Edward
Entré decidido pero silencioso a la casa, aun sabiendo que eso no me serviría de nada. En seguida mis padres me abordaron a preguntas, querían respuestas para todas las que soltaban. Alice observaba desde la escalera con Emmett detrás de ella, posando una mano en el hombro de mi hermana pequeña. A ella no le gustaba cuando discutía con papá y mamá, a Emmett no le gustaba que ella sufriera. A mí tampoco. Pero yo no podía evitar ser como era.
-¡Edward!-exclamó mi padre Carlisle.- ¡Contesta!
-He estado por ahí-dije vagamente.
-Ya, eso no nos interesa, nos interesa por qué vienes así.
-Tuve un accidente, ¿vale? Se me desvió la moto por la carretera y acabó hecha una mierda, luego una chica que venía a Forks me ayudó a llegar hasta aquí. ¿Contentos?-repliqué cansado.
-Edward, ¿te has hecho daño hijo?-dijo mi padre. Su faceta de médico salió al instante.
-No, solo han sido unos pocos rasguños-dije zafándome de la mano que había puesto en mi brazo-
¡Dejad de preocuparos tanto por mí!
-¡Nos preocupamos por que somos tus padres!-dijo mamá.
No contesté. Pasé a mis hermanos de largo y llegué al baño, de donde no salí hasta que me di una buena ducha de agua caliente para relajarme y poner mis ideas en claro. Cuando salí de la ducha enrosqué una toalla en mi cintura y limpié el vaho del espejo con mi mano. Me miré fijamente durante un rato. Las ojeras se divisaban a simple vista dado que no había dormido nada desde hacía dos días. Suspiré por lo bajo y aparté la vista del espejo, para luego a los pocos segundos volver a posarla otra vez.
No vi mi reflejo. Por un escaso segundo pero con absoluta nitidez pude verla a ella. Esa chica de ojos color chocolate intenso, cabellos oscuros y largos y mirada inquisitiva estuvo ante mí. Agité la cabeza y salí del baño hasta mi habitación. Bella era muy guapa, no podía negarlo. Cuando me hube vestido con ropa de andar por casa tocaron la puerta. Era Alice.
-Hola-dijo solamente, luego se sentó encima de mi cama.
-¿Y Emmett?
-Salió con sus amigos-se hizo un silencio en el que solo se escuchó el sonido de nuestras respiraciones.-Edward-dijo Alice.- ¿Por qué eres así?
-¿Así?
-¿Por qué actúas como si los demás te importasen una mierda?-espetó mirándome con ojos vidriosos. Yo me quedé paralizado.- No puedes negar que eres un rebelde sin causa y que siempre haces lo que te da la gana, y cuando Esme o Carlisle quieren reclamarte una mínima cosa armas el lío más grande. Todo para satisfacerte a ti mismo.
-Alice las cosas no son así.
-¡Pues dime cómo realmente son entonces!-dijo esta vez más alto. Se estaban aguantando las lágrimas.
Yo sabía que ella no quería escuchar nada más. Me senté tras ella y pasé mis brazos alrededor de su cuerpo.
-No llores, no quiero que llores por mi culpa-susurré en su oído. Me sentía culpable. Alice era de todo menos mala conmigo, y así se lo pagaba. Pero no encontraba palabras, no encontraba cómo consolarla.- Lo siento hermanita.
Apreté mis labios para tragar ese molesto nudo en mi garganta. La misma situación semana tras semana.
Bella
-Hola Bella-me dijo Charlie, yo intenté sonreírle dentro del cansancio que llevaba en el cuerpo. Salí del coche y le di un ligero abrazo. Nunca habíamos sido de los que demuestran su afecto externamente y eso ahora no era ninguna novedad para ambos. Mi padre me ayudó con el equipaje que llevaba en el coche.
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Unknow
Teen FictionIsabella Swan es la capitana de las animadoras de su instituto en Nueva York. Tiene todo lo que desea: unas amigas que la siguen con sus perritas falderas, su novio es el capitan del equipo de baloncesto, su madre le da todo lo que quiere... Pero to...