Final.

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P.O.V. ISABELLA.

Después de lo que pasó en el salón con Luke no lo volví a ver en todo el día. Tenía la esperanza de que pudiéramos hablar sobre el tema con más calma, en alguna de las clases que tendríamos juntos pero no entro. Tal vez se había ido. Aunque era la respuesta más razonable, la preocupación sobre dónde y cómo estaría no podía salir de mi cabeza.

Cuando la hora de salida llego, pensé llamar un taxi para ir a casa y empacar mis maletas; sin embargo, Cole se adelantó ofreciéndose a llevarme en su auto.
Le dije la dirección, para luego quedarnos en silencio. No sabría decir si era incomodo o no, simplemente estaba neutral.

Luego de cómo media hora llegamos a mi casa. Le sugerí a Cole que se estacionara en la cochera, mis padres llegarían hasta más tarde. Una vez que el rubio acomodó el auto, entramos a mi casa, después de abrir claro.

—Es una hermosa casa.—comentó observando las paredes y decoración.

—Gracias.

Busqué en el refrigerador algo para comer, encontré una manzana y un racimo de uvas. Cole aceptó las uvas y yo decidí comer el fruto rojo.
Subí a mi habitación, seguida por Cole, que aún veía mi casa como si fuera lo mejor del mundo.

Abrí la puerta de mi habitación lentamente. Hacia tanto que no venía aquí, extrañaba este lugar. Sonreí de manera inconsciente. Le ofrecí sentarse en la cama o en un sillón, decidió acomodarse en la silla giratoria de mi escritorio y jugar en ella.

En lo que el chico estaba en su celular jugando con el asiento, me dispuse a acomodar mi ropa para las maletas. En una pequeña bolsa acomode toda mi ropa interior de la manera más discreta posible. Al parecer el rubio lo noto porque sonó una leve carcajada.

—Ya he visto ropa interior femenina, ¿sabes? ¿Quién crees que lava la ropa en mi casa? una pista, Conny no.

Ambos comenzamos a reír por alguna razón. Se sentía bien, era como descansar y dejar caer todo el peso de las cosas que te están oprimiendo o estresando.

—Isabella. Te quiero.

Mi respiración se descontrolo. Mi corazón empezó a acelerarse, y una risita nerviosa adornaba mi rostro. Sentía la necesidad de corresponderle pero no estaba 100% segura de sí mis sentimientos por Cole llegaban a un "te quiero".

—No tienes que responder, solo quería que lo supieras. Ahora, ¿porque no dejas de debatir en tu linda cabezita lo que sientes por mí, y recoges tu bolsita de ropa que se te cayó?

Mi cara se torno roja a más no poder, levante la bolsita y la guarde en mi maleta, intentando no hacer contacto visual. Escuche como Cole intentaba reprimir una carcajada.

[***]

—Puedes dejarme aquí, pediré un taxi.—le comenté a Cole cuando salíamos del restaurante de comida rápida.

—Estas loca. No te dejaré sola, cargando tus maletas hasta quién sabe dónde.—negó mientras me dirigía a su vehículo con su brazo al rededor de mi cintura.

Le di la dirección del edificio donde se ubicaba el penthouse de los Ross. Debía ir por unas cosas extras, y claro, a despedirme.

Pasamos el camino en silencio, a excepción de los pequeños golpecitos que Cole le daba al volante siguiendo el ritmo de la música. En un momento no definido me quede dormida recargada en la ventana.

Gracias a Kenny.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora