Capítulo 21: Buenas amigas.

96 7 16
                                    

- No, en serio, ¿qué voy a hacer con vos?
- ¿Te pensás que tengo alguna idea? Estoy toda lastimada, me duele hasta el alma.
- ¿No había un río por acá?
- Creo que sí.
- Tendremos que buscarlo así podemos curar un poco esas heridas.
- No tengo energías.
- Vas a tener que hacer un esfuerzo.
- No. No quiero - dije protestando, pero no de broma, sino seria.
- No me importa.
- Como sea - me crucé de brazos y cerré los ojos, pero no duró mucho mi tiempo de receso, dos manos agarraron mis brazos, y me jalaron hacia arriba, abrí los ojos rápidamente, y juro que vi a Diego, con cara de querer seguir pegandome. Grité ante esa transformación, las manos me soltaron y caí con fuerza al piso, pero seguía siendo Leyla.
- ¿Qué pasó? – dijo ella algo asustada.
- Me duele todo - dije tratando de disimular, con el corazón al ritmo de un alce corriendo, y es en serio, no bromeo, no me impresionaría si me tomo el pulso ahora y me da 150 por minuto.
- Está bien, vamos a esperar un rato.
- Además, Leyla, ¡Ni siquiera sabemos si hay un puto río! – manifesté poniéndome de malhumor, todo era demasiado para a mí, no lo soportaba.
- Tiene que haber un charco después de tanta lluvia – se encogió de brazos.
- ¡Excelente idea! ¿Cómo no se me había ocurrido antes? ¡El agua con barro y muchos gérmenes va a hacer que me sienta mucho mejor! Y ni hablar de las heridas, ¡Éstas van a desinfectarse y con eso vamos a hacer de cuenta que nada pasó! - dije en todo burlón, aumentando mi malhumor, Leyla se limitó a mirarme con mala cara, y al verla, me sentí culpable, demasiado - Perdón, no quería ser un problema más... - dije avergonzada, mirando al suelo, pero ella no dijo palabra alguna y sólo se fue - ¿A dónde vas? – alcancé a gritarle antes de que se fuera.
- A buscar si por acá cerca hay algo con agua limpia - se dio vuelta a contestarme, y si, ahora era ella la de malhumor.
- Tené cuidado, por favor, y, gracias - levantó un pulgar a modo de respuesta y se fue. Culpa, era todo lo que sentía.
Mi corazón no paraba de latir fuerte, y para colmo, pasaban los minutos y ella no volvía, en un momento empecé a preocuparme, y después de una conversación conmigo misma decidí ir en busca de ella, traté de levantarme con las pocas energías que tenía, realmente no me sentía bien, el ritmo al que estaba yendo mi corazón me agotaba, me sentía realmente cansada, sentía cansancio tanto físico, como mentalmente, pero eso no me impidió a levantarme, o por lo menos a hacer el intento, porque no pude: tomé envión para pararme, pero mis piernas se vencieron, mis rodillas temblaban, y todo mi cuerpo ardía, lo que hizo que cayera bruscamente al suelo, haciendo que ahora me duela mi cuerpo completo.
» Ni para pararte servís « dijo la voz de mi cabeza después de reír, esa risa con su maldita voz distorsionada que me producía un dolor de cabeza impresionante.
- ¡Callate! - grité furiosa.
» Ilusa « rio » Apuesto que sos tan débil que no vas a poder pararte « dijo en tono burlón.
- Veamos quién ríe el último - le dirigí un tono de voz desafiante, acto seguido puse mis manos en el suelo, adelante mío y con la ayuda de ellas traté de levantarme, aunque lo único que logré es caerme de cara, la voz aumentó el tono de su risa.
» Patética, realmente patética « seguía riendo, apreté la mandíbula, no tenía más paciencia, lo intenté una y otra y otra y otra vez, pero solo me llevó al fracaso, no podía creer esto. Un gran nudo en mi garganta se hizo presente, y mis ojos empezaron a largar lágrimas, mientras que la maldita voz seguía riendosé de mí, pero me contuve, lo intenté una vez más: apoyé mis manos en el suelo, hice toda la fuerza que pude, y logré ponerme de rodillas, levanté la pierna derecha para que la planta de mi pie pueda hacer contacto con el piso, y esto causó que la rodilla izquierda se desestabilizara, perdiendo el control para así caer nuevamente.
- Perdón por demorar tan... ¿Alexia? – dijo esto último preocupada, acercandosé a mí con rapidez.
- ¿Por qué demoraste tanto? – dije con la poca energía que me quedaba, mientras sonreía.
- Espero que no sea un reclamo. El río no está tan cerca, pero está ahí, ¿te sentís bien como para caminar? – me reí a lo loco.
- Cuando vi que no volvías, empecé a preocuparme, y quise pararme, ni eso pude lograr – dije con gracia, ella se rio, lo admito, era gracioso, en cierta parte...
- Está bien, vamos a esperar a que te recuperes un poco, de último te llevo en mi espalda – reí otra vez.
- No creo que puedas cargar con el peso – dije aun riendo, Leyla se limitó a mirarme de reojo - ¿Qué?
- No seas tonta.
- ¿Qué dije ahora?
- Ya sabés.
- Okay – reí más fuerte.
- ¿Entonces esperamos?
- Por favor.
- Está bien.
- ¿Te vas a quedar ahí para?
- ¿Y qué sino?
- No lo sé, podrías sentarte a mi lado, la mañana es larga – ella rio.
- Como usted prefiera, su majestad – dijo haciendo esa típica reverencia.
- Eso quiero, que vengas a mi lado, y no te vayas.
- Nunca voy a hacer eso – dijo cambiando la expresión de su cara, pero yo miré hacia otro lado - ¿Qué pasa?
- Lo siento, no creo en los "para siempre".
- ¿Creés en mí?
- Si.
- ¿Entonces? – dijo acercandosé un poco más hacia mí.
- Perdón, no puedo.
- Lo entiendo, pero no miento cuando digo que nunca te voy a dejar...
- ¿Segura? – se arrodilló en frente mío, me miró fijamente, y me abrazó.
- Te lo prometo – me susurró al oído. Es cierto, no creo en los "para siempre", porque de alguna u otra forma termina, pero, esta vez era diferente, creía en ella. Le correspondí el abrazo, y nos abrazamos con fuerza, no pude contenerme y se me escaparon unas lágrimas - ¿Estás llorando? – dijo divertida, dando por terminado el abrazo.
- No, sólo me transpiran los ojos – dije secando mis ojos.
- ¡Oh, santo Dios! – dijo sorprendida, y a la vez riendo.
- ¿Qué pasa?
- ¡Alexia Rodriguez tiene sentimientos! ¡Y también llora! Tengo que sacarle una foto esto – dijo sacando su celular con intención de fotografiarme.
- Oh no, ni se te ocurra – dije riendo.
- Oh, ¿por qué no? ¡Esto no es algo que ocurra todos los días!
- No me importa, no saqués esa foto – dije aumentando el tono de mi risa.
- Decí "whiscky" – exclamó con felicidad.
- ¡No! – reí más fuerte y me tapé la cara, y sacó la foto.
- Ows, mirá lo tierna y sentimental que te ves – manifestó mientras me mostraba aquella foto.
- Oh, ¡hija de la gran perra! ¡Te voy a matar!
- Para eso vas a tener que pararte.
- No me desafíes.
- A ver qué puede hacer, señorita – se alejó de mí.
- Ya vas a ver – hice fuerza con mis piernas, y me levanté, no podía creerlo, realmente lo hice.
- Muy bien, ahora seguime, a ver si podés – gritó agarrando sus cosas.
- ¡Vení para acá! – dije y la corrí, ella también corría. Entre gritos, amenazas, tropezadas y demás, llegamos al río.
- ¿Ves que no era tan difícil? – reí.
- Te odio.
- Me amás – rio.
- Como digas.
- Vení, voy a limpiarte esas heridas – dijo yendosé para la orilla, yo le hice caso, me acerqué, arremangué mi remera mangas largas sin mucho cuidado, al final de cuentas, no dolían mucho, y Leyla las limpió, hizo lo mismo con mis rodillas y cara – Ya está, como nueva – reí ante ese comentario.
- ¿Segura? ¿Nadie lo va a notar?
- ¡Mierda!
- ¿Qué?
- ¿Qué vas a decirle a tu abuela?
- La verdad.
- ¿Cómo que "la verdad"?
- Me caí en longboard, y me lastimé, me pasa más a menudo de lo que crees.
- Ah, esa parte de la verdad.
- Exacto – reímos.
- ¿Te sentís mejor?
- Mucho mejor, gracias.
- No hay de qué, me alegro.
- No, Leyla, en serio, gracias.
- Pero, ¿Por qué? ¿Qué hice ahora?
- Que no hiciste – dije resaltando el "no".
- No entiendo.
- Estar. Estás siempre cuando te necesito por más que no lo merezca, ¿cómo lo hacés? Decime, ¿Cómo es que me tolerás?
- Ai, Alexia, no seas tonta, somos amigas - me contestó con una sonrisa.
- Creo que es la primera vez que alguien me dice eso y lo siento de verdad.
- Estoy para lo que necesites, ¿sí?
- Gracias.
- Tranquila, algún día me lo devolverás.
- ¡Con que por ahí venía la cosa! - dije graciosa.
- Y bueno, todo lo que das vuelve.
- Claro - dije entre risas, la miré un rato y me acosté en el pasto, mirando al cielo, y ella hizo lo mismo. Después de un considerable tiempo en silencio, me levanté – Vamos, ya me siento mejor. Además, ¡me agarró un hambre terrible! - Leyla rio.
- Lo sé, a mí también. Vamos - se paró ella también, agarramos los longboards y nos fuimos.

Después de aproximadamente 2 horas de viaje, llegamos a la cuidad, ya era la 1 de la tarde. Decidimos ir cada una para sus casas, pero Leyla me acompañó todo el trayecto, aunque su casa quedaba más cerca por el camino que tomamos, según ella tenía miedo de que me golpeara de nuevo, aunque de todos modos no me había golpeado tan fuerte, la ropa casi no se raspó, lo único "grave" fue mi cara, pero nada que un poco de maquillaje y mentiras no tapen. En fin, llegué a mi casa, me despedí de mi amiga con un fuerte abrazo, y entré, llamé a mi abuela, y para mi suerte no estaba. Aproveché el momento para ir rápidamente hacia el baño y cubrir un poco la herida. En mi cabeza sólo rondaban dudas, ya no sabía lo que era real y lo que no, que feo se sentía, estaba perdiendo la cabeza y era muy consciente de ello. Salí del baño y me puse mi pijama, siempre estoy con ropa para dormir cuando estoy en casa, no hay cosa más cómoda que estar con la ropa suelta y sin corpiño, nada más placentero que andar así. Me acosté en mi cama, estaba exhausta, pero eso no fue la mejor excusa para no pensar. Solo eran preguntas lo que rondaba por mi cabeza, ¿qué había sido todo eso? No entendía el por qué ni el cómo, pero tenía asuntos más importante de qué ocuparme, por ejemplo, mi venganza hacia Tobías. Si, ya sé, la venganza no es buena, pero la vedad ya no me importa, quiero que tenga su merecido, y lo va a tener. Amito que ya no me importa si realmente siente algo por mí o qué, yo sólo quiero que tenga lo que le corresponde. ¿Qué si estoy nublada por las deseosas ganas de vengarme? Quizás, pero repito: me da igual.

Más allá del dolor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora