25°. Demasiadas Emociones en un Día

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Capitulo triste. En memoria a dos grandes personas: Tía Con y Tío Giovanni.
En paz descansen

Estoy en un cementerio.

Mi mamá llora y yo no puedo evitar llorar igual.

Por la tarde mi mamá llamó para avisarme que se murió mi abuela.

Esto me parte el corazón.

Yo veo la muerte como parte de la vida y algo natural pero eso no implica que no me duela.

Mi abuela Con o Consuelo.
Fue una gran mujer.
Algo arisca en su trato pero cariñosa al fin.

Yo solo le agarro la mano a mi mamá y ella recuesta su cabeza en mi hombro ya que yo soy unos centímetros más alta que ella.

Esto me parte el alma.

Verla llorar.
Ver llorar a mis tías.
Tener el ataúd en frente.

Ella solo llora y yo también.

El Padre da la misa correspondiente y yo trato de darle ánimos.

Cuando termina la misa vamos al sitio donde la van a enterrar.

Se me salen las lágrimas.

No me atreví a mirarla, prefiero recordarla viva.

Una vez ya listo me despido de mi mamá y me voy a otra parte.

Donde están las cenizas de mi tío Giovanni Fiandaca. No era mi tío, era tío de mi papá pero como era una de esas personas que se dejaba querer me gustaba visitarlo.

Hablo con él un rato y me despido.
Voy a donde mi abuela Con y me despido.

Esto es... duro...
Una perdida nunca es fácil.
Pero siempre habrá que vivirlo y afrontarlo lo mejor posible.

La voy a extrañar.

*****

De vuelta al hospital no me siento bien.

Voy conduciendo.

Me recuerdo del entierro de Giovanni.

Yo tenía 14 años.
Era un domingo 22.

Todos estábamos esperando a que empezara la misa.

El primo de mi papá lloraba mucho ya que era muy unido con su papá. La hermana de él estaba aguantando, respiraba, soltaba unas lágrimas de vez en cuando pero nada exagerado como su hermano.

Fue la primera vez que vi a un muerto.

Me dijeron que el ataúd estaba abierto y que él estaba muy bien pero eso no era cierto. Estaba amarillo, los labios desgastados, estaba peinado y arreglado.
Fue extraño ver un cuerpo sin vida, parecía un maniquí.

Sin verlo mucho más me retiré y le escribí a un amigo ya que me costaba estar ahí.
Se me partía el corazón.

Las personas seguían llegando, algunas las conocía, otras no.

Lo único que me animó el día fue un bicho que volaba cerca de un señor y este no se lo podía quitar, entonces esperó y le dio con la mano para tumbarlo al piso.

Yo estaba sentada enfrente de él.

El bicho solo trataba de volar y veía pies de personas desconocidas alrededor del insecto.

Cuando este pudo volar, de nuevo fue hacia el señor.
Yo solo no podía contener la risa al igual que su hijo.

Al cabo de una hora viendo como lloraban y cada vez llegaba más gente, llegaron coronas de flores hermosas con el nombre de quien las mandaba.

Y Solo Yo Para Mí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora