¿SABES QUÉ PASÓ EN EL JUEGO DEL GATO Y EL RATÓN? QUE EL GATO DEVORÓ AL POBRE RATONCITO.
Sus palabras, que intentaban amedrentarme, no surtieron el efecto que el vampiro deseaba. Lo único que podía sentir hacia Axel Vanczák era una mezcla de repulsión y ganas de arrancarle la tráquea de un mordisco para hacerle pagar por el calvario al que me había introducido; el vampiro había estado buscando ese encuentro desde que me había descubierto en la mansión, bajo la relativa protección que me brindaba su hermano Derek.
Me hundí los colmillos en el labio inferior, consciente de que Axel había bloqueado antes la puerta para evitar que pudiera huir por ella. Mis ojos miraron por encima del hombro del vampiro, buscando una forma de escapar de las garras de aquel monstruo; mis ganas de acabar con aquella persona seguían ahí, dentro de mí. Pero todavía no podía dar rienda suelta a mis planes reservados para deshacerme de aquella alimaña.
-¿Y eso por qué, Axel? –me atreví a preguntar.
Mi primer encuentro con Axel se había remontado a una mañana, cuando Morticia me había ordenado que me pusiera un vestido blanco y que bajara a desayunar con el resto de la familia; en aquel entonces no había tenido claro cómo actuar frente a él, ni siquiera recordaba que ese vampiro había sido mi creador.
Ahora estaba más que preparada para plantarle cara y demostrarle que no me amedrentaba, que no iba a subyugarme a sus deseos.
El vampiro me estudió de pies a cabeza, recreándose con la visión de mi glamuroso chándal que había encontrado entre los restos de mi viejo ropero; mi espalda seguía pegada contra la puerta del dormitorio y Axel continuaba aprisionándome con su enorme corpachón.
-Eres alguien interesante, Gala.
Me aclaré la garganta de manera intencionada.
-Para ti es Galatea –le corregí.
Los labios de Axel se curvaron en una amplia sonrisa, divertido con mi osadía. Al igual que Derek, el primogénito de Ferenc Vanczák le gustaba imponerse a todos aquellos, demostrar que se encontraba por encima del resto; había dado por supuesto que el puesto de líder pasaría a sus manos una vez su padre decidiera abandonar el liderazgo del aquelarre. Sin embargo, jamás contó con la posibilidad de que sus planes se vieran truncados por la decisión de Ferenc de pasar el relevo a Derek y no a Axel.
Eso parecía haberle trastocado, abriendo una enorme brecha entre Axel y el propio Derek.
-No eres nadie para corregirme, Gala –repuso el vampiro, utilizando nuevamente mi diminutivo-. Soy tu superior.
Le dediqué una sonrisa carente de humor.
-No recuerdo haberme alistado en el ejército, Axel –le provoqué-. No estás por encima de mí...
La sonrisa del vampiro se ensanchó, consciente del juego de palabras que había usado para burlarme de él y que podría utilizar para tratar de devolverme mis propias palabras y humillarme.
-Todavía no estoy encima de ti –mi rostro no mudó de gesto ante su insinuación, pues había contado con ello-. ¿Y Derek? ¿Derek ha conseguido estar encima de ti?
Le hundí el dedo índice en el pecho, hincándole con fuerza la uña. Axel ya no tenía le mismo efecto en mí, el pavor que podría haber despertado en el pasado cuando lo había visto por primera vez se había desvanecido. Ahora lo único que despertaba en mí eran instintos asesinos y una poderosa sed de venganza.
Pestañeé con coquetería.
-Él es mi amo –respondí.
Contuve un gemido de repulsión cuando el rostro de Axel se hundió en la curva de mi cuello, aspirando mi aroma y haciendo que su aliento cálido chocara contra mi piel, acrecentando la sensación de náusea que había despertado su cercanía; el vampiro buscaba que mostrara mi debilidad para intentar aprovecharse de ella, seguramente estuviera acostumbrado a que todo el mundo cayera rendido a sus pies, casi suplicando por su vida.
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Midnight
Vampir¿Una chica caminando sola por la ciudad a altas horas de la madrugada? Listo. ¿Un callejón oscuro? Cerca de donde se encuentra ella. ¿Un tipo con una pinta sospechosa? Más que preparado para entrar en escena. El día en...