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  Me acerqué al lavabo y dejé correr el agua, mojé mis manos y las puse en mi nuca y luego me mojé la cara, tomé varias toallitas de papel para secarme, estaba pálida como una hoja de papel, ¿cómo fui tan tonta para creer que ese jueguito iba a continuar por tiempo indefinido? Es tan típico que, cuando siempre te portas bien, el día que haces algo indebido te sale mal. Tocaron a la puerta y eso me hizo salir de mis pensamientos, tiré las toallitas al bote.

– ___, ¿estás bien? – preguntó zayn del otro lado.
– Sí, todo bien.
– ¿Quieres que nos vayamos?
– No, te digo que fue la cerveza, pero ya se me pasó – respondí abriendo la puerta.
– Estás muy pálida, ¿seguro que te sientes bien?
– Sí, creo que se me bajó la presión, pero no te arruinaré – dije poniendo mi mano en su mejilla – esta noche – agregué ocultando el verdadero trasfondo de ese comentario.

Él sonrió, me dio un ligero beso en los labios, me tomó de la mano y nos dirigimos a nuestros lugares. Alonso estaba parado frente a la mesa preparando unas bebidas, una chica estaba a su lado hablandole muy entusiasmada, era un poco bajita, de tez levemente palida aporcelanada, ojos cafés, cabello rojizo y lacio que le llegaba casi hasta la cintura y con una gran sonrisa, traía unos vaqueros y un jersey de los Gigantes, al parecer era fan del equipo. Vi que le acaricio el cabello a él y los celos me inundaron, pero, ¿cómo podía estar celosa?, era seguro que él tuviera a alguien en su vida. Nos acercamos y la chica saludo a zayn.

– ¡Hola!, que bueno que viniste – exclamó entusiasmada saludándolo de beso en la mejilla.
– Hola, mira, te presento a mi novia ____, amor, ella es Romina.
– Mucho gusto ___, moría por conocerte, no sabes lo bien que se expresa este hombre de ti, te tiene en un altar – dijo abrazándome como si fuéramos grandes amigas.
– Mucho gusto – respondí sintiéndome asfixiada.
– ¿Les sirvo algo? – preguntó Alonso mientras le daba un vaso a Romina obligándola a soltarme al fin.
– Yo quiero un whisky en las rocas – dijo zayn de inmediato.
– Yo un refresco de naranja, por favor.

Vi como preparaba el whisky y luego tomó otro vaso y el refresco de naranja.

– ¿Hielo? – me preguntó mirándome.
– No, gracias – respondí esquivando la mirada.

Sirvió el refresco y tomó ambos vasos, a zayn le entregó el suyo y a mí, el mío, rozando mis dedos cuando lo tomé, provocando que sintiera un escalofrío, vi que esbozo una sonrisa traviesa, sabía perfectamente el efecto que provocaba en mí.  

Ardiente Tentación (Alonso Villalpando Y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora