Existen sonidos agradables como el de una buena música o el sonido de las olas; pero mi melodía favorita siempre será la risa. La expresión mas simple de la alegría, una risa honesta y despreocupada, esa es la risa que me acompañó desde niña, era esa la risa de mi hermana.
No soporto la imagen catastrófica, los sollozos inútiles, las emociones acumuladas. No soporto que mi madre se olvide de su hija, no soporto que mi padre niegue todo por el miedo. Me alejo, hay más a quienes quisiera ver.
Eran las 8:54 y ya estaba lejos de casa, no fue difícil llegar, únicamente decidí estar con ella. Mi hermana, ella estudiaba a unas horas de casa, por esto, era residente en aquella ciudad y sólo nos visitaba los fines de semana. Era difícil para mí no verla tan seguido como antes.
Sólo era tres años mayor que yo y habíamos convivido dieciséis años en el mismo hogar, así que yo solía ajustarme a su edad, deseaba estar a su altura; empecé a leer a los tres años de edad, tres años después ya sabía multiplicar, a los trece buscaba vestirme como ella, cuando tenía quince salíamos juntas y lo que más disfrutábamos era tener largas charlas nocturnas, donde ella era quien mas hablaba y yo amaba escucharla. Peleábamos, como cualquier otro par de hermanas, pero nunca permanecíamos molestas por mas de quince minutos.Allí estaba ella, con un libro abierto al frente, su más grande sueño, estudiar medicina. Sus ojos no veían exactamente el libro, ella estaba reunida con un grupo de amigas tratando de estudiar, pero con esa personalidad tan espontánea que la caracterizaba, la biología se convertía en risas. Me inundaba de alegría, extrañamente me sentía feliz por un motivo que desconocía, no pensaba nada en concreto, sólo elevaba mi ánimo, mientras la risa se hacía cada vez más fuerte, mi espíritu crecía. Una alegría inocente e inconsciente, una alegría sencillamente honesta.
¿Así se sentía estar dentro de su corazón? ¿Cómo era posible reír sin pensar en nada gracioso? Admiraba a mi hermana y ese día, más que cualquier otro, quería ser como ella.
Sonó el teléfono y lo siguiente no quería presenciarlo, contestó hablando de forma fuerte y risueña, y sus rostro cambió al escuchar la vos al otro lado del teléfono. Mi corazón comenzó a palpitar muy rápido. No quería pasar por esto de nuevo, rápidamente pensé en alguien más.
Hermanita, no me siento preparada para oír tu corazón llorar, he de esperar que no sufras aunque por dentro desee que me extrañes.
Te amo.

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Déjame Ir
Ficțiune adolescenți¿Te imaginas poder sentir lo que otros sienten, e incluso pensar lo que piensan? Yo puedo hacerlo, lo había deseado tantas veces, pero ahora que puedo, creo que no me hubiese gustado haberlo hecho en vida. Hace tres días que mis signos vitales desap...