Capítulo 8

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Maratón 3/3


James con la mejilla aun ardiendo por el golpe bajó a prisa al sótano, supo de inmediato dónde estaba la chica pues era la habitación más amplia que estaba al fondo del lugar, había varias habitaciones cerradas donde los demás chicos daban servicio, él ya las conocía todas y cada una de ellas.

Sacudió la cabeza y siguió andando hasta que encontró la habitación con la puerta abierta donde estaba la chica, al entrar lo primero que vio fue a Leila que sostenía a la chica, estaba sollozando contra una persona que apenas conocía, algo no debía ir bien.

-¿Qué pasa? –preguntó y al momento la chica dio un respingo en su lugar y corrió a ponerse contra la pared.

-Por favor, no... no me toques.

James miró a Leila que se encogió de hombros.

-Yo, perdona pero ¿por qué lloras? –James sacudió la cabeza- Sé que tu madre te ha obligado pero no tengo intención de cumplir con lo que me han pedido.

Los hombros de la joven caen ante esas palabras, evidentemente estaba muy preocupada por eso.

-Te lo agradezco, mi madre me ha obligado a hacer de todo desde siempre, pero esto –sacudió su cabeza derrotada- Lo excede todo.

-Lo entiendo –James miró a Leila- ¿Podrías traernos un poco de té?

-Enseguida –se apresuró a salir por la puerta.

-No te preocupes, pensaremos en algo –la invitó a sentarse en la cama y ella se acomodó al borde de la misma, como si fuera a salir corriendo en cualquier momento- Tu nombre es Lucy ¿verdad?

-Así es –ella se alisó el vestido sin levantar la vista- ¿Y tú?

-Soy James, pero cuéntame qué te pasa, para saber en qué situación estás y qué podemos hacer.

-Me han prometido con un Lord, tiene veinte años más que yo y mi madre se muere por ascender de título –jugaba con los encajes del vestido mientras hablaba, la hacía verse aún más joven- Pero quedó estéril por las guerras y solo se casará conmigo si quedo en cinta, por eso mi madre me ha traído aquí.

-Lo entiendo, pero dime ¿me parezco a ese Lord?

Ella alzó sus ojos verdes a él y lo miró de arriba abajo antes de apartar la mirada, estaba ruborizada.

-El color de cabello y su piel, es alto como usted... pero tiene ojos marrones, los suyos son... diferentes.

-Bien lo sé yo –Jamie se recostó sobre los mullidos almohadones- Hay algunos de los hombres de la casa que tienen al menos el cabello parecido al mío, quizá alguno de ellos pueden dejarte en cinta.

-¿Usted tampoco... puede?

-No es nada contra ti Lucy, pero no quiero saber que dejo hijos por todo Londres –sacudió la cabeza- No es nada contra ti, pero yo tenía un trato con la Señora Lincoln y como ella ha roto esa promesa yo lo haré también.

Leila entró entonces cargada con una bandeja con té y galletas de avena, lo dejó todo en la cama en medio de los dos y se retiró luego de darles una mirada extraña, James sirvió dos tazas y le tendió una a ella que la tomó con manos temblorosas, bebieron en silencio y finalmente James habló, no podían dejar las cosas así.

-Podemos fingir que no te he podido dejar en cinta –murmuró mirándola- Pero tendremos que buscar la forma de decirle a tu madre que te he desvirgado.

-Eso... por eso no te preocupes –ella bajó la taza, apenas había dado unos sorbos- Yo, en realidad... ya he estado con un hombre.

James la miró con la boca abierta, si ya había estado con un hombre...

Esclavo | Jamie y DakotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora