Capítulo 23: No vale la pena.

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La rabia recorrió mis venas. Respiré profundo, autocontrolándome.

—No te atrevas a llamarla zorra si ni siquiera la conoces —susurré, retándolo con la mirada.

Bufó y rió con ironía. Kim Taehyung; estás cavando tu propia tumba.

—Créeme Park... que yo la conozco más de lo que tú imaginas —respondiondo, continuando con la mirada retadora. Sonrió con autosuficiencia y me guiñó un ojo, 

¿Qué? ¿Acaso le había puesto una mano encima a ella? ¡¿De qué demonios habla?!

—¿De qué hablas? —cuestioné, con seriedad.

—¿Por qué me preguntas, si tu lo conoces más que yo, o no? —respondió burlón. Esa frase me sacó lo suficiente de quicio; lo tomé del cuello de la camisa negra que llevaba y lo acerque retadoramente a mí, con unas inmensas ganas de golpearlo. 

—Kim...

—Escúchame bien, Park: aléjate de ella. Déjala en paz, no juegues con ella como lo hiciste con Seolhyun... o cada una de las tontas chicas que ilusionas y luego tiras como si fueran tus juguetes.

—¿Bromeas, no? —bufé, y solté una sonrisa irónica —¿Quién crees que eres para hablar sobre jugar con alguien? ¿Creías que no se sabía sobre la pobre chica cuando en tu primer año aquí? Por ser el hijo del director, los chismes viajan más rápido de lo que esperas; eres un cínico. Si eso no fue jugar con alguien, quisiera saber qué es... 

—¡CÁLLATE PARK! No sabes nada, nada de lo que ocurrió con ella... no sabes nada de mí...

Un golpe fue estrellado con brutalidad en mi mandíbula, picazón y dolor fueron percibidos inmediatamente. Cegandome totalmente, asegurando que se arrepentiría por eso, le regresé el golpe en el estómago, con un poco más de fuerza de la que debería. Más golpes fueron lanzados, algunos llegando con éxito, otros no tanto. Un par de chicos que caminaban apresurados a clases se detenían a mirar la pelea; pero ninguno tenía las suficientes agallas para deternos.

—Jimin, detente —pidió Hoseok, jalándome bruscamente de la camisa,  alejándome lo más posible de Taehyung.

—Tae, amor, ¿estás bien? —cuestionó Chorong, ayudando a Jungkook a ponerle de pie.

—No es nada, corazón —respondió. Reí amargamente; pobre chica. Taehyung me miró, las ganas de asesinarnos mutuamente podían olerse hasta el otro lado del colegio. Jungkook y Chorong inmediatamente se lo llevaron, y Hoseok mi miró desaprobatoriamente, con ShyeMi a un lado de él. 

~*~

—¡Por todos los cielos, Jimin! —______ abandonó la cocina y corrió hacia mí, luego de que entrase en ella, por un vaso de agua —¿Estás bien? ¿Qué ocurrió?   —cuestionó, tomando con suavidad mi rostro entre sus manos y mirándome con preocupación. Algo dentro de mí se movió y sonreí ante tal gesto: ella se preocuapa por mí... por todo aquello que me ocurriera.

—No es nada —respondí, tratando de no mortificarla, colocando mi mano izquierda sobre su mano derecha. Un escalofrío recorrió su cuerpo, el cual, inmediatamente trató de discimularlo.

—¿Quién te hizo esto, Jimin? —preguntó, con rostro serio.

—No vale la pena, ______. La pregunta aquí es: ¿estás mejor? — asintió nerviosa. 

—Espero arreglar esto lo más pronto posible, no quisiera ser una carga para ti y tu madre —susurró, mirando el suelo, intentando alejar sus manos de mi cara. Si supieras que me siento tan afortunado por tenerte a mi lado...

—No eres una carga para mí, cariño —atreví a decir. Con delicadeza, tomé su barbilla con mi mano derecha y la impulsé hacia arriba. Era la primera vez que le llamaba por algún apodo "romántico" fuera de la cama. Simplemente, lo dije por sentirlo.   

Nuestra cercanía me tentaba demasiado. Quería que supiera que de todo corazón, estaba con ella, la apoyaba y demostrarle todo, siendo atento de más con ella. Y quería saber qué pensaba de eso. Si creía que lo decía por compromismo, porque realmente lo sentía... o cuaquier razón ilógica en mi mente, pero lógica en la de ella. El mundo se detuvo. Nuestros ojos no dejaban de mirarse, un cosquilleo más. Más sentimientos, más nerviosismo, más emociones. 

Con nerviosismo, con emoción, con mimo y ternura, me acerqué con lentitud a sus labios; teñidos de un dulce rosa, que pedían a gritos ser besados. Aquellos labios de los que nunca me cansaría. Aquellos labios que me habían conquistado. Aquél delicioso sabor embriagante.


-*-*-*-*-*-*-

Hemos llegado al final del maratón. 

Muchas gracias, en serio, a todas ustedes, que leen mis raros inventos.

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