Capítulo 15

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Ella necesitaba un hijo.

Jamie seguía procesando la información en su habitación, después de que Dakota se marchara aquella tarde perdió el apetito y en general las ganas de moverse así que había subido a su habitación y solo se había echado bocabajo en su cama, no se había movido, no quería bañarse o perdería la esencia de ella, tenía el sabor de sus besos aún en la boca y cuando cerraba los ojos podía escucharla gemir en su oreja...

-Haz desobedecido hoy dos veces, sabes que mereces un castigo.

James no se movió ni un centímetro ante esa voz.

-Mi señora usted siempre ha dicho que jamás neguemos servicio a ninguna dama.

-Con esa mujer en especial no te lo discuto, pero hoy no has cumplido con tus deberes hacia conmigo y La casa Lincoln –escuchó los zapatos de la mujer repiquetear por su alfombra- y además de eso interferiste en el momento que negociaba con ella ofreciéndoles al nuevo prospecto.

-Lo siento, pero ella me eligió a mí –había un deje de orgullo en su voz.

-Y pienso sacar partido de ello.

Jamie sintió que se le erizaba el vello del cuello cuando la escuchó rodear la cama, estaba acostumbrado a sus castigos físicos así que cuando ella enterró una de sus manos en su cabello y tiró de su cabeza con fuerza hasta que lo miró apretó los dientes con fuerza.

-Escucha mi querido Jamie, Lady Dakota es una valiosa joya que ha obtenido todo lo que ahora posee por un golpe de suerte, y como ahora necesita un heredero y te ha elegido a ti para procrearlo, vas a hacerlo ¿me entiendes?

Jamie no movió ni un músculo, Elena le dio un último tirón de cabello antes de soltarlo y alejarse hacia la puerta.

-Alístate muchacho, irás a hacerle compañía a Lady Dakota esta noche.

¿Ella quería verlo de nuevo? ¿Estaba dispuesta a seguir con eso? ¿Lo estaba él?

Se recordó que no quería hijos bastardos por el mundo, que en su vida al menos tendría el poder de eso, pero con aquella preciosa dama... todo cambiaba, no estaba seguro lo que sentía con solo verla pero quizá, solo quizá, podía darse una oportunidad de intentar dejarla en cinta.

En ese momento Elena le arrojó un bolsito de cuero a la cama, Jamie se incorporó despacio, el olor le dijo lo que era.

-¿Por qué me da el polvo si debo dejarla en cinta?

-¿No decías que jamás tendías hijos con ninguna mujer? Bien, allí tienes la solución, ella te eligió y siento que podemos sacar beneficios extra, un par de sesiones extras para que tardes más en dejarla en cinta bastarán, la bastarda esa seguro tiene una fortuna descomunal.

Jamie apretó los dientes. Se trataba de eso, Elena solo quería beneficiarse a ella misma con aquello.

Esa noche Jamie investigaría todo aquello.

-¿Estás segura que no quieres que me quede esta noche contigo? –Eloise miró de nuevo por la ventana- Viene una tormenta.

-Enserio Elo, quiero estar sola –tomó la mano de su amiga- ¿Lo entiendes, verdad?

-Bueno, supongo que puedo aceptarlo –ella se puso de pie ataviada con su camisón nuevo y su bata de seda, Dakota pensó que ella parecía más una heredera rica con su precioso cabello rubio y aquellas curvas que la vida le había otorgado- ¿Puedo llevarme a Zeppelin? Al menos así estarás completamente sola.

-Claro –Dakota no se levantó de su asiento junto a la ventana- Que duerman bien.

Elo tomó la caja se sombrero que hacía de cama del cachorro, el perro apenas se inmutó cuando lo levantó y salió por la puerta, en cuanto desapareció Dakota miró el reloj de la pared, eran pasadas de las once. Con las manos temblando se acurrucó mirando por la ventana, no temblaba por el frío ni por estar asustada, temblaba por recordar las sensaciones que había descubierto ese día en brazos de James, había sido muy íntimo, agradable, suave y... cerró los ojos. Delicioso, no había otra forma de describirlo.

Esclavo | Jamie y DakotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora