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– ¿Romina? – exclamé mirándola desconcertada – ¿qué hacías en mi cuarto?

– Ay ____, me asustaste, es que esa habitacion es la que ocupo normalmente y como soy muy sensible para la luz, necesito dormir con antifaz y entré por el que siempre guardo en el cajón de la mesita de noche – aclaró y me lo enseñó – toqué la puerta y como nadie me contestó entré, pensé que zayn y tú habían salido a dar un paseo nocturno – agregó con una sonrisa pícara.

– ¿zayn no está en la recámara? – pregunté sorprendida.

– No, no hay nadie, ¿dónde estabas tú?

– Bajé a la cocina a tomarme una pastilla para el dolor de cabeza.

– Ah vale, buenas noches, que descanses, no, mejor diviértete – dijo de lo más divertida y vi como entraba a la habitacion de enfrente.

Entré a la mía y en efecto zayn no estaba en la cama, el pánico volvió a inundarme y mi corazón se aceleró al pensar en la posibilidad de que se hubiera dado cuenta de lo que yo estaba haciendo. Iba a tomar mi movil para llamarlo cuando vi que salió del baño y al verme parada en mitad de la recámara se asustó y soltó su movil que cayó sobre la alfombra, de inmediato se agachó para levantarlo.

– ___, te tardaste una eternidad – dijo nervioso y dejó el aparato sobre la mesa de noche y se sentó en la cama.

– Salí a tomar el aire para ver si me sentía mejor.

– ¿Y funcionó? – preguntó mientras se acostaba dándome la espalda.

– Sí, ya estoy bien.

– Hasta mañana, cariño, que descanses.

– Hasta mañana, zayn.

Me acosté a su lado en la orilla de la cama y apagué la luz, no pude evitar sentirme mal por lo que había hecho con Alonso mientras mi novio estaba bajo el mismo techo, pero tampoco pude evitar sentir incertidumbre por la actitud de éste, ¿qué hacía hablando por teléfono en el baño?, si el reloj de la mesa de noche marcaba poco más de la una de la mañana.

Aún no despertaba por completo cuando sentí como acariciaban mi brazo y subían la manga de la pijama para deslizar sus dedos en mi hombro y moverlos en círculos, después bajaron por mi espalda y metieron la mano por debajo de la tela para acariciar mi cintura mientras sentía como pegaba su cuerpo al mío. Abrí los ojos al sentir que su mano bajaba más allá de la cintura y volteé para encararlo.

– Alonso , ¿qué rayos haces aquí? – exclamé atemorizada levantándome de la cama.

– Comprobando si eres capaz de cumplir con tu promesa – respondió en tono serio acostándose de lado y poniendo su cabeza sobre su mano cerrada.

– Estás loco, ¿cómo entras así nada más?, zayn puede estar en el baño.

– No te preocupes por él, salió a correr hace quince minutos.

– De todas maneras vete, Romina sí está en la casa.

– Esa niña no se despierta antes de las once y apenas son las nueve de la mañana – dijo hincándose en la cama.

– Por favor, Alonso, no me hagas las cosas más difíciles.

– ¿Tú?, ¿difíciles?, ¿y yo cómo califico que no tienes voluntad para impedir que él te acaricie? – exclamó acercándose a mí que seguía de pie cerca de la cama.

– Alonso, estaba dormida, perdón si no tengo mucho control bajo ese estado.

– Sentí cuando te despertaste y no me detuviste – me tomó por la cintura y me hizo caer en la cama colocándose encima de mí – no quiero imaginarte entre sus brazos.

– Tonto, yo sabía perfectamente que eras tú, mi cuerpo te reconoce.

Me sonrió encantadoramente, mientras sus ojos analizaban mi cara y me quitaba un mechón, para luego besarme apasionadamente, mientras su mano doblaba una de mis piernas y acariciaba la pantorrilla debajo del pantalón.

– Buenos días ___ – dijo sonriente en mis labios rozando su nariz con la mía.

– En serio que sí estás loco, ¿te caíste de niño y te golpeaste la cabeza?

– No, me la golpeó una hermosa desconocida la noche de un martes y ella fue la que me hizo enloquecer – respondió mientras besaba mi cuello.

– ¿Así que estás loco por una desconocida? – pregunté sonriendo con los ojos cerrados, siguiéndole el juego.

– Sí, no sé que me ha hecho, creo que me embrujó – respondió lengüeteando el lóbulo de mi oreja mientras se abría paso para que nuestros sexos se rozaran.

– Deberías hacerte una limpia para librarte del hechizo – dije acariciándole lentamente la espalda.

– No se me había ocurrido, gracias por el consejo.

Volvió a besarme en los labios mientras mis manos jugaban con su cabello y movía mi pelvis acompasadamente con la suya. Bajó dando pequeños besos a mi cuello, yo jadeé acariciando el suyo.

– Alonso, ya basta – dije con un hilo de voz sintiendo como se elevaba mi temperatura – no podemos continuar con esto y menos aquí.

– Vamos a mi habitacion, entonces.

– Por supuesto que no zayn no tarda en regresar.

– Tenías que recordármelo – dijo molesto – está bien, por ahora lo dejaremos así.

Ardiente Tentación (Alonso Villalpando Y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora