☽ | Chapter 64.

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PONER CARA DE CORDERO DEGOLLADO NO VA A SERVIRTE CONMIGO, PORCELANA

Resbalé hasta quedar aovillada en el suelo del pasillo. El nudo que se había formado en mi garganta se diluyó con lágrimas de sangre; Derek no tardó en acuclillarse frente a mí, rodeándome con sus brazos en un consolador abrazo.

Me aferré a la tela de su camisa mientras se la ponía perdida con mis propias lágrimas. Debería haberme abandonado al llanto mucho antes, días atrás... cuando Derek había decidido ignorarme, pero no había podido hasta aquel momento, cuando el dique de mis emociones se había visto reventado gracias Helga.

Me atraganté a causa del propio llanto mientras Derek seguía manteniéndome refugiada entre sus brazos. Ahora ya sabía el motivo por el cual Helga había insistido tanto hasta que Bergamota le había permitido acompañarla hasta allí: intentar manipularme; los meses que pasé con los Herz debía haberme estudiado lo suficiente para saber qué temas tocar.

-No hablaba en serio –escuché que decía Derek-. Solamente intentaba poner contra las cuerdas a esa maldita Sinclair.

Me separé unos centímetros. El nudo de lágrimas aún seguía atascado en mi garganta, avivando mis sollozos; había escuchado a Derek salir en mi defensa y pronunciar dos palabras que habían conseguido aspirarme el aire, dos palabras que habían conseguido que Helga se diera por vencida con sus retorcidos planes.

Miré a Derek como si me hubiera dado la peor de las noticias... lo que se acercaba tímidamente a cómo me sentía en esos momentos.

-¿No hablabas en serio? –repetí como una niña pequeña-. ¿Eso quiere decir que nunca querrías tenerme como esposa? ¿Que la palabra «matrimonio» se convertirá en una palabra tabú para nosotros porque, por los motivos que sea, no estás seguro de que pudiera dar la talla?

Por unos segundos volvió a faltarme el aire. Creí comprender que Derek había insinuado que nunca se replantearía la idea de pedirme matrimonio, que no creía que fuera una buena esposa; era cierto que no habíamos tocado el tema en los pocos meses que llevábamos juntos porque era demasiado apresurado... pero había guardado la estúpida esperanza de hacerlo en un futuro.

Dios mío, si había sido tan idiota de empezar a hacer listas y listas de cómo querría que fuera la ceremonia. Joder, incluso me había imaginado a mí misma con un esplendoroso vestido de novia.

Y todo eso se reduciría a nada.

A nada porque Derek estaba convencido de que yo jamás estaría a la altura de las circunstancias y pasaríamos la eternidad como dos jodidos adolescentes, si no se cansaba de mí antes y decidía buscarse a otra vampira mucho más joven y dócil que yo.

Los ojos azules del vampiro relucieron con alarma al escucharme y al observar mi rostro desencajado por la traición y el dolor de su rechazo.

-Yo no he dicho eso –se defendió-. Galatea, es demasiado pronto siquiera para pronunciar la maldita palabra. Quiero hacer las cosas bien contigo y no cometer los mismos errores que en el pasado.

Esos mismos errores que ahora a mí también parecían perseguirme y que tenían nombre propio. Sorbí por la nariz ruidosamente mientras Derek se encargaba de hacer desaparecer las incriminatorias lágrimas de sangre de mi piel con ayuda de sus pulgares; me forcé a no seguir insistiendo en el tema.

Pero Derek quiso seguir justificándose, creyendo que así me haría sentir mejor.

-Helga seguramente se lo cuente todo a Lyle –lo miré con los ojos húmedos, listos para descargar de nuevo mis lágrimas; me estaba poniendo sentimentaloide con todo aquel asunto que me pillaba a años luz-. Quizá también lo haya hecho para pincharlo un poco y obligarlo a que dé un paso en falso. La vampira tenía razón cuando ha afirmado que necesitamos al aquelarre Herz.

MidnightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora