Un extraño aroma entró por su nariz. A su alrededor estaba el gran páramo donde habitaba el Clan del Fuego, y una suave brisa suave acompañaba el paisaje. Pero algo era diferente. Una extraña sensación a temor abundaba en el Clan.
Con el rabillo del ojo, Pétalo Pardo dislumbró una figura de color grisáceo, que saltaba cerca de las Montañas Rocosas, ágil como un conejo. Consumida por la curiosidad, comenzó a perseguirlo, preguntándose quien era.
La dura roca que quedaba cerca de las grandes montañas le lastimaba las almohadillas, pero seguía corriendo, ella nunca antes había visto ese gato, y podía tratarse de un gato de otro Clan que habia robado presas de su territorio, o peor, un proscrito.
Por fín, encontó al gato a tan solo unos pasos de ella. Furiosa, le bufó:
-¿¡Quien eres y que haces en el territorio del Clan del Fuego?!
El gato gris se detuvo, y unos cuantos latidos de corazón después, se volteó, mostrando su cara. Pétalo Pardo gimió atemorizada al ver la cara del gato. Alrededor de su cara habían unos cuantos destellos blancos, como las estrellas, pero eso no era lo más sobrenatural de todo. Sus ojos, eran el brillo azul más potente jamás visto en su vida.
La reina abrió los ojos temblando. Se encontraba en una guarida con otra gata durmiendo no muy lejos de ella, y con dos pequeños cachorros recostados en su vientre. Un gatito de color atigrado amarillo bostezó, abriendo unos adormecidos ojos azulados.
-¿Que paso, Mamá? -chilló el gatito.
Pétalo Pardo lo envolvió más con su cola.
-Nada, mi pequeño. Descansa, aún falta un poco para el alba -maulló cariñosamente la joven gata.
Una vez que se aseguró de que su hijo estaba dormido, se puso a pensar en su sueño. Ya era la cuarta vez que lo soñaba desde la noche en la que escapó al páramo. Nunca antes le había pasado algo así. Decidió, que apenas el sol apareciera en el cielo, iría a la guarida de Baya de Cerezo para que la ayudara. Acomodó la cabeza, y se quedó dormida. Pensó que habían pasado unos cuantos minutos antes de sentir unas pequeñas patas tocándola en la cabeza. Bostezó y abrió los ojos, encontrándose con sus dos cachorros.
-¿Podemos ir a jugar a la bola de musgo afuera? -maulló un cachorro negro.
-Esta bien, pero mantenganse cerca de Maternidad. -dijo la gata.
Los dos cachorros asintieron con ia cabeza y salieron corriendo de la guarida, arrastrando una bola de musgo fresco casi tan grande como ellos. A su lado, yacía el lecho de Penumbrosa, seguro que había salido a comer de las presas que trajo la patrulla del alba.
Apenas salió del túnel de aulagas, los rayos de sol le golpearon la cabeza. Después de parpadear para acostumbrarse a toda la luz, observó el campamento. Algunos guerreros descansaban en unos pocos lugares sin luz, acolarados por la caza, y los Aprendices jugaban fuera de su respectiva guarida. Penumbrosa no estaba muy lejos, descansando a la luz del sol. Pétalo Pardo se puso a su lado, despiés de coger una musaraña joven de la pila de presas.
-¡Por fín despertaste! -ronroneó la gata negra.
-Dormí mal anoche.
Penumbrosa se calló un momento.
-Deberías visitar a Baya de Cerezo. -maulló algo nerviosa la reina.
Pétalo Pardo abrió más los ojos.
-¡Se me había olvidado! -exclamó- Esperame un poco, volveré pronto.
La gata parda se levantó y se dirigió a la guarida de la vieja Curandera. Cuando estaba a una cola de ratón de distancia de la entrada, escuchó un maullido que venía de adentro perteneciente a Vaporillo, el único hijo de Penumbrosa. Desde las dos lunas, había empezado a tener interés en el sendero del curanderismo, y comúnmente se acercaba a la guarida de Baya de Cerezo para ayudarle a organizar sus hierbas. Debido a la vieja edad de la Curandera del Clan del Fuego, no les vendría mal un nuevo Aprendiz de Curandero.
-¿Para que servía la Raíz de Lampazo? ¿Quitar el dolor de las hemorragias? -maulló Vaporillo, tocando unas largas raíces.
-Bien, casi acertas. Es para las mordeduras de rata. -maulló felizmente la gata rojiza, acariciando con su cola el omóplato del cachorro.
Pétalo Pardo paso por la entrada de aulagas.
-Buenos días, Baya de Cerezo.
-Buen día, Pétalo Pardo. -dijo con vos ronca la gata- ¿Que necesitas?
La reina titubeó un momento.
-No me duele nada, pero necesito conversar un poco contigo.
Baya de Cerezo entornó los ojos y miró al cachorro gris oscuro.
-Vaporillo, necesito conversar algo muy importante con Pétalo Pardo, ¿Podrías irte un momento?
Vaporillo bajó las orejas.
-Pero puedo regresar después, ¿cierto?
-Por supuesto, pequeño. -maulló Baya de Cerezo, acariciando la espalda del gatito.
Vaporilo irguió las orejas y se fue de la guarida, después de despedirse de la vieja gata.
-Sería un buen curandero...En un tiempo creo que le pediré que sea mi aprendiz. Tiene una increible conección con las hierbas -maulló la curandera mirando la salida- Pero bueno, ¿que problema tienes?
La reina de color pardo extendió una garra y arañó um pedazo de hierba.
-Últimante no he estado muy bien...He empezado a tener algunos sueños muy extraños...
La gata de color rojizo abrió más los ojos.
-¿Como que tipo de sueños?
Pétalo Pardo dudo un momento en responder.
-Estoy en el páramo, y de repente veo un gato de color gris que está caminando a lo lejos. Me acerco, y cuando le pregunto quien es, se voltea y me muestra su cara, que tiene estrellas y unos extrañísimos ojos azules.
Baya de Cereza se quedo callada un momento, trayendo a la guarida un incómodo momento.
-Creo que has estado con mucho dolor, preocupación y temor ultimamente. Te daré unas bayas de enebro. A fin de luna ven a visitarme, y si sigues con los sueños te resetaré otra hierba. -maulló la curandera.
Baya de Cerezo se dió la vuelta y se metió en un pequeño recobeco, para luego regresar con unas bayas de color azul oscuro y ponerlas en el suelo.
-Cómelas.
Pétalo Pardo se agachó y comió las bayas. Hizo una mueca al sentir el sabor agrio que contenía, pero pensando que le ayudarían las tragó.
-Gracias, Baya de Cerezo.
-No es nada, solo hago mi trabajo. -ronroneó la curandera.
Una vez que Pétalo Pardo salió de la guarida medicinal, tomó una gran bocanada de aire. Sentía que quizá ese sueño no era un simple resultado de los últimos tiempos pasados. Quizá habia algo más...
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Los Gatos Guerreros: El Descubrimiento De Pétalo Pardo [TERMINADA]
Short StoryPétalo Pardo es una joven reina del Clan del Fuego, que vive una vida normal, hasta que su amada pareja fallece en batalla. De la nada, Pétalo Pardo empieza a tener sueños de gatos con estrellas en su pelaje; y ojos destellantes. Preocupada, se emba...