A pesar del dolor que sentía en las patas, Pétalo Pardo no podía dejar de correr en el páramo. Tras salir a toda velocidad de la cueva, se lanzó hacia la pradera de tierra marrón-rojiza, dirigiéndose a donde se realizaban las reuniones de Clan. Aún las dudas sobre lo que estaba haciendo la azotaban, pero aquellos gatos estelares parecían estar hablando en serio.
Reprimió un chillido al sentir un pequeño guijarro enterrándose en su pata, y con ello, la sangre manchando la tierra. Pero por más que quisiera detenerse para lamer y examinar la herida, sabía que no podía. El tiempo corría en su contra. Mientras aceleraba el paso cojeando, levantó la vista al cielo. La lluvia había cesado ya hace tiempo, y el único recuerdo de la tormenta eran unas pocas nubes grisáceas diapersas pot el cielo nocturno, junto al dulce olor y la tierra húmeda.
Entrecerrando los ojos, divisó a lo lejos los cuatro árboles que marcaban el lugar donde se reunían los Clanes cada dos lunas para conversar temas de importancia. El vientre se le revolvió. Las reacciones de los gatos podían ser muy inesperadas. Y además, no estaba muy segura de que decir. Tan solo esperaba que no se armara una pelea.
Resollando, por fín llegó a la parte trasera de la gran piedra donde los líderes y lugartenientes se paraban. Los distintos olores de los gatos se entremezclaban, y podía sentir la voz de Estrella Rasgada, el líder del Clan de la Hoja, informándole a los demás sobre el nombramiento de unos guerreros. Agotada, se dejó caer en el suelo. Su pata herida sangraba, pero no se veía muy mal. Tras dar unos veloces lametazos, se levantó, disponiéndose a trepar la roca por detrás, para que nadie la viera hasta que llegara a la cima. Pero cuando iba a enterrar las garras en unos huecos de la piedra, las patas se le quedaron rígidas.
-No puedo hacerlo, -jadeó en voz baja, sacando la pata de la grieta.
Pronto, sintió una dulce voz en una de sus orejas.
-Si que puedes, -maulló como a su lado la gata blanca- No temas. Estaremos a tu lado.
Pétalo Pardo irguió las orejas. No estaba sola. Nuevas fuerzas crecieron en su interior. Sin titubear, trepó la roca con decisión.
Su pata lastimada aún le dolía, pero apretaba los dientes y seguía trepando, con el cuerpo casi pegado a la fría roca, y asegurándose de afirmarse en lugares firmes.
Sin embargo, de pronto, la reina sintió como uno de los huecos en la que había apoyado una de sus patas desaparecía. Miró velozmente hacia abajo y vió el pedazo de roca en el suelo. Ahogando un chillido de terror, buscó desesperada otro lugar donde aferrarse, hasta que dió con otra grieta. Después de suspirar de alivio, siguió trepando, esta vez con aún más precaución.
De pronto, vió que habia llegado a la cima de la roca. Jadeando, se impulsó con las patas traseras para por fín caer de pie en la gran roca. Los líderes y lugartenientes aún no habían reparado en su presencia, mirando para el lado contrario, pero algunos guerreros aaistentes a la reunión la miraban con los ojos confusos.
-Y tenemos dos nuevas guerreras: Manto de Rocío y Vuelo de Loyca, que juraron proteger a el Clan del Mar hasta con sus últimas fue-- -maulló una gata blanca de brillantes ojos verdes antes de voltearse hacia ella, extrañada. Una vez los demás Líderes vieron la extraña detención de Estrella Esmeralda, se dieron la vuelta y observaron con los ojos desorbitados a la gata parda del Clan del Fuego.
-Pétalo Pardo, -masculló su líder- ¿Dónde estabas? Todo el Clan estaba muy preocupado por tí.
Pétalo Pardo inclinó la cabeza ante Estrella de Cardo, antes de volverse hacia los gatos expectantes.
-Sé que hice mal al escaparme de mi Clan sin avisarle a nadie, -maulló, identificando el pelaje lustroso de Penumbrosa entre toda la multitud, que la observaba boquiabierta- Pero era por una buena razón. Desde hace tiempo, he estado teniendo sueños extraños y--
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Los Gatos Guerreros: El Descubrimiento De Pétalo Pardo [TERMINADA]
Short StoryPétalo Pardo es una joven reina del Clan del Fuego, que vive una vida normal, hasta que su amada pareja fallece en batalla. De la nada, Pétalo Pardo empieza a tener sueños de gatos con estrellas en su pelaje; y ojos destellantes. Preocupada, se emba...