Capítulo 6

316 37 9
                                    

La gata parda contuvo el aliento, al ver las garras desenvainadas de aquel gato de color gris oscuro.

-¿Quien eres y que haces por aquí? -siseó el felino- ¡Habla!

Pétalo Pardo intentó mantener la voz firme.

-Mi nombre es Pétalo Pardo, y soy miembro del Clan del Fuego. Y estoy en busca de un gato.

Los ojos del gato se estrecharon, y saltó hacia atras, dejando libre a la reina.

-¿No eres amiga de Miel?

Pétalo Pardo sacudió la cabeza, aún asustada por el ataque imprevisto.

El gato guardó silencio un momento.

-Perdón por el ataque, es que últimamente Miel ha estado buscando gatos que me espíen y a los demás gatos del barrio y entonces... -El gato movió la cabeza- Bueno, mi nombre es Tom.

-¿Tom? -maulló la reina, ¿Por qué los nombres de los minínos domésticos siempre eran tan raros?

-Sí, Tom.

-Ahora, si me disculpas, tengo que irme, no tengo mucho tiempo.

-¿Quieres que te acompañe? -dijo el gato; con los ojos azules brillando.

-No, puedo encontrar el camino sola. -dijo seca.

Tom bajó las orejas y se despidió, antes de desaparecer de entre los árboles.

Una vez que se aseguró que el gato se hubiera ido, Pétalo Pardo resopló. No quería minimos de compañía persiguiendola. La gata dejó aquellos pensamientos a un lado y miró al bosque que estaba frente a ella. No sabía a donde ir, pero seguro que tarde o temprano aquel gato gris aparecería. Tenía que averiguar el origen de aquellos sueños tan extraños. No había otro lugar donde encontrar la respuesta.

Primero decidió ir al río. Tenía la boca seca y era necesario estar en buenas condiciones antes de comenzar la búsqueda. Tras pasar por al lado de unos cuantos árboles de anchos troncos, se encontro cara a cara con la corriente de agua.

Era de un color claro, y casi se podía cer el fondo de este. Un olor a pez salía de él, pero Pétalo Pardo aún no tenía hambre. Agachándose frente al río, la reina tomó velozmente agua, hasta hartarse. Después de relamerse los labios, decidió ir en la dirección en la que se pone el sol, ya que a lo lejos había podido dislumbar unas cuantas montañas.

El pasto se sentía suave después de tanto tiempo rasgándose las almohadillas con la piedra, y la reina se sentía lo más cómodo que se podía sentir un gato alejado de los territorios que conoce. Tan solo esparaba que cuando regresara Estrella de Cardo no le infliguera un castigo muy grande; y que sus cachorros no estuvieran muy asustados. Pétalo Pardo sintió el corazón hecho trizas al imaginarlos asustados y llorando al desperstarse y ver que ella no estaba.

De repente, sintió un pequeño crujido entre la maleza. Velozmente, buscó de donde provenía el ruido. Una ardilla de color marrón se encontraba intentando arrancar una semilla enterrada en la tierra. Rápida como un trueno, se agazapó. El viento estaba a su favor, y el pequeño animal no se percataba de la amenaza que tenía a pocas colas de zorro de distancia. Un segundo antes de que la gata saltara, la ardilla la vió, pero era demasiado tarde para salvarse. Pétalo Pardo brincó, con las zarpas desenvainadas, hacia la presa. Aterrizó sobre ella, y le mordió el cuello con las mandíbulas, sintiendo pronto la dangre que indicaba que aquel pequeño animal no volvería a corretear por el bosque.

-¡Que gran atrapada!

La reina se volteó en seco, hacia el origen de aquel chillido. Tom estaba a un árbol de distancia, tapándose la boca con la cola al percatarse de su error.

Los Gatos Guerreros: El Descubrimiento De Pétalo Pardo [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora