Bella
Los días después de la mudanza de los Cullen pasaron, y uno de ellos recibí un mensaje de Edward al móvil en el cual me decía que si podía ir a su casa para ayudarle a colocar su habitación. Me sonó a excusa pero igual fui, y no me arrepiento de haber ido. No podía evitarlo, cuando Edward me tocaba, aunque fuera un simple roce, me excitaba y me daban ganas de estar entre sus brazos día y noche. Pero yo intentaba aplazar esas sensaciones y olvidarme de él cuando no debía recordarle, pero cuando empezaba a olvidarle me olvidaba del olvido y empezaba a recordarle. Sí, eso era lo que me pasaba, por muy trabalenguas que fuese. Luego estaba el detalle de que cada vez nos importaba menos acercarnos en el instituto, y estaba empezando a aceptar que Edward, de alguna manera, había llegado a formar parte de mi vida.
Me puse los vaqueros mientras Edward me miraba desde su cama de matrimonio, con una sonrisa plasmada en sus labios, las manos tras la cabeza y un bóxer como única prenda para tapar su cuerpo. Sus padres se habían ido de fin de semana, su hermana había salido con Jasper y Emmett estaba a punto de llegar con Rosalie acompañándole. Además de que había recibido una llamada de mi padre preguntándome dónde estaba porque me había venido a la casa Cullen después de clase.
La habitación de Edward era muy como él, las paredes blancas a excepción de una que tenía un estampado a rayas, justo en la que estaba el cabezal de la cama de matrimonio con sábanas blancas y mantas negras. El suelo estaba decorado con una alfombra negra muy peluda, y en una de las esquinas había una gran cristalera por la cual podías salir a un pequeño balcón y observar lo precioso que era el bosque.
-¿Se puede saber dónde has dejado mi blusa?-pregunté a Edward, la había estado buscando como cinco minutos con la vista pero no la veía por ningún lado.
-Allí-respondió señalando la silla de tela que había al lado de la entrada. Suspiré y fui a ponérmela.- ¿De verdad tienes que irte?-preguntó levantándose.
-El jefe Swan es un hombre muy pacífico…
-Y también policía-repliqué. Se acercó a mí, pasó sus brazos por mi cintura llegando a meter una de sus manos en un bolsillo trasero de mi pantalón y me acercó a su cuerpo para poder besarme con facilidad-. Mm.. Debo irme y tú tienes que llevarme al parking del instituto a recoger mi coche.
No estaba contento con mi argumento pero igual debía levantarse a llevarme. Se enfundó en unos vaqueros oscuros, una cazadora de cuero, camiseta y zapatillas de deporte negras y nos dirigimos a la entrada de la casa. Allí aparcada estaba su nueva moto. Edward no había permitido que sus padres la pagasen por completo así que siguió trabajando en el taller y pagó la mitad del precio prometiendo a sus padres devolverles el dinero. Se trataba de una Yamaha r1 negra con las llantas doradas, una preciosidad tan elegante como podía llegar a serlo su dueño.
Me tendió el casco y se puso el suyo, yo pasé mis brazos por su cintura para no caerme, luego arrancó y en menos de lo que canta un gallo estuvimos en carretera. Llegados al instituto paró el motor y me bajé. Todo estaba desierto, y mi Cadillac era el único coche que se encontraba en el aparcamiento. Le hice entrega del casco y nos besamos antes de irme a por mi coche. Abrí las puertas y me mentí en su confortable interior.
Un rato después, cuando estaba a dos manzanas de mi casa recibí una llamada y tuve que aparcar a un lado de la carretera.
-¿Diga?
-Bella, soy James.
-Oh… hola James, ¿a qué se debe tu llamada?
-A nada en particular, hacía mucho que no hablábamos… No te he vuelto a ver desde el día en que te fuiste de la discoteca de aquella forma tan rara.
ESTÁS LEYENDO
Unknow
Teen FictionIsabella Swan es la capitana de las animadoras de su instituto en Nueva York. Tiene todo lo que desea: unas amigas que la siguen con sus perritas falderas, su novio es el capitan del equipo de baloncesto, su madre le da todo lo que quiere... Pero to...