Capítulo 4

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Aunque mis ojos estuvieran sellados, no estaba dormida, escuchaba como Silvia cantaba algunas canciones de su MP3, siempre cantaba, donde sea que estuviera. Tenía una voz armoniosa, una voz dulce, casi como para cantar canciones de cuna, o cosas así. Aun así, eso no me hacía dormirme, estaba relajada, mis ojos y mi cuerpo también lo estaban, estaba como en una etapa a casi quedar dormida, pero no podía lograrlo, sentía que algo me lo impedía.

Quizás era porque este tren era más incómodo que el anterior, quizás porque tenía la voz de Silvia taladrándome los oídos, aunque sólo me de paz, quizás era porque sentía su mirada clavada sobre mí, sentía que él estaba aquí. Su simple presencia me hacía sentir...

Me hacía sentir extraña, si, esa era la palabra.
Abrí mis ojos de nuevo, Silvia me miró y me sonrió, le dirigí una sonrisa también, agarré mi diario de la mochila, y ella seguía en lo suyo, no quería mirar al frente, por lo tanto agarré mi diario, comencé a escribir.

"El momento que nuestras miradas se cruzaron aún estaba en mi mente, no se iba, ni porque pensara en otra cosa, él era, el único que dominaba mis pensamientos, el único que estaba ahí todo el tiempo. Era imposible que no haya podido dormir, era imposible. Amaba dormir, era lo que mejor sabía hacer, y ahora este estúpido estaba en mi cabeza. No sabía con certeza que era lo que me pasaba, pero aseguro que era algo que ni siquiera me había pasado con los chicos del colegio, sí, yo tuve un romance Silvia creo que puede confirmárselo.
Éramos el agua y el aceite, pero aun así, el afecto entre nosotros era algo increíble. En realidad nos odiábamos. Él decía que odiarse y amarse es lo mismo, y yo le creía, en fin.
Ni con mi ex me había pasado lo que me pasaba con este chico, ni siquiera. No había comparación, eran cosas completamente diferentes, lo que más quería saber, era su nombre... Por lo menos, saber sólo eso, simplemente eso es lo que pido. Pero no tengo el valor de hacerlo.
Seguro la mira a Silvia, y yo como una fracasada yendo a preguntarle el nombre. Mientras tanto, iba a ser el chico de los ojos cafés..."

–Oye, Flor – Dijo dulcemente, mientras se quitaba sus auriculares– Creo que estamos por llegar – sonrio–
–Si... Eso creo yo también –Sonreí desconcertada, mientras cerraba el diario–
–Es muy temprano, no quiero hacer lo mismo de ayer, !Salgamos¡ –Sonrió– Total, tenemos tiempo –Dijo optimista–
–Vale –Sonreí– Saquemos los pasajes para el siguiente viaje, vamos al hotel, bañémonos... Y salgamos a divertirnos, amiga –Dije con la mejor onda posible–
–¡Eres la mejor! Hey, por cierto... ¿En qué hotel estamos esta vez? Ya tengo un lío con los estúpidos nombres –Reí–
–No recuerdo bien el nombre... Pero sé que es cerca de la estación –Sonreí– No te preocupes, vamos a tener tiempo para salir.
–¿A dónde queramos? –Sonrió mientras me interrumpía-
–Si cariño –Dije acariciando sus cabellos–

Seguimos entablando conversación con Silvia, hasta que llegamos a la estación. Vi que el chico de ojos cafés se quedó en su banca hasta que nosotras salimos... No se por qué lo observo...

–Mierda –Dije susurrando–
–¿Estás bien, cariño? –Preguntó mirándome–
–Si, todo genial –Gruñí–

Salimos, agarramos nuestras valijas y nos encaminamos para sacar los pasajes. Esta vez, teníamos para alrededor del mediodía, como era de tarde, y este viaje no era tan largo, teníamos pensado salir a dar unas vueltas y luego salir a algún bar a cenar, cosas parecidas.
Fuimos al hotel, sentíamos varias valijas ir detrás de nosotras, unos que otros susurros. La mayoría de los estudiantes de intercambio, seguro se dirigían al mismo lugar que nosotras, aun así, sentía algo raro mientras caminaba por las hermosas calles, alguien iba detrás de nosotros a nuestro mismo compás, sentía los pasos, sentía los ruidos de las valijas.

–Detente –Dije poniendo una mano antes de que pueda avanzar–
–¿Que mierda? –Dijo confundida–
–¡Cállate! –Dije intentando escuchar–

Nuestros pasos y nuestras valijas se habían detenido, y los de atrás también, intenté ver de reojo, pero no había nada detrás nuestro.

Escuché una voz detrás de nosotros, una voz que quizás estaba tan desconcertada como Silvia. Me volteé rápidamente.
Pude observar la calle vacía, sólo éramos nosotras, no había nadie más.
No había señal de que alguien estuviera caminando detrás nuestro.

–Sigamos. –Dije pensando–
–¿Qué mierda fue eso, Florencia? –Preguntó desconcertada–
–Creí que alguien nos seguía –Dije aún pensativa– Sentía pasos y ruidos de valijas... Luego sentí una voz.
–Te estás persiguiendo, cariño –Dijo dulcemente– Fue el eco de mi voz y nuestros pasos que suenan.
Quizás es la inseguridad que tienes por no estar en Madrid –Sonrió–
–Si, es posible.

Odiaba que Silvia me tomara como loca, lo odiaba profundamente. Yo estaba segura de lo que había escuchado, sentía la presencia y con eso me alcanzaba para asegurarme de que lo que escuchaba era cierto. Llegamos al hotel, nadie entró detrás nuestro, por lo que aprobé la teoría de que estaba escuchando nuestros mismos pasos. Subimos a nuestra habitación la 305, era en el tercer piso, por eso el 3, la habitación sería la 05.
Escuché que alguien entró detrás nuestro, mientras subíamos la escalera... Pero no presté atención.

Llegamos y tiramos nuestras cosas, Silvia entró al baño, y luego entré yo. Ella ya estaba arreglada, así que sólo faltaba que yo me vistiera y nos íbamos a recorrer la ciudad. Pero cuando salí del baño, no pude tener peor sorpresa.

El Tren de los Silencios #InsideAwards2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora