Capítulo 13: Las Vías.

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- Ahora sí, ¡Podés abrirlos! - Al abrir mis ojos, lo que contemplaba era realmente hermoso: una vía de tren que conectaba dos montañas sumamente altas. Pinos, montañas, las sierras, nidos de aves, más pájaros... era algo, inexplicable. Al lado de las vías había una roca que simulaba ser una mesa petiza, y en ella había dos vasos, una botella con agua, dos platos chiquitos y en ellos una servilletas que aparentaban envolver un Sándwich.
- Mat... Esto-esto es...
- Inexplicable. Lo sé... - dijo perdiendo su mirada en las sierras.
- ¿Cómo supiste de éste lugar? - dije acercándome a él, poniéndome a su lado.
- Es una larga historia. Otro día te la contaré - dijo poniendo atención a mis ojos, dirigiéndome una sonrisa. De esas sonrisas en las que me pierdo. Luego se dio media vuelta, para quedar enfrentados, me miró fijamente, agarró mi cintura, y me abrazó. Había esperado que me besara, pero no lo hizo, y sólo me abrazó. Pero no era cualquier abrazo. Era un abrazo pasional. Nos sujetábamos fuerte los dos, estábamos tan pegados que podía sentir sus latidos. Nos habremos quedado así por más o menos 5 minutos. Luego nos separamos
- ¿Ya tenías todo esto planeado?
- En realidad, no. Tenía planeado comer en la plaza, pero cuando vi que tenías un longboard, inmediatamente pensé en traerte para acá. Esta es mi forma de pedir mis más sinceros perdones. Espero que en realidad los aceptes.
- Apenas me dijiste "perdón" en la plaza, lo acepté, no hacía falta todo esto. Es un lugar especial para a vos, ¿eh?
- Si... lo es... nadie sabe sobre este sitio, ni siquiera mi hermana. Solo vos y yo. Espero que sea nuestro secreto - me dijo guiñando el ojo.
- Lo será, Mat. Tenelo por asegurado.
- Sé que puedo con confiar en vos plenamente - dijo tomandome las dos manos. Yo sonreí y le di un abrazo, él me lo correspondió. Nos interrumpió el ruido de mi estómago. Tenía hambre. Se separó y dijo
- ¿Ténes hambre?
- Si... un poco... ¿Qué hora es?
- ¿Un poco? ¡Eso fue un monstruo! - me reí a carcajadas, por un momento me había imaginado a un monstruo grande y feo en mi estómago, y Matías haciendo caras, gestos y ruidos, no ayudaba. Finalmente los dos reímos. Me reía tanto que no podía respirar, dejé caer mi cuerpo al suelo, para sentarme y seguir riendo. Él se sentó al lado mío, para luego acostarse, mirando las nubes. Yo hice lo mismo. Nos quedamos un rato así. Giró la cabeza hacia a mí – son la 1:20pm, y vos tenés que estar allá a las 3:30. Tardamos media hora en llegar, por lo tanto tenemos aproximadamente hora y media para seguir acá. Por lo tanto... - dice suspirando mientras se levantaba - vamos a alimentar a ese pequeño monstruo en tu estómago - me extendió la mano.
- ¡Por favor! Ya veo que me termina comiendo a mí - dije agarrando su mano para levantarme. Reímos los dos por semejante estupidez que acababa de decir.
- Por aquí señorita - me indicó con la mano haciendo un gesto de reverencia. Reí. "Matías sí que sabe hacerme reír" pensé.
- Muchas gracias señorito - dije con voz sofisticada. Tratando de imitar a una princesa de clase alta.
- Es todo un placer - dijo Matías con una bella voz.
- ¿En dónde se supone que nos sentemos, joven Matías? Acuérdese que el piso está lleno de hormigas, y bichos asquerosos que no quisiera ni imaginar que existen - dije haciendo un intento de cara de asco
- Disculpe señorita, no había pensado en ello. ¿Le molesta si comemos parados?
- Ne, da igual, no me molesta - contesté volviendo a mi todo normal de voz.
- Ya, ¿en serio no te molesta? Porque traje unas mantas si...
- Ya dije que no hay problema, Matías. De hecho me gusta sentarme en el pasto, en serio. No hace falta que te preocupes - contesté sentándome frente a esa "mesa" de piedra.
- Si vos insistís... - dijo haciendo lo mismo que yo - Espero que te guste...
- Mm... A ver que hay por acá... - saqué el papel que estaba un poco mojado el cual envolvía a eso que parecía un sándwich, y sí, era uno - Sándwich de milanesa, tomate, lechuga, mayonesa, kétchup. Nada mal, eh. Ahora a probarlo - el dejó que to primero lo probara, estaba riquísimo, al tragar "alabé" su sándwich - Mat, ¡esto está riquísimo!
- ¿En serio?
- ¡Si!
- Ai... qué bueno... temía que no te guste.
- Ahora probalo vos.
- Okey. Mmm... Nada mal. Lo asumo.
- Pf, siempre humilde - reímos y comimos. Cuando terminamos de comer a Matías se le ocurrió cruzar las vías, cosa que a mí no me dio miedo en lo absoluto. Pero hay que admitir que un poco de vértigo me daba. Eras millones y millones de kilómetros para abajo. En fin, hicimos eso, nos sentamos al borde de estas y nos quedamos un rato mirando al horizonte, tomados de la mano.

[...]

Al llegar a casa, eran las 3:00pm, "tengo tiempo para bañarme" dije hacia mis adentros.

- Con que acá estás, ¿eh? – Alicia me dijo tomandome por sorpresa.

- Si... bueno... Estaba por ahí andando en long. Ya sabés, necesito despejarme un poco. Y sobre todo prepararme para lo que pronto vamos a hacer vos y yo... - dije con la cabeza media agachada.

- Si... ¿Querés ir? Porque tranquilamente puedo hacer todo yo, le pido ayuda a tu tío y listo. No quiero obligarte a hacer nada que no quieras... - dijo apenada.

- No abuela, si quiero ir. Necesito ir – "si, necesito saber qué carajo era lo que se ocultaba en el cuarto de Belén. Saber si es verdad o sólo un maldito sueño..." pensé

- ¿Segura, tesoro?

- Si abue, en serio quiero hacerlo – dije esta vez con una pequeña sonrisa en mi rostro.

- Está bien... Si querés podés ir a bañarte, estás tosa sucia, cariño. ¿Por dónde anduviste? – dijo riendo.

- Por aquí, por allá, por acá. En todos lados y en ninguno a la vez.

- Ajá... Alexia... ¿Con quién estuviste?

- Ai, que lastima. Es un secreto...

- Alexia – dijo esta vez cortante.

- Está bien, está bien. Ya entendí. Estuve con Matías, ¿si? – ella abrió los ojos como platos algo exaltada

- ¿EL chico lindo del hospital?

- ¡Abuela! – dije gritando y riendo a la vez.

- Es una bromita, mira si una vieja de 75 años se va a andar fijando en una criatura de 16. ¡Qué vieja verde!

- No me sorprendería – dije riendo. Mi abuela tenía demasiado sentido del humor. Sinceramente, era algo mágico. Todo lo que pasaba, sea bueno, malo, o extremadamente malo, ella le encontraba el punto gracioso. Eso era algo que adoraba de ella, siempre me hacía reír, fue ella quien estuvo conmigo cuando nadie más lo estuvo, le debía mucho...

- Ya, hablando en serio. ¿Qué hacías con él?

- Emm... Él se había comportado un poco mal conmigo la primera vez, entonces me pidió que nos juntáramos así me podía pedir disculpas personalmente. Entonces accedí, fui con mi long, claro está, me pidió disculpas y como él también tenía un longboard, decidimos dar una vuelta. Me llevó a un mini bosque, pero lo lamente, no puedo decirte más, es secreto.

- ¿Te besó?

- ¡No! Solo somos amigos, Alicia. Nada más.

- Mmm... está bien, confió en vos.

- Gracias. Ahora me voy, tengo que bañarme. No me había visto antes, estoy realmente llena de mugre

- Sos una mugre.

- ¡Abuela! – dije riendo.

- ¿Qué? Es cierto...

- Sí, claro, como digas, señora limpia.

- ¡Al agua pato bicho! ¡Vaya a sacarse toda esa mugre!

- Ya basta – dije riendo cada vez más.

- Está bien... está bien... Lo lamento.

- Claro – dije riendo. Y me dirigí hacia el baño.

Más allá del dolor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora