SERPIENTES EN EL BOSQUE
Eché a correr hacia la oscuridad, desarmada y sin nadie que pudiera cubrirme las espaldas. El mensaje de la piedra no paraba de repetirse en mi cabeza, intentando encontrar si había algún mensaje oculto entre aquellas pocas palabras que habían escritor en aquel trozo de papel.
Maldije en silencio mientras mis ojos recorrían la amplia extensión de los jardines de la mansión Vanczák; decidí internarme en el bosque, ignorando la punzada de temor de encontrarme de nuevo en aquel lugar.
Puse todos mis sentidos en alerta máxima, consciente de que el intruso podría intentar atacarme por la espalda. De manera mecánica esquivé ramas y raíces, escudriñando en la oscuridad; todo parecía encontrarse en su lugar y no parecía que ninguna de las trampas que los Vanczák tenían escondidas por el bosque hubieran saltado ante la huida del vampiro que se había colado en la mansión.
Jadeé y contuve las ganas de golpear el tronco que tenía más cerca. ¿Dónde demonios podía encontrarse? ¿Y por qué no habían saltado las alarmas de la mansión, ese sofisticado sistema de seguridad que costaba una pequeña fortuna y que era el orgullo de Derek?
A mi espalda empecé a escuchar mi nombre. Garrett había tenido el buen juicio de obedecer dentro del vestíbulo mientras yo intentaba dar con el culpable de aquella siniestra nota; las voces seguían repitiéndose, cada vez de forma más alta y desesperada, lo que habría ahuyentado definitivamente al vampiro intruso.
Me quedé en aquel punto del bosque, a la espera de que alguien de los vampiros que habían salido en mi búsqueda dieran conmigo. El primero en toparse conmigo, evidentemente, fue Derek.
Tenía el cabello ligeramente revuelto y el rostro desencajado en un gesto de absoluta y total preocupación. Aún llevaba puesto el uniforme negro, aunque había añadido acertadamente un cinturón del que colgaban diversas armas. Entre ellas una pistola.
Frenó en seco al verme allí detenida, con los brazos pegados al cuerpo y completamente desarmada. Hubiera jurado que su rostro iba poniéndose cada vez más pálido y que sus mejillas se teñían de plata, augurando un estallido por su parte.
Observé en silencio cómo daba un paso hacia mí, titubeante. Al ver que no me movía, terminó de recorrer la distancia que nos separaba antes de aferrarme por los brazos y sacudirme ligeramente.
-¿Estás loca? –me gritó, con un ligero temblor-. ¿Acaso no has aprendido nada en todo este tiempo que eres vampira, Galatea? ¡Podría haber resultado ser todo una maldita emboscada, una trampa! ¡Podrían haberte estado esperando un gran número de vampiros...!
Me mantuve impertérrita mientras Derek seguía sacudiéndome y subiendo el tono de voz ante mi impulsividad.
-Le dije a Garrett que buscara ayuda –me justifiqué.
Derek dejó escapar un sonido estrangulado.
-Estoy bien –añadí-. Aunque no he podido atraparlo.
Los dedos de Derek se clavaron con más fuerza en mis brazos. Sin embargo, se obligó a soltarme cuando el resto de vampiros que habían salido en mi búsqueda aparecieron en el claro, mostrando su alivio de encontrarme totalmente entera; Bala me dedicó una media sonrisa, como si estuviera felicitándome en silencio por mi heroica salida para intentar atrapar al intruso.
Étienne, Randall, Elek y un par de vampiros húngaros se mantenían a distancia. Todos ellos convenientemente armados.
Derek desvió la mirada de mi rostro hacia los vampiros que le habían acompañado, con el ceño fruncido. El ambiente en aquel claro pareció bajar de temperatura y todos se pusieron en tensión, con sus cabezas moviéndose de un lado a otro; de mi boca se escapó una nubecilla de vaho mientras todos nos manteníamos en un inquietante silencio.
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Midnight
Vampire¿Una chica caminando sola por la ciudad a altas horas de la madrugada? Listo. ¿Un callejón oscuro? Cerca de donde se encuentra ella. ¿Un tipo con una pinta sospechosa? Más que preparado para entrar en escena. El día en...