Despedida

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No me costaba decir adiós porque a menudo no lo decía. Como si esa palabra no existiera en mi lenguaje, jamás hacía uso de ella. Mis "despedidas" eran sonrisas tontas, con un encargo para el próximo encuentro, "te devolveré el libro el viernes", "traes el almuerzo para el lunes", "cuando te vea me cuentas cómo te fue", quizá porque para siempre existía una próxima vez..., pero a veces no la hay, no hay una próxima vez, en ocasiones, sólo hay una despedida.


Era un día hermoso, el Sol relucía en todo su esplendor, había pocas nubes y el jardín alrededor era muy agradable. En el centro de la tierra había un hoyo recién cavado. Había llegado el momento de deshacernos del envoltorio que me prestaron cuando nací.

A las 9:35 empezó la ceremonia, con las personas que se hallaban reunidas. Al frente mi madre y mi hermana, envueltas en un llanto que parecía no acabar. Mi familia más cercana les seguía, mi novio, mi mejor amiga y algunos chicos de la escuela que habían asistido el día anterior.

Empecé a decaer, entre confusión, culpabilidad, soledad, y pérdida. Mis ritmos subían y bajaban rápidamente; el olor de las flores que me habían parecido hermosas, me sofocaba, los cálidos rayos del Sol me quemaban, no lograba ver el evidente azul del cielo, porque todo para mí se encontraba mal. Ni siquiera el hoyo cavado era perfecto, solo podía pensar en mi cuerpo en la frialdad del "descanso eterno".

Los pensamientos y aflicciones de esas personas me tenían atormentada. Paciencia, me detengo, y entro en una paz inexplicable, cerca del hombre de cabellos blancos y una túnica de sacerdote, escucho sus palabras: "...porque del polvo venimos y en polvo hemos de convertirnos". Ironía, polvo desearía ser en este preciso momento.

El entierro de un difunto es la última oportunidad de los vivos para despedirse, pero nadie parecía querer hacerlo, lo único que pensaban era "¿por qué?, ¿cómo?", lo único que sentían era tristeza o miedo.

- Que descanse en paz
- Amén

"Amén" repetían todos, pero ¿realmente pensaban en mi descanso, o en el suyo?. En cualquiera de las opciones, no funcionó, ellos seguían llorando y yo seguía atormentada.

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