Capítulo 25: Sí.

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-Dime que no lo hiciste -rogué, sintiendo picor en mis ojos, amenazando con expulsar aquél fino líquido salado que tanto odiaba.

Ella solo bajó la cabeza. No, no ahora corazón. No ahora que había liberado mi corazón; no en la primera vez que le hacía caso.

-Lo siento, Jimin -fue lo único que dijo.

Sin contenerlas, qué más daba, comencé a llorar. Así de simple.

-¿Por qué? ¿Por qué ahora, ___________? ¿Por qué cuando pensaba decir a todo el mundo lo que sentía por ti, lo que quería para nosotros, lo tanto que me has llegado a enamorar? -cuestioné dolido.

No había alguna palabra que describiese cómo me sentía: dolido, traicionado, decepcionado, triste, sin esperanzas; estúpido, irónico... todo por hacerle caso al corazón.

-No estoy lista -simplemente susurró. ¿Para qué, si lo hecho, hecho está? Y no hay forma de cambiar eso.

No dije nada. Durante minutos que fueron años para ambos. O por lo menos, para mí. Me dolía. Horrible. Muchísimo. Preferiría mil golpes a haber visto eso, a haber escuchado una respuesta positiva por parte de ella.

No diría nada. ¿Y si terminamos peor? Pero, estoy seguro que no puede haber algo peor.

-¿Qué? -pregunté, cerrando mis ojos, borrando la horrible imagen que no paraba de torturarme, incluso en mis pensamientos.

-Jimin, perdóname. Perdóname por todo. Yo no quería, pero... -su voz se cortó, partiéndome el alma más de lo que ya la tenía.

-"Yo no quería" -repetí, sin pensar -. ¿Entonces por qué? Dime, explícame algo. ¡Inventa alguna mentira, justifícate todo lo que quieras, pero dime algo que me haga pensar eso!

Su silencio comenzaba a matarme. ¿Qué había hecho mal para ser pagado así? Intenté conquistarla, darle su espacio, entenderla, quererla. Errores. Todos y cada uno lo fueron.

Ninguna palabra fue escuchada. Comenzaba a perder la cordura, y sin pensarlo dos veces, golpeé un jarrón de flores que yacía sobre la mesa de la sala; quebrándolo al instante. Mi madre me matará cuando lo sepa. Pero no me importaba por el momento. Nada. Solo necesitaba saber por qué.

~*~

Minutos antes.

-Minie~ -gimoteó en voz alta. Las deliciosas ventajas de que nadie esté en casa.

Mi camino de besos continuó. Sus piernas se enrollaron a mi cadera, disfrutando una leve caricia que podía desesperarme de una manera increíble. La necesitaba más de lo que imaginaba. Estaba decidido a revelar lo que sentía a media noche. Pero... podíamos divertirnos mientras llegaba la hora esperada, ¿no?

Alejé mi mano de sus duros y rosados pezones. Me deshice de la ceñida blusa blanca. Se veía jodidamente bien en ella, desde que la vi, supe que la deseaba más que nunca. Una sonrisa de satisfacción apareció cuando finalmente me sentía tan cerca de lo que más anhelábamos en estos instantes.

La falda también había desaparecido, al igual que mi camisa.

Hasta que mis ojos se encontraron con...

-¿Qué es eso? -pregunté, comenzando a preocuparme. No podía ser posible, lucía como uno nuevo, hace horas quizás. No me hagas esto, corazón.

Sus ojos buscaron de lo que hablaba, justo a un lado de su pecho derecho. La rojiza marca lucía como recién hecha. El color morado era apenas visible. Debo estar alucinando.

-¿Quién te hizo esto? -pregunté, guardando la calma.

-Jimin -susurró, preocupada. No. Demonios, no.

-¿Quién? -cuestioné de nuevo.

Ninguna palabra salía de sus labios. No me hagas esto.

-¿Acaso tú... has.... -no pude terminar mi pregunta. Ni siquiera podía imaginarlo. Tampoco quería.

-Pero...

-¡Responde mi pregunta!

-S-sí -respondió insegura Y mi mundo se derrumbó.


Seducción • Jimin •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora