-Buenos días, ¿que desea?- le pregunto a la chica morena que está delante mío para pedir.
-Un frappuccino de caramelo por favor- me responde amablemente.
-Vale- lo apunto en el programa este del ordenador y vuelvo a hacer contacto visual con ella- desea algo más- pregunto aún sabiendo que la respuesta iba a ser negativa.
-No, sólo eso- me responde con una sonrisa.
-Vale, pues 3'75€ por favor- ella abre su monedero y me tiende un billete de 5€, lo guardo en la caja registradora y le pongo el cambio en la mano- tome aquí tiene, pase por ahí para coger su pedido.
-Muchas gracias- me dedica una sonrisa y avanza mientras guarda el cambio en su monedero.
Yo me quedo mirándola mientras avanza y me quedo atento a Óscar, el que apunta los nombres en las tazas. Blanca, se llama Blanca, me gusta su nombre, y esos ojos azules celestes me han hipnotizado por completo cuando la he mirado a los ojos.
El hola de un nuevo cliente me saca de mi trance y le atiendo amablemente, aunque aún un poco atontado pensando en Blanca.
El día se me pasa lento y acabo mi turno a la hora de comer y antes de salir me dirijo a la barra a pedir un frapuccino de Moca, y luego salgo a la calle y me voy a casa de mi mejor amigo, George, a pasar la tarde con él y a la pelirroja que tiene por novia.