Capítulo 13

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Jamie se quedó sin aire al ver una vez más esos preciosos ojos azules que lo miraban fijamente con una mezcla de ansiedad y temor, mirándola sintió como si lo hubieran golpeado con fuerza en el estómago, luego miró a Elena quien parecía molesta pero seguía con una sonrisa en la cara.

-Ah, mi querida Lady Dakota, temo que mi querido James no se encuentra muy dispuesto...

-Me encuentro mucho mejor mi señora –interrumpió e hizo una reverencia- Lady Dakota.

Ella hizo una pequeña reverencia y Jamie notó que sus pequeñas manos temblaban mientras sujetaba las faldas de su vestido.

-Bueno, en ese caso –Elena alzó una campanilla y poco después de sonarla apareció una chica en la puerta- Amelia, lleva a Lady Dakota y a James a la mejor habitación.

La chica asintió y se hizo a un lado para esperar a que pasaran, James miró a Dakota que parecía perder cada vez más el color, le tendió la mano que le tembló ligeramente cuando la extendió frente a ella.

-Sígame, por favor.

Con ganas aun de salir corriendo, Dakota tomó su mano y el contacto fue la fuerza que necesitó para andar de nuevo, además le provocó un escalofrío inesperado que la sacudió de cabeza a los pies, James soltó un suspiro tan bajo que seguramente solo ella lo había escuchado cuando él le colocó su mano alrededor de su brazo firme, ella bajó la mirada mientras eran conducidos escaleras abajo a lo que parecía un sótano con puertas por todos lados, llegaron a una al final del pasillo y la mucama abrió la puerta y se hizo a un lado, ella aún tomada del brazo de James entró sin alzar la vista.

-¿Necesita alguna cosa mi Lady? –preguntó la chica.

Dakota negó con la cabeza, la chica se apresuró a avivar el fuego de la chimenea que había allí casi apagado y luego salió dejándolos solos y sumidos en un incómodo silencio.

Dakota respiró profundo un par de veces, James la soltó y ella sintió que, a pesar de que ahora caminaba para alejarse un par de metros de ella, era como si de alguna forma el espacio no existiera, como cuando se vieron en el lago y sintió que no había agua de por medio.

Lo escuchó acercarse de nuevo a ella por la espalda, ella miró hacia un lado y al ver la enorme cama llena de almohadas sintió que el estómago se le encogía.

-¿Por qué yo?

La voz a su espalda la sobresaltó, pero no se giró a verlo.

-No lo sé –respondió en voz baja.

-Aun así, mi Lady... le agradezco su elección.

El cuerpo de Dakota se llenó de calor, sentía como su fuera verano y estuviera en los jardines de su casa bajo el sol abrazador, las manos de James se alzaron despacio para ponerlas en sus hombros y dio un respingo, luego las bajó despacio a lo largo de sus brazos rozando la suave tela de las mangas que era tan delicada y suave hasta que finalmente tocó la piel de sus manos que seguían aferrando su vestido, él hizo que soltara la tela y dejó las manos a los lados mientras él se las sostenía acariciándolas apenas, era una sensación desconocida y maravillosa para ella.

-Mi Lady, posee usted las manos más pequeñas y preciosas que he visto, pero denotan que ha trabajado duro en la vida –James hablaba con una voz ronca que la hacía estremecerse- ¿Ha sido así, Lady Dakota?

-Sí... James.

Jamie sintió que su voz provocaba en él no solo aquel bulto que llevaba en sus pantalones, sino algo más fuerte que le aceleraba el corazón, algo que jamás creyó que sentiría en la vida.

Esclavo | Jamie y DakotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora