Capítulo 9

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-¿Es una rata? Mamá dice que las ratas son peligrosas, te muerden y te mueres.

-No es una rata, es un cachorro.

-Pero parece rata –Nia mira con desconfianza- ¿Si lo toco me muerde y me muero?

-No te va a hacer nada, mira –Eloise le hace unos mimos entre las orejas y el cachorro agita su rabo- Le gusta, inténtalo.

La pequeña estiró su mano hasta el cachorro y despacio imitó el movimiento de Eloise, el cachorro volvió a mover la cola animado por las caricias de la pequeña.

-Creo que le gusto ¿Cómo se llama?

-Eso aún no lo pensamos –Eloise se sentó a la pequeña en el regazo- ¿Tienes algún nombre en mente?

-Cara de rata.

-Oh no, ese no –Dakota sacudió la cabeza y acarició el lomo del chucho- Me gusta algo como Trueno o quizá Tormenta.

-Muy adecuado –Eloise comenzó a trenzar el cabello largo de la pequeña- Pero no, ¿No le ves parecido a alguien?

Dakota miró al cachorrillo fijamente, era color negro con unos enormes ojos y con un poco de color marrón en las patas, no era el perro más lindo del mundo y hacia unos ruiditos como si roncara.

-No me viene nadie a la mente.

-A mí sí –Eloise tomó la cara del cachorro- Esos ojos salidos, esas barbas y el cuello largo, es igual a el señor Gubert Alexandre Zeppelin.

Dakota suelta una carcajada y mira de nuevo al cachorro, era verdad, el señor Gubert era un adinerado minero que frecuentaba la fábrica donde trabajaba Eloise además de ser amigo del esposo de su madre, era un hombre alto, flacucho y con una barba escasa y marrón que solo le cubría la barbilla, al mirar al cachorro no pudo evitar pensar en él.

-Pero Gubert es un nombre espantoso y Alexandre podría ofender a alguien –acunó al animal en los brazos- Se llamará Zeppelin.

-Buenos días –su tía Stheph asomó la cabeza a la habitación- ¡Stephy! Te dije que fueras a lavarte para desayunar.

-Mamá, mamá –la pequeña corrió y se abrazó de las faldas de su madre- ¡Quiero un perro!

-Ya tienes un pony cariño –ella acarició el cabello peinado de la pequeña-

-Es aburrido, quiero un perro como el de la señorita Dakota.

Pequeña cotorra, pensó Dakota acunando al animal más cerca de su cuerpo.

-Oh, ¿de dónde ha salido ese perro?

-Llego anoche en medio de la tormenta, tía, está herido y es muy pequeño –miró a Eloise de reojo para asegurarse que no fuera a soltar detalles- ¿Puede quedarse?

Su tía parpadeó un poco anonadada por la pregunta.

-Esta es tu casa, puedes hacer lo que te apetezca –le sonrió- Por ahora, será mejor bajar a desayunar.

-¿Pero no te molesta?

-Bueno, si lo educas lo suficiente para que esté en casa no hay problema, también podrías dejarlo en los establos, allí hay un par de perros también.

-Lo educaré muy bien, no hará destrozos –asintió enérgica.

-Bueno, pues entonces vamos todas a tomar el desayuno, el té se debe estar enfriando.

Fueron a la mesa y tras acomodarse Dakota dejó al cachorro en el piso que comenzó a dar unos pasitos temblorosos alrededor olisqueando su nuevo hogar, una de las cocinaras o mucamas o cualquiera que sea su función le llevó un tazón con comida que el animalillo no tardó en devorar, la pequeña Nia no le quitaba la vista de encima.

Esclavo | Jamie y DakotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora