TRES CONTRA UNO NUNCA FUE UNA BUENA IDEA
El regreso del séquito de la familia Vanczák tuvo lugar tres días después de la noche en la que el vampiro consiguió colarse en mi dormitorio. Debido a que ya no me sentía cómoda pasando la noche en mi suite, me refugiaba en la habitación de Hunter y por las mañanas regresaba a mi dormitorio, fingiendo que pasaba las noches en mi suite.
No le había hablado a nadie de mi extraño encuentro, pero mi actitud se había vuelto mucho más atenta a cualquier detalle que pudiera darme alguna pista sobre la identidad del neófito. La mansión debía contar con un potente sistema de seguridad para proteger a todos sus miembros, en especial a los humanos que se encargaban del servicio; me resultaba muy complicado creer que un vampiro hubiera conseguido colarse sin que nadie lo viera.
Aquella mañana me dirigí hacia Bala para reanudar nuestros entrenamientos físicos, ya que la herida del costado había desaparecido por completo; el vampiro contemplaba con el ceño fruncido el bosque. Nadie había dado la voz de alarma la noche que se coló el neófito en mi dormitorio, como tampoco había escuchado rumores de que había habido una entrada no autorizada; así que supuse que el neófito había conseguido pasar desapercibido por algún extraño motivo.
-Llegas tarde –me saludó Bala, clavando sus ojos oscuros en mí.
Me detuve frente a él y me cuadré, sin responder a su provocación. Había llegado tarde porque había visto a Anna deambulando por el pasillo, así que había tenido que esperar en el dormitorio de Hunter hasta que la vampira había decidido colarse dentro del dormitorio de Derek. Fue entonces cuando corrí hacia mi suite para cambiarme de ropa y poder reunirme con Bala en los jardines.
-He pensado en hacer algo distinto –dijo entonces el vampiro, al ver que no iba a decir nada-. Creo que te gustará.
Enarqué una ceja ante sus palabras. ¿Desde cuándo el vampiro tenía una ligera idea de lo que podría gustarme? Bala me sonrió con una expresión de maldad y me señaló a la espalda; me giré por la cintura para ver aparecer en los jardines a dos mujeres que no conocía de nada y a Gábor, quien no parecía encontrarse muy contento de querer participar.
Las vampiras me saludaron con una educada sonrisa, a pesar de que sus ojos no se perdían detalle de mí. Estaban evaluándome y haciendo en sus perfectas mentes un juicio sobre la neófita que había puesto en jaque al propio líder del aquelarre; me mantuve inmóvil, aguantando estoicamente las miradas de aquellas dos mujeres hasta que Bala decidió hacer las presentaciones.
-Galatea, me gustaría presentarte a dos miembros del aquelarre –empezó, señalando a la vampira de piel aceitunada y pelo azabache; sus ojos verdes no parecían mostrar ningún tipo de sentimiento que pudiera hacerme sentir amenazada-. Ella es Jasira Chicoine.
Jasira se adelantó unos pasos para tenderme una mano. Dudé unos segundos antes de cogerla y estrechársela sin hacer mucha fuerza; me pareció un saludo demasiado frío y mecánico, casi forzado.
Bala pasó entonces a hacer las presentaciones de la mujer que quedaba pendiente. Rubia, de piel pálida y unos generosos labios que parecían ser obra de algún cirujano plástico; sus ojos azules eran un poco más cálidos que los verdes de su compañera.
-Elek van Hasselt –pronunció con lentitud-. Pertenece al cuerpo de seguridad junto a Emilia Knutsen.
Elek sonrió con amabilidad, mostrándome sus finos colmillos.
-Somos las dos únicas mujeres –señaló en un tono divertido, sus ojos azules seguían clavados en mí-. Étienne nos dijo que era posible que te unieras a nosotras.
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Midnight
Vampirgeschichten¿Una chica caminando sola por la ciudad a altas horas de la madrugada? Listo. ¿Un callejón oscuro? Cerca de donde se encuentra ella. ¿Un tipo con una pinta sospechosa? Más que preparado para entrar en escena. El día en...