derecha para apagar el despertador, pero al golpear el botón de su parte superior,  el ruido no cesó. Entonces se dio cuenta que el infernal ruido provenía de su móvil, en la otra mesilla. Haciendo lo que a ella le pareció un esfuerzo tremendo, rodó hasta la otra punta, cogió el móvil y descolgó sin mirar quien llamaba.

-¿Sí...? – dijo empezando un bostezo.

-¿Te crees que esa es una forma de saludar? – contestó Carol.

-Mamá... – se quejó.

-Nada de mamá. ¿Sabes acaso que horas son?

-No.

-¿No se te cae la cara de vergüenza? ¡Son las cuatro de la tarde!

-Deja a la niña, ya sabes que está trabajando de noche – Channel escuchó a su padre de fondo mientras que se sentaba en la cama.

-Sí, ¿Y en qué? ¡En un bar!

-Mamá...

-Ni mamá ni leches. Nosotros sacrificándonos para que fueses a la universidad y mira para que ha servido, ¡para nada!

-¡Carol! – recriminó su padre.

-Mathias, estoy hablando con mi hija, no contigo.

-Resulta que tu hija también es mi hija. Así...

Channel dejó caer su espalda contra el colchón, desconectando de la discusión de sus padres. Cada vez que salía el tema de sus estudios, esa era la consecuencia. Y es que su madre se volvía una melodramática con ello. Carol quiso que su hija estudiase para ser profesora o enfermera y que buscase un trabajo en el pueblo. Ante la elección de Channel, se pasó todo el verano dramatizando, hasta la mañana que se iba junto a Kat a la universidad. Y todo iba bien, hasta que ella comunicó a su madre la decisión de mudarse a Chicago para buscar trabajo, entonces la reina del drama volvió a resurgir de sus cenizas. Y empeoró cuando se enteró que su querida hija trabajaba en un bar.

-¿Channel? – preguntó su madre haciendo volver su atención.

-Estoy aquí.

-¿Has escuchado algo de lo que te he dicho?

-Que yo sepa estabas discutiendo con papá, no hablando conmigo.

-No digas tonterías, tu padre y yo nunca discutimos.

-Claro, mamá. – aceptó. No tenía ganas de más broncas, sólo deseaba darse la vuelta y seguir durmiendo hasta que el despertador sonase una hora más tarde. - ¡Mierda! – se incorporó de golpe a darse cuenta que había apagado el despertador.

-¡Channel Greencap, ese vocabulario! – mientras Channel se estiró para coger el despertador para volver a activar la alarma.

-¿Para qué has llamado, mamá? – pasó de recriminarla, cuando era ella quien muchas veces se expresaba con tacos cuando creía que no la escuchaban.

-¿Cuándo piensas venir a casa?

-Apenas llevo más de una semana fuera y está el trabajo...

-Siempre el trabajo – dijo molesta.

-¿Algo más? – Contestó cansada.

-No era sólo eso.

-Pásame a la niña – escuchó a su padre.

-No va a poder ser, está muy cansada por trabajar toda la noche en el bar – recalcó la palabra bar – y necesita dormir. Adiós, cariño – la dijo intentando disimular su carácter y colgó sin dejar tiempo a responder.

The Sinners I: Ty (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora