Capítulo 5. Un golpe de suerte

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Bella

Ya eran casi las cinco de la madrugada cuando al fin llegamos a la gasolinera. No podía con mis pies, me dolían a horrores. Aquel chico… Edward, no había hablado demasiado por no decir nada.

Ahora a la luz de la gasolinera podía verle mejor. Se veían unos bonitos ojos verdes bajo toda la tierra que tenía pegada a la cara, y un pelo sucio pero con tonos cobrizos. No era feo, pero no podía apreciarle del todo. Nos dirigimos hasta la tienda.

-Hola-dijo la dependienta.-¿En qué puedo ayudarles?

-Necesito gasolina-dije sin rodeos-, mi choche se ha quedado sin reservas a unos cuantos kilómetros de aquí y he tenido que venir andando.

-De acuerdo.

Le comuniqué el tipo de gasolina que llevaba mi Cadillac y desapareció en la trastienda en busca del encargo.

-Bella, ¿cómo vamos a volver a tu coche?-dijo él. Le miré. Vale, no lo había pensado.

-Em… Ni puta idea.

Se llevó una mano a la frente y se dio una ligera palmada. Luego se puso a pensar al igual que yo. A menos que ocurriese un milagro y nos saliesen alas… No sabía cómo llegaríamos hasta mi coche, estaba demasiado lejos de allí y no estábamos para volver andando.

-¡Ya sé!-exclamó él.

-¿Qué?

-Ya lo verás-sonrió. Tenía una sonrisa traviesa. ¿Qué haría?

Observé cómo la chica salí d la trastienda y se ponía tras el mostrador. Empezó teclear en la caja y me dijo el precio. Después de pagarle, Edward habló.

-Disculpa… Jass-dijo después de ver su nombre en la placa que ella llevaba enganchada al uniforme. Ella le miró. Noté que en su voz había un matiz algo distinto, casi irreconocible. Juraría que hablaba seductoramente mientras la miraba a los ojos.- Resulta que ahora mi amiga y yo no sabemos cómo volver a su coche, ya que está muy lejos.-Se inclinó por encima del mostrar y sonrió de lado, una sonrisa muy irresistible pero que para mí no lo era en absoluto. ¿Estaba flirteando con la dependienta?- Y me preguntaba si… tú podrías llevarnos.

Ella se quedó estática por un momento, sólo era capaz de mirar a Edward. Luego reaccionó y sonrió.

-Claro, no hay problema.

Le miré con los ojos como platos mientras la tal Jass iba a buscar las llaves de su coche a la trastienda. Este tío era increíble.

Edward

Después de conseguir que aquella chica de la gasolinera nos llevara hasta donde se encontraba el coche de Bella, llenamos el tanque de gasolina y nos subimos. Jass me echó varias miradas, claramente queriéndome decir que haría de todo conmigo menos soltarme, luego se fue y nosotros emprendimos nuestro camino.

-Está bien, ahora mismo me vas a decir cómo has hecho eso.

-¿Qué cosa?

-Hacer que esa tía con cara de siesa acabase mirándote así, que parecía que se te tiraría al cuello en cualquier momento.

-El arte de la conquista, supongo-le dije sonriendo.

-Joder, pues mi que no estás precisamente acicalado.

-Una sonrisa adecuada, una mirada en el momento justo y unas palabras precisas y las tienes en la palma de tu mano-justifiqué.

Ella se encogió de hombros, puso un disco en la radio y las guitarras y las voces de Simple Plan inundaron el vehículo. Tenía buen gusto esta chica. Me relajé y el coche tomó velocidad. El sol empezaba a salir por el horizonte mientras nosotros íbamos hacia él. Hacia Washington. Hacia Forks.

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