Capítulo 12: Una sola vez.

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-¿Min Yoongi? -pregunté, tratando de hacer memoria para ubicarlo.

Hoseok asientió.

-Creí que ella sería la próxima afortunada y a Park Jimin no le gusta compartir -se burló mi amigo.

-Hoseok -dije, sintiendo como el enojo lentamente llegaba hasta entrar en mis venas.

-No bromeo, creí que _______ sustituiría a Seolhyun -confesó honesto.

-Nadie sustituirá a nadie -sentencié no muy feliz. -Pero, ¿quién es Yoongi?

-Es uno de las dos gatas de Taehyung -respondió con simplicidad.

-¿Kim es bisexual? -pregunté, cerca de reírme.

-No seas estúpido, Jimin. Digo gata porque lo siguen a todos lados, él y Jungkook.

Que par de estúpidos.

-Lo que sea, ¿estás seguro que _______ y Min...? -pregunté nuevamente, queriendo que fuera mentira.

Hoseok alzó los hombros. Sabía que le importaba un carajo lo que hiciera Kim. Pero a mí no.

-Por cierto, me he encargado personalmente de esparcir tu diversión de ayer, creeme que llegará a oídos de Taehyung -afirmó, comenzando a caminar hacía su izquierda.

Agradecí a mi amigo y caminé en dirección contraria a él. Me detuve al estar frente el casillero de Seolhyun. Quería, es decir, quiero hablar con ella.

Unos brazos me rodearon por detrás. Me giré un poco y distinguí su larga cabellera negra. Me facilitas las cosas, Kim.

-Hola guapo -susurró detrás de mi oreja, erizando mi piel. Beso mi sensible zona, causando que miles de sensaciones corrieran por mis venas.

El perfume que llevaba podía ser percibido incluso desde el otro extremo del pasillo. Sin responderle, me giré y la pegué contra el rincón entre las filas de los casilleros.

-¿Deseas tu rapidito mañanero?

-Lo siento, Park. Ya me lo dieron; pero no te preocupes... -volvió a acercarse a mí -Me gustaría tener tu cara entre mis piernas esta noche -comentó, mirando mis ojos. Podía ver el deseo en sus ojos oscurecidos. Sonreí.

-Ten por seguro que pasará, amor. Estaré en tu casa a las ocho, tendremos tiempo para varias rondas -respondí, paseando mis dedos por la curva de su espalda.

-Te estaré esperando, Park.

Sí. Sería fácil tenerla de nuevo conmigo. Quiero volver a marcarla, se notaba poco. Podría casi jurar que la había tapado con maquillaje.

Los típicos tacones de mil centímetros interrumpieron nuestra charla.

-Por dios, Taehyung, ¿es en serio? -su voz. Su olor. Pero, ese tono. Ese maldito tono de voz. Sabía en qué ocasiones lo utilizaba: coqueteo. Solía usarlo repetidas veces conmigo. -Por supuesto que nos veremos esta noche -rió. Rió en forma coqueta.

Furioso, besé desenfrenadamente los labios de ______, siendo correspondido al instante. Faltaban segundos para el inicio de clases, y me importaba un carajo. La atraje más a mí. Pasé una mano por su cintura, casi cargándola. Su típico sabor me volvía loco. Comenzaba a volverme adicto a él. No sé cómo lo consigue, o algo, solo sé que me facina.

-Te llamaré luego, Tae... adiós. Al fin, el sonido de los tacones sonó cada vez más cerca.

¿Despecho? Totalmente. ¿Celoso? Una pizca. ¿Hablar con ella? No lo creo.

-Oh Jimin -suspiró ella -Te necesito de nuevo -dijo con voz entrecortada. -Podríamos... faltar... como la última vez -repitió aumentando el volumen cada vez más. Pareciera que quiere que Seolhyun sepa todo a detalle.

-Con gusto, cariño -aprobé.

Salimos del pequeño rincón. Nuestro rincón a partir de ahora.
No me molesté en mirar a Seolhyun. Algún sentimiento extraño me hizo abrazar a ______. La atraje hacía mí, aprisioné su cintura entre mis brazos, pegándola a mi cuerpo, y deposité un camino de besos desde su mandíbula a su mejilla mientras caminábamos. No me importaban las curiosas y sorpresivas miradas de los pocos alumnos que estaban en los pasillos. No me importaban del todo. En mi mente solo había una persona, y esa era Kim.

~*~

Tranquilamente, estacioné el auto en su casa. Bajamos juntos y entramos en la gran mansión. Me pregunto qué hace para poder pagar todo a la vez; es decir, no he visto nunca sus padres, quizás vivan en el extranjero o algo así y le mandan dinero a su hija cada mes. Qué se yo. No me importaba del todo ahora, solo tenía una cosa en mente. Lo de siempre. Es una lástima que no estaré para ver la reacción de Kim.

Al entrar, no perdí tiempo y la pegué a la pared de la sala. Ataqué sus labios con fuerza. Hoy no habría una sola vez, de eso estoy seguro.

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