☽ | Chapter 26.

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CUATRO O CINCO MOMENTOS

Me puse un nuevo conjunto deportivo y abandoné la suite para reunirme con Bala. El vampiro me esperaba pacientemente en los jardines; sus cejas se enarcaron al verme aparecer respaldada por Attila y el otro vampiro, preguntándose qué habría hecho ahora para que Derek hubiera decidido ponerme niñeras. ¿Acaso su amigo no se lo había dicho personalmente?

Los labios de Bala se curvaron en una débil sonrisa, todavía recuperándose del rapapolvo que debía haber recibido por Derek tras lo que había sucedido en aquel reservado; procuré mostrarme lo más amable y tolerante posible, haciéndole entender que no le daba ninguna importancia... que todo había quedado olvidado.

Sin embargo, el vampiro parecía querer mantener las distancias conmigo y su habitual sentido ácido de humor parecía haberse desvanecido. Sus ojos oscuros se habían clavado por encima de mi hombro, seguramente atento a mis dos niñeras.

-Derek ha pensado que podría practicar con estos dos –señalé con el pulgar a mi espalda, refiriéndome a Attila y el segundo vampiro.

-Attila y Étienne tienen demasiada experiencia –apuntó Bala.

Miré por encima de mi hombro al enterarme del nombre del vampiro que no conocía. Étienne me dedicó una amenazadora sonrisa, como si estuviera deseando hacerme probar las palabras de Bala; Attila, por el contrario, tenía la misma cara de funeral de siempre. No pude evitar preguntarme de nuevo cómo era posible que el vampiro hubiera decidido anteponer a Derek por encima de la persona que amaba, a la misma que la había transformado en vampira y que había permitido que fuera humillada de aquella manera.

-Empecemos de una vez –dijo entonces Bala.

Me recogí el pelo en una coleta mientras el vampiro se encargaba de colocar el material que había decidido elegir para aquella sesión. Todavía seguía con el costado entumecido por el golpe, con ese precioso moratón decorándolo; mis movimientos estaban limitados y rezaba para que Bala no decidiera hacer uso de los combates cuerpo a cuerpo.

Contemplé con atención cómo Bala estaba colocando dianas en los pechos de los maniquíes que había puesto en distintas distancias.

Una vez hubo terminado con esa tarea, llegó a mi lado y me tendió una pistola. Mis ojos se abrieron de golpe al notar el peso del arma entre mis manos; estaba fría y yo la sostenía como si no supiera qué hacer con ella. Cosa que era cierta.

Bala se cruzó de brazos y se plantó en el césped, apuntalando los pies.

-Derek me ha comentado que no te encuentras del todo bien después de haberte enfrentado a ese vampiro –me explicó mientras yo seguía sopesando entre mis manos la pistola-. Me pidió que no te forzara a hacer nada físico violento, así que he pensado que podríamos dedicarnos a tu puntería.

Enarqué una ceja, sorprendida por el gesto de amabilidad que había tenido Derek al decirle a Bala que estaba herida y que no estaría preparada para hacer frente a una sesión física.

El vampiro se encogió de hombros, restándole importancia al gesto que había tenido el líder del aquelarre hacia mí. Aquello me hizo sentir incómoda, incómoda después de la conversación que habíamos mantenido anoche donde Derek me había explicado por qué había decidido sacarme de las calles de Londres y darme un nuevo hogar debido a mi nueva naturaleza.

Bala confundió mi incomodidad con renuencia, creyendo que no me encontraba de acuerdo con las órdenes que había dado Derek.

-Solamente me limito a cumplir con lo que Derek me ha exigido –se defendió, sonando molesto-. Deberías estar agradecida después de lo que hiciste anoche.

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