Tú, él, vosotros.

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Es una noche despejada, con suerte dislumbro una o dos estrellas, y aquí estoy, sentada al filo de la ventana, con una pierna colgando y la otra apoyada en la cama, la leve brisa juguetea con mi cabello. En la cama, una libreta medio abierta y un boli entre sus hojas escritas, en la mesita una taza con batido de chocolate (si, soy un poco infantil, pero ¿a quien no le gusta un buen batido?) y a su lado el libro que me tiene capturada.
Estoy en un descanso, he escrito sobre ti, sobre como imagino tu sonrisa, como serán tus manos, y tu forma de andar, tu voz... He escrito sobre muchas cosas, también he escrito sobre él, sobre sus ojos verdes como la hierba fresca, sobre su sonrisa cariñosa, y sobre sus manos, que se acoplan perfectamente a las mías.
Pienso en ellos y sonrío, no puedo evitarlo, los dos, de alguna forma me hacen feliz, la distancia no es problema pues lo siento cerca, son importantes en mi vida. Soy feliz, pues ha visto mi pasado y sigue conmigo, ha visto mis cicatrices y no ha huido, me quiere, hasta con mis imperfecciones, no puedo pedir nada más.

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