Espero que les guste la canción <3, dejenmelo saber en los comentarios
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Llegamos a la casa de mi abuela e inmediatamente me fui a la cama. Y en cuestión de minutos me dormí profundamente...
- ¡Alexia! ¡Vamos, despertate! Vení a la cocina, hay alguien que quiere verte - grita mi abuela desde la sala-comedor, pero no quiero, quiero seguir durmiendo, así que mantengo los ojos cerrados - estoy segura de que le encantará verte - escucho a mi abuela decirle a la persona que según entendía vino a visitarme. Cuando esa persona misteriosa le respondió, escuché algo, pero no lo suficientemente claro como para saber de quién se trataba, pero su voz era grave, como la de un hombre - ¡Alexia vamos! ¡Despertate! - dice mi abuela despertándome, moviéndome con sus manos, yo abro los ojos vagamente.
- No estoy de humor para visitas. Decile que se vaya. Quiero seguir durmiendo - digo con la voz más ronca que nunca.
- ¡No seas irrespetuosa! ¡Vamos! ¡El tío tuvo que recorrer un largo camino solo para verte! Por lo tanto, ¡pone en movimiento ese gran trasero que tenés y levantate!
- ¿Tío? ¿Quién? - digo un poco más interesada en el asunto.
- El hermano de tu madre - ”mamá... Mierda...” se me vinieron un montón de recuerdos de ella...
- ¿El tío Gabriel? - digo emocionada, casi gritando, ya que desde mis 8 años que no le veo, y de los integrantes de la familia por parte materna, él era mi favorito. Siempre me malcrió comprándome todo tipo de cosas que yo quisiera, me hizo sentir querida cuando más lo necesitaba, y él era el único que me sacaba una sonrisa cuando sólo había energías para llorar. Él era, o mejor dicho, es, una persona muy importante para a mi, como lo extrañaba. Alicia abre la boca para decirme algo, pero no le doy tiempo, ya que de tanta emoción me levanto bruscamente de la cama con una enorme sonrisa dibujada en mi rostro para buscar a Gabriel.
- ¿Me entrañaste? - dijo con voz arrogante, cruzado de brazos, con la mirada seria, y sus ojos color verde clavados en mi. Inmediatamente un escalofrío recorrió mi espina dorsal, pero al mismo tiempo, mis ojos brillaban, y un calor interno me recorrió de pies a cabeza, me parecía ¡¿Sexy?!
- Sabés que estás muy mal de la cabeza, ¿no? - dice la pequeña voz en mi cabeza.
- ¿Acaso es un pecado lo que estoy sintiendo?- le respondo en mi cabeza, sin emitir ninguna palabra, para no parecer más loca de lo que ya soy.
- ¿Y a vos desde cuándo te importa la iglesia y todo lo relacionado con "Dios"?
- Es una forma de decir, ¡idiota!
- Si me insultas a mí, te estás insultando a vos misma, imbécil. Somos una.
- Qué más da... ¿Por qué estoy sintiendo esto? - mi corazón aumentaba su ritmo.
- Ya te dije, porque estás hecha mierda de la cabeza - me contesta, haciéndome irritar.
- Si me insultas a mí te estás insultando a vos misma, imbécil. Somos una - le contesté imitándola, en tono burlón.
- ¡Aigh! ¿Cómo es que el irresistible de Matias y la sexy de Leyla te aguantan?
- Aigh ya dejame en paz. Tengo que resolver esto - dije cortante.
- Na, no vas a poder librarte de mi tan fácilmente. Pero como esta conversación lo único que hace es ponerme de malhumor, mejor me voy. ¿Estás en tu periodo o qué? Aprendé a tratar mejor a las personas.
- ¿Acaso sos una persona? - dije, pero no me contestó, “Genial, se fue” pensé.
- ¡Alexia! - dijo mi abuela emocionada - ¿Te acordas de él? - “como no acordarme...” dije hacia mis adentros ¿Alexia? - estaba en un pequeño shock, no podía creer que había vuelto.
- ¿S-si? - dije saliendo del pequeño shock.
- ¿Me escuchaste? - preguntó mi abuela un poco preocupada.
- N-no, lo siento... Yo...
- No te precupes, Alicia. - él me interrumpió - ¿Querés salir a caminar, Alexia? Quiero compartir muchas cosas que me hicieron pensar a vos durante el viaje - me dirigió la palabra con una supuesta sonrisa.
- Está bien. Santiago - dije cortante, sin miedo alguno. En la calle no podía hacerme nada, así que era una buena elección - ¿En dónde estuviste? - le pregunté cuando ya estábamos en la vereda.
- En España - me dice sin interés alguno - Mira, te traje esto - me dirige la palabra para sacar de su bolsillo un chocolate - Tengo más cosas en casa, si te apetece acompañarme... - dice esto último transformando su tono de voz normal en algo seductor, mojandose los labios con su lengua y mirándome de pies a cabeza, y no sé qué ocurre conmigo, pero una sensación recorre todo mi cuerpo, y me enfado al no saber identificarla.
- Em, no, gracias. Creo que estoy más que bien con esto - digo levantando el chocolate - Además tengo tarea que hacer, no tengo tiempo - digo ocultando el miedo que tenía.
- Sé que me deseas - dijo acercándose a mi.
- Claro que no, largate de acá. No necesito pestes cerca de mi - dije haciendo un intento para alejarme de él, pero inmediatamente me agarró del brazo con fuerza, evitando que me fuera - ¡Soltame! - exigí, él apretó más su mano - ¡Me haces mal! - su mano estaba sujetándome cada vez con más y más fuerza. Con su otra mano, me agarró de la cadera y con un movimiento brusco me acercó hacia él. Era un poco más alto que yo, no tanto, pero lo era. Estábamos tan cerca, que sentía su parte, unos centímetros más arriba de la mía. Sin dejar de sujetarme, acercó sus labios a los míos, y me besó. Él cerró los ojos, mientras yo estaba tiesa, no sabía cómo reaccionar. Pero luego, ese mismo maldito calor me recorrió en todo el cuerpo, otra vez y por algún motivo me sentía a salvo. Sus besos empezaban a gustarme. Cerré los ojos disfrutando de miles de sensaciones que recorrían en mi, me dejé llevar. Amarré mis brazos arriba de sus hombros, envolviendo su cuello, mientras él relajó sus manos en mi cintura. Empezamos a acelerar el ritmo de los besos al igual que su fuerza. Santiago empieza a caminar hacia atrás, llevandome claro, a un callejón oscuro, pero no me importaba.
Después de menos de 2 minutos de caminata, él chocó contra la pared, largando un gemido, lo que me produjo miles de sensaciones más. Eran sentimientos que nuca había experimentado antes. Dejando salir mi lado salvaje, comienzo a besarle el cuello, él baja sus manos hasta llegar a mi trasero, y aprieta con fuerza. Paso mi lengua por todo su cuello, largando suspiros excitados, vuelvo a sus labios, sus besos eran húmedos y suaves, pero a la vez fuertes. Y de pronto, antes de que pudiéramos pasar a otro nivel, de sus bolsillos saca una pequeña cuchilla, me gira con un movimiento muy brusco, dejándome en contra de la pared, y pone ese pequeño, pero muy afilado cuchillo en mi garganta.
- ¿Ves que te dije que me deseabas? - me dirige una mirada sádica, con el ceño fruncido - ¿Podés notar todas las sensaciones que causo en vos? Todavía tengo control absoluto sobre vos, niña estúpida, pero, ¡Adivina qué! Ya me aburriste, así que ahora tendré que matarte, sólo sos un estorbo para a mi - dicho esto, hace presión con su cuchillo en mi garganta, y lentamente lo desliza en forma horizontal, creando un gran corte, largo y profundo. Cuando termina, caigo de rodillas al piso y gimo de dolor al sentir un líquido espeso y húmedo recorrer mi garganta. Me toco la herida que acababa de efectuarme, pero inmediatamente saco la mano, el dolor era mucho, y ahí lo veo, sangre en mis dedos. No puedo evitar llorar de tanto sufrimiento, las gotas caen solas. Después de todo, ¿así es como iba a morir finalmente? Después de haber planeado tantos suicidios en mi vida, ¿iba a morir asesinada? Me acurruco en el suelo, viendo a mi vida pasar, y Santiago me patea en el estómago muy fuerte...
Abro mis ojos rápidamente, sintiendo una presión en mi garganta y un pequeño dolor en mi estómago, me siento toda mojada y húmeda, como su hubiese llovido en mi cuarto. Las sábanas, el colchón, el acolchado, todo estaba mojado. Lo más probable es que sea el sudor producido por la pesadilla que acababa de tener. Mi corazón estaba más agitado que nunca “pero, ¿¡Qué clase de maldita pesadilla acabo de tener!?” pensé desesperadamente, froté mis ojos y empecé a llorar con demasiada fuerza, lo suficiente como para despertar a mi abuela.
- Éstas llorando porque te diste cuenta que sos una idiota, y tenés demasiada culpa acumulada, ¿no? - dijo parandose al frente mío, mirandome súper seria, de brazos cruzados.
- ¿Pero, de qué hablas? - pregunto más confundida que nunca dejando de lado el llanto, para ponerme seria yo también.
- ¿Cómo que "por qué"? - dice levantando cada vez más el tono de voz que tiene, y aunque su voz fuera ronca, gracias al cigarrillo, tenía un tono muy potente a la hora de gritar. Nunca la había visto así de enojada. Por alguna razón me daba mucho miedo - Tu hermana confió en vos para que busques las respuestas de su muerte, ¡y le fallaste! Sos una maldita porquería. ¿Y si remanente no está muerta? ¿Y si no se suicidó? ¿Y su alguien la mató? ¿O qué tal si aún está con vida? ¡Que gran decepción!
- ¿Abuela de qué hablas? - dije con preocupación, y deprimida, sus palabras eran muy duras, y justo en el momento menos indicado. Me senté al borde de la cama.
- ¡Ai dale, no te hagas! ¡De la caja de Belén pelotudita!
- No había nada, sólo joyería - dije fría, parándome.
- ¡Daaah! Belén siempre fue misteriosa y buena ocultando secretos, busca bien. No te conviertas en una mayor decepción de lo que ya sos.
- ¿Lo soy?
- Si, bastante, ¡Ahora mové ese enrome culo flácido que tenés y busca! - dijo dándome una fuerte patada en mi trasero.
Me desperté de nuevo, muy transpirada, y con la misma presión en el cuello, el dolor en el estómago, y ahora también en mi trasero, como si todos esos golpes hubieran sido reales. “Por favor que esto tampoco sea un sueño” pensé. Froté mis ojos con mucha fuerza, porque me ardían demasiado, pero lo único que causé es que me ardieran más, “¡Estúpida!” me digo. Me paro lentamente para ir al baño y lavarme la cara. Me miro al espejo, estaba muy pálida, transpirada y con unas ojeras terribles, encima mi piel al estar tan blanca, las malditas resaltaban. Me lavé la cara, fui al cuarto, me cambié de ropa, y volví a acostarme, agarré mi celular para mirar la hora 3:48AM... “Maldita sea, ¿me podré dormir de nuevo?... No, mejor no. No quiero seguir teniendo pesadillas” pensé. Me quedé un rato mirando el techo... “¿Por qué tengo tantas pesadillas? ¿Será acaso la depresión? ¿O quizás el estrés?”, comencé una charla conmigo misma, al decir esto último decidí buscarlo. En el navegador puse "estrés" »Estado de cansancio mental provocado por la exigencia de un rendimiento muy superior al normal; suele provocar diversos trastornos físicos y mentales.« "no estoy haciendo nada productivo, así que no creo", »Conjunto de alteraciones que se producen en el organismo como respuesta física ante determinados estímulos repetidos, como por ejemplo el frío, el miedo, la alegría, etc.«, "Miedo, si creo que es eso". Inmediatamente se me ocurrió buscar también "¿La depresión causa estrés?" y no encontré nada con es título, solo eran "relación entre la depresión y el estrés", volví a buscar "estrés" y me encontré con un test, »test de estrés - Instituto de Psicoterapia«, "Si dice »psicoterapia«, no creo que sea un test cualquiera", y me puse a contestarlo, al terminar me salió »Nivel alto: tenga cuidado con las situaciones estresantes y dedique un tiempo cada día para desarrollar su capacidad«, "creo que tengo estrés, ¿no?", me pregunté, y mirando fijamente en el techo me quedo dormida... Otra vez.
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Más allá del dolor.
Teen FictionA lo largo de mi vida tuve que transitar demasiadas cosas verdaderamente dolorosas, pero siempre mantuve la esperanza de que algún día todo mejore, y justo cuando empezaba a creer que ese momento llegó, me vi enfrentada en una horrible situación: ha...