LOS VIVOS, SÍ LAS HACEN. DEMASIADAS
Las rodillas empezaron a temblarme mientras que la voz de mi conciencia me aseguraba que no era posible que Derek supiera la verdad sobre esa fatídica noche; que, simplemente, era imposible que pudiera saber lo que había sucedido en realidad. Derek no podía saberlo... ¿verdad?
Me tragué a duras penas la bola de temor que había comenzado a formárseme en la garganta, intentando aparentar una tranquilidad que en absoluto sentía desde que había escuchado a Derek mentar aquella noche que me había forzado a borrar de mi cabeza para intentar salir adelante.
-Ha pasado mucho tiempo de esa noche –intenté desviar la conversación, alejarla de ese espinoso tema que, de repente, había salido de nuevo a colación.
Los ojos de Derek reflejaban la luz de las velas, además de proyectar tétricas sombras sobre su rostro. Mi desesperación empezó a crecer a cada segundo que pasaba allí abajo, con una nube de pensamientos sobre lo que realmente pasó en aquel bosque pasando a toda velocidad por mi cabeza.
-Galatea.
El vello se me puso de punta al escucharle pronunciar mi nombre. Era como un preludio a una dura batalla que yo tenía perdida desde el principio; aún quería aferrarme a ese pequeño rayo de esperanza de que mis pensamientos estaban siendo enrevesados, producto de mi habitual grado de paranoia. No quería valorar la posibilidad de que, de algún modo, Derek hubiera adivinado mi secreto.
La verdad.
Cerré los ojos con fuerza, cubriéndomelos con las palmas de las manos hasta hacerme daño. En mi interior se había disparado la alarma, haciendo resurgir a mi lado más instintivo; el mismo que no paraba de gritarme que saliera huyendo de allí antes de que las cosas se torcieran de forma irremediable.
-Quizá debería dejarte solo –probé a decir, esperanzada de que Derek dijera que sí.
Cuando destapé mis ojos, vi que el vampiro me miraba con demasiada intensidad. Pero no era capaz de adivinar qué tipo de emoción se ocultaba tras su mirada azul; y esa incertidumbre no me ayudó en absoluto.
-Quizá deberíamos hablar de esto, de una vez por todas.
Resbalé por la puerta hasta apoyar mi culo sobre las frías baldosas de piedra. Las palabras de Derek, lo directas que habían sido, me hicieron que me quedara clavada en el suelo; el nudo de mi garganta creció, aumentando la sensación de intranquilidad que había empezado a cubrir cada palmo de la cripta.
Quise maldecir y escupir sobre la tumba de Axel. Maldito fuera.
-Galatea, te pregunté en el pasado en dos ocasiones qué sucedió en aquel bosque –tragué saliva, sacando de mi caja aquellos dos momentos; uno de ellos me empujó a que abandonara el aquelarre y terminara mi relación con Hunter-. Ahora, un año después, te repito la misma pregunta, y quiero sinceridad.
Me hundí las uñas contra mis palmas hasta hacerme daño.
-¿Qué sucedió en aquel bosque, Galatea? –me preguntó, mirándome muy seriamente.
Abrí la boca, pero no me salió ni una sola palabra. La caja de Pandora se había abierto dentro de mi cabeza, sacando la verdad que había corroído como veneno en el pasado; mi cabeza no encontraba sentido a que hubiéramos terminado hablando de aquel tema en cuestión.
No estaba preparada para tener esa conversación.
No estaba preparada para confesarle que había atravesado el pecho de su hermano mayor, acabando con su vida.
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Midnight
Vampiri¿Una chica caminando sola por la ciudad a altas horas de la madrugada? Listo. ¿Un callejón oscuro? Cerca de donde se encuentra ella. ¿Un tipo con una pinta sospechosa? Más que preparado para entrar en escena. El día en...