Capítulo 31

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Leila terminó su segundo cuenco de sopa caliente sentada en una esquina de la gran cocina, la servidumbre no paraba de ir y venir de forma que nadie le prestaba demasiada atención, le habían dado ropa limpia que la abrigaba bastante, unas botas nuevas, muy cómodas y resistentes además de una habitación que compartiría con otras dos doncellas.

-Ya ha nacido, es un niño –dijo una mujer bajita entrando a toda prisa a la cocina- Lady Dakota ha ordenado que empaquen cosas y arreglen un carruaje, se marcharán de aquí de inmediato.

-No me sorprende, con lo que el señor Flynn quiere hacerle, es lo mejor, la pobre recién dio a luz –un hombre, posiblemente el cocinero, parecía muy enfadado- no es para nada justo, cuando aparezca ese hombre habría que echarle a palos de la casa.

-No podríamos, nos enviaría a prisión más rápido de lo que avanza la tormenta –la misma mujer bajita miró alrededor- solo quedamos diez personas de servicio, tenemos un techo y buena paga, habrá que hacer todo para ayudarla, de momento ha venido la señorita Eloise ordenando que escondamos al perro.

-Déjalo en nuestra habitación –contestó una chica más joven- lo vigilaremos, si vienen a buscarlo lo esconderemos de inmediato.

-Lo haré.

Leila se acercó a la pileta para escuchar mejor con el pretexto de limpiar su cuenco, la mujer bajita, que parecía ser el ama de llaves la miró con una amable sonrisa.

-No te preocupes por eso, ya lo limpiaremos.

-Estoy acostumbrada a hacerlo –dijo en voz baja- de hecho puedo ayudar en lo que necesiten, estoy segura que puedo servir de algo.

-Por ahora debes descansar –le dio unas palmaditas amables en la mano- ve a tu habitación, ha sido un día agitado para ti.

-De acuerdo –asintió.

Cuando se daba vuelta para obedecer, otra joven doncella apareció con un cesto, dentro algo se movía y una cabecita peluda se asomó y luego agitó su rabo.

-Traigo al perro de Lady Dakota, ¿dónde vamos a dejarlo?

-Con las chicas, querida Leila ¿podrías llevarlo contigo?

-Sí mi señora.

Tomó el cesto y caminó despacio con él, el animal la olisqueó y luego agitó su cola con fuerza, antes de llegar a la puerta de su nueva habitación se paró en seco y lo miró con detención, su estómago dio un vuelco, aquel había sido su cachorro, el que supuestamente había muerto ahogado el temporal pasado de lluvias, lo más probable era que Jamie se lo había obsequiado a su Lady, sus ojos se llenaron de lágrimas, bajó el cesto y acarició la cabecita del perro.

-Al menos me alegro que sigas vivo, y que tengas un buen hogar.

El animal comenzó a lamerle la cara haciéndola reír, de entre todo el caos aún quedaban algunas cosas buenas en el mundo.




James se ajustó la capa de piel y se ajustó la capucha, la lluvia caía cada vez con más fuerza, se ocultó más contra el tronco del árbol mientras agudizaba el oído, tan solo una hora antes había tomado la poca comida que Amelia le había preparado y había ido con sumisión ante Elena pidiéndole, casi en un ruego, disculparlo para subir a descansar, para su suerte, ella le creyó.

-Mañana retomarás el ejercicio con los demás, y bajarás conmigo al pueblo, tenemos que buscar una nueva chica del servicio, pero quiero que las clientas que te vean por ahí sepan que podrán pedirte de nuevo.

Esclavo | Jamie y DakotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora