"Despedida" esas fueron las últimas palabras de mi jefe, y aquí estoy yo, en la oficina de empleo jugando al Candy Crush, como cuando mi madre me llevaba al dentista y me aburría demasiado como para evitar perder mi dignidad poniendo mi cara de concentración; y sí, era parecida a un orco de mordor o algo así, pero la verdad es que sería muy posible que la persona que peor dibuja en el mundo consiguiera ilustrarla.
Pero para no salirnos del tema, yo no estoy en este apestoso lugar por amor a la vida, lo sé, muy raro, sino porque mi carrera como periodista se fue al pique y directa a la oficina de empleo; y parece ser que a lo único que aspiro ahora, es a ser la coordinadora de los pedidos para llevar del McDonalds.
La verdad, yo diría que mi vida está entrando en su 2° periodo de decadencia; el 1° ya es pasado, pero fue la peor temporada de mi corta y honesta vida.
Lo de honesta puede que no sea muy cierto, ya que puede que me inventara la mitad de las noticias por falta de concentración, creatividad y por último pero no menos importante, vocabulario.
