Capítulo 11

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Titubeando, la joven reina se acercó al arbolillo, con un montón de preguntas surgiendo en su mente. ¿Cómo un árbol había logrado brotar en una oscura cueva? Su pequeño tronco se irguía un poco doblado, y hojas plateadas por la luz de la luna crecían sanas y fuertes.
Alrededor del brotecillo había algo de tierra, y del techo de piedra había una pequeña gotera, explicando la existencia del árbol.

Caminando sigilosamente, Pétalo Pardo olisquó el arbolillo. Olía al igual que cualquier árbol de bosque, y sus hojas eran suaves. Después de examinar el árbol, la gata del Clan del Fuego irguió las orejas para detectar algún olor de los proscritos. Nada. Ni siquiera un rastro de los gatos exiliados de Clan. Estaba sola en la grieta. Completamente sola. Lanzó un sonoro bostezo. Después de tantas emociones y de tanto escapar, el sueño la empezaba a consumir por dentro.

Buscando un rincón donde acomodarse para descansar, reparó en el pequeño árbol. El suelo de tierra que lo bordeaba sería claramente más calentito que el suelo de roca, y se podría sentir más cómoda al apoyarse en el brotecillo.

Animada; se acercó a el y se recostó, después de poner algunas hojas secas del árbol bajo ella para sentirse mejor. Latidos de corazón después, apoyó su cabeza en sus patas. Por lo visto, aquella supuesta "señal" jamás llegó. Resoplando en su interior, decidió esperar hasta mañana, y si hasta entonces no sucedía nada, se rindiría y volvería a vivir normalmente en el Clan del Fuego. Recordando los chillidos juguetones de sus cachorros, terminó por quedarse dormida.

***
Cuando se despertó, se sintió confundida. El pasto en el que estaba parada destellaba de verde muy brillante; y la floresta a su alrededor tenía las esencias de todas las estaciones. Al igual que en un sueño anterior, el cielo relucía con un manto de estrellas. Por alguna extraña razón, la gata parda se sentía protegida. Irguió las orejas, al sentir frente a ella el movimiento de un arbusto.

Cuatro gatos salieron de él. Pétalo Pardo parpadeó. No podía creer lo que veían sus ojos. Los felinos tenían estrellas en sus lustrosos pelajes, y sus ojos brillaban como soles.

-¡Ustedes son los Espíritus de la Noche! -chilló Pétalo Pardo, con los ojos abiertos de par en par.

Un joven gato canela de ojos ámbar dió un paso adelante.

-Nos hacemos llamar Clan Estelar.

Una gata blanca de patas y cara gris claro asintió con la cabeza.

-Yo te conozco...-dijo la reina, intentando reconocer a aquella conozco.

-Te he visitado en sueños, -maulló la gata, solemne.

-¿Y por qué estoy aquí? -maulló Pétalo Pardo, mirando el estrellado cielo nocturno.

Un gato de color rojizo oscuro resopló; su hocico era más claro, demostrando que era de una edad mayor.

-Nosotros somos los gatos que fundaron los Clanes, -Pétalo Pardo parpadeó de la sorpresa- y te hemos convocado hasta aquí para que cumplas con una misión.

Al ver la confusión de la joven, una gata plateada continuó.

-Desde que nosotros nos unimos aquí, los Clanes olvidaron la existencia del Clan Estelar, y con ello, nuestros rituales y creencias. Los gatos de Clan, al no creer en nosotros, no vienen al Clan Estelar. Si esto perdura así por mucho tiempo, el fín de los Clanes será inevitable.

-¿Y qué puedo hacer? -masculló Pétalo Pardo, horrorizada al imaginar la destrucción de todo lo que conocía.

-Cuando tu eras solo una cachorra, nosotros nos reunimos para buscar una solución, -maulló la gata blanca, con sus ojos azules brillando como estrellas- Concluimos que lo mejor era encontrar un gato que nos ayudara. Tú eras la única que le ponía cierta atención a las estrellas, y sin saberlo, a nosotros.

La gata parda por fín comprendió. Todas las noches en la que ella miraba las estrellas, en realidad los miraba a ellos, explicando por qué en la noche se sentía protegida.

-Tienes que ir a la reunión de Clanes y decirles a todos lo que acabas de descubrir; que nosotros existimos, es la única manera de salvarlos. -maulló el felino rojizo oscuro.

-Pero... ¡No puedo hacerlo! -gruñó moviendo las patas- ¡Me tomaran por loca! ¡Mi Clan me...

La gata de cara gris puso su cola en la espalda de Pétalo Pardo, como una reina calmando a su cachorro.

-Sé que estás nerviosa, -maulló mirandola dulcemente- Pero por algo te elejimos. Tú eres la gata destinada para esto. Sé que los sueños que te mandamos te causaron muchos problemas. Pero no temas. Siempre estaremos a tu lado.

La joven reina se empezó a sentir mareada, y todo a su alrededor se empezó a nublar, al igual que los gatos ancestrales. En su cabeza retumbaban las últimas palabras de la gran felina. "Siempre estaremos a tu lado".

Pétalo Pardo abrió los ojos de golpe. Por un latido de corazón no reconoció donde estaba. Miró hacia los lados. En el hueco sobre su cabeza la luna se mantenía en el misno punto que tenía antes de quedarse dormida. Parecía que no hubiera pasado nada de tiempo.

Se levantó y caminó hacia la salida, aún dudosa. No sabía cómo los Clanes reaccionarían, y que pasaría. Se volteó y vió al arbolillo. Unas dulces palabras resonaron en sus orejas. "No temas, Pétalo Pardo, siempre estaremos a tu lado".

Eso fué lo que le dió fuerza para salir de la cueva.

Los Gatos Guerreros: El Descubrimiento De Pétalo Pardo [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora