-¿Hola? -Preguntaron al otro lado de la línea-
-Hola... Mamá -Dije alegre-
-¡Hija! ¿Eres tu mi cielo? -Preguntó sin poder creerlo, reí-
-No, soy el cuco -Bufé- ¡Claro que lo soy, mamá! -Exclamé alegre-
-No puedo creer que me hayas llamado... Tanto tiempo sin saber de ti, cariño -Dijo dulcemente- ¿Qué ha sido de ti en estas semanas? -Preguntó intrigada-
-Bueno... Hoteles, trenes, pasajes... Todo lo mismo -Le conté, tapando la parte del chico de los ojos mieles... Mejor dicho, Andres-Mi madre rió levemente.
-¿Y como está Silvia? ¡Me imagino que cada día más hermosa! -Exclamó dulcemente-
-Lo admito, cada día está más bonita -Sonreí aunque ella no pueda verlo-
-¿Y tu cariño? ¿Cómo te encuentras?
-Bien, hace un rato he salido de bañarme -Comenté-
-Maravilloso -Dijo dulcemente- ¿Cuándo llegas aquí, mi vida? -Preguntó preocupada-
-El 11 de Marzo -Comenté- Papá me ha dicho que irán a buscarme, ¿Verdad? -Pregunté para asegurarme, mi madre a veces no se entera de los planes de mi padre-
-¡Claro que sí! Por nada en el mundo nos perderemos verte de nuevo -Sonrió-
-Ustedes tendrían que ir a trabajar, siento que los estoy molestando -Dije algo dubitativa-
-No mi cielo, no nos molestas para nada... Para nosotros es un placer volverte a ver luego de todo este tiempo -Admitió dulcemente-
-Bien, confiaré en tus palabras -Sonreí- Bueno madre, iré a terminar de desempacar y arreglar mis maletas, nos hablamos pronto, ¿Vale? -Pregunté para asegurarme que no se ofenda-
-Si claro, ve tranquila... Te amamos cariño -Dijo dulcemente- Y haces mucha falta aquí... ¡Buen viaje! -Deseó feliz-
-Gracias madre, adiós... Los amo mucho, y también los extraño -Dije algo melancólica-
-No te preocupes... ¡Adiós cielo!
-Adiós mamá... -Dije con dificultad-Mi madre cortó el teléfono, a veces siento que no le importo, muchas veces... Quiere así como deshacerse de mí. Dejé estos pensamientos negativos de lado y fui con Silvia, quien estaba aún leyendo su libro, entretenida leyendo atentamente tirada sobre el sofá, completamente estirada en él. Me reí ante su acto y me miró, bajando sus lentes para mirarme atentamente.
-¿De qué te ríes? -Preguntó ella haciendo una clase de mueca de enojo-
-De ti -Bufé- Tu posición, y tu cara leyendo son épicas -Musité-
-¡Este libro es atrapante! -Exclamó levemente- Juro que lo es -Rió junto a mi- He de jurártelo...
-Si, yo te creo -Musité sonriendo- ¿De qué trata? -Pregunté curiosa, haciendo un espacio en el sofá-
-Correr o morir -Dijo intentando asustarme- Creo que con eso he de resumirte todo -Bufó-
-Creo que ya no quiero más detalles -Reí levemente-
-Lo supuse -Musitó nuevamente- ¿Qué cenaremos esta noche? -Preguntó sin sacarle los ojos a su libro-
-¿Quieres cocinar? -Me lanzó una mirada fulminante- ¡Vamos mujer! -Exclamé levemente- Tu eres la que sabe cocinar, yo soy un desastre -Ella rió-
-Hagamos un trato -Propuso- Yo cocino, pero tu compras las cosas -Sonrió-Pensé dos veces la propuesta de Silvia. Obviamente, no me iba a arriesgar a que la comida se me queme nuevamente, como las diez mil veces que he cocinado o intentado sorprender a las personas con mis dotes cocineros... Pero todavía no logro dominarlo por completo. Si Silvia cocinaba, esta noche garantizo que vamos a cenar, no me tengo fe de que no se me queme... Aunque podríamos cocinar juntas, así jugando para por lo menos, aprender ella. Tenía una mano en la cocina increíble. Si no fuera por ella, en nuestro internado quizás, hubiéramos muerto de hambre cuando nos castigaban o cosas parecidas. Ella siempre sabía que cocinar, o cuanto calcular para que ambas no muriéramos de hambre.
-¿Y qué dices? -Preguntó insistente-
-Acepto -Asentí-No importa en donde estemos, ella cocinaba y yo era la que no dejaba las sobras. Se podía decir que ambas somos el dúo perfecto, no me cabe duda de que alguien sea tan eficaz como nosotras dos juntas. Si una no hace algo, lo hace la otra... Y eso es algo que mucha gente necesitaría. Supongo. Silvia cerró el libro y se acercó a mí. Empezamos a debatir entre que tendríamos que cenar esta noche, como todas las demás en aquella universidad. Quedaríamos en un arroz con distintas verduras. Ella me hizo el pedido de las cosas que tendría que comprar y ambas buscamos en una guía que había en una de las despensas de la cocina, para saber qué lugar nos quedaba más cerca para comprar estas cosas. Había una clase de mercado cerca de nuestro hotel, asique no dudé en encaminarme hacia allí. Silvia insistió de que si quería compañía, pero insistí que los tratos son tratos. Me dirigí al pequeño mercado que estaba sólo a algunas calles de nuestro hotel, y compré ciertos elementos para Silvia. Pimentones, cebollas, apios, entre otras verduras... Por las dudas, llevé algunos chocolates para ir felices en el tren al otro día. Luego de casi una media hora en el mercado, volví a la casa. Entré y escuché el ruido de las ollas de la cocina, al parecer se estaba preparando para cocinar. Ordené algunas de las cosas y ella se puso a hacer la crema para el arroz. La ayudé cortando en trozos algunas verduras que iba a necesitar luego. Obviamente, no dudamos en hacer algo así como una... Pequeña noche de hermanas, donde no sólo contábamos cosas, si no anécdotas pendientes y algunos secretos, entre chistes y cosas para pasar el rato.
El tiempo pasó muy rápido, se puede decir que nos divertimos mucho, porque ya nos encontrábamos cenando. Seguíamos riendo a carcajadas, divirtiéndonos cada vez un poco más con algunas de las bobadas que decíamos. No podía negar que estar con Silvia era muy agradable, creo que disfrutaba estar más con ella que con mis padres. Ella era mi otro yo, mi hermana... Pero desgraciadamente, ella fue la afortunada... Yo dejo mucho que desear. Ella era perfecta, pero yo simplemente, no era nada comparada con tanta belleza. Y a pesar de ser tan hermosa, tenía un corazón demasiado humilde... Y eso es lo que más me gusta de ella, su forma de ser. Creo que sólo hemos tenido una o dos peleas, y fueron por estupideces... Porque ya al rato, estábamos abrazadas ambas pidiéndonos perdón mutuamente. Levantamos los platos y los pusimos en la despensa. Nos miramos pícaras y divertidas, ambas sabíamos que estábamos pensando... Algo así como telepatía de hermana.
Ella agarro el detergente y se puso en una esponja. Yo agarré otra esponja que había por allí y la cargué. Empezamos a lavarnos nosotras, más el agua que salía del grifo. Era una alegría inexplicable, la pasábamos bien ambas, éramos las personas más inmaduras cuando queríamos... Era como el mismísimo paraíso, pero no hacía falta cerrar los ojos para tenerlo enfrente de mi esta vez. El momento pasó algo así como en cámara lenta, haciendo visualizarnos a ambas llenas de jabón y bañadas en agua. Al final, con un poco de espuma en nuestras cabezas y nuestro cuerpo, lavamos nosotras mismas los trastes... Se podía decir, ya éramos una esponja más. Fui al baño a limpiarme, había sido un desperdicio bañarme y haberme ensuciado.... Pero valía la pena, no podía dejar a perder esto con Silvia, valía más que el mismísimo oro. Ella entró al baño a bañarse, y yo ya me había sacado un poco la espuma, para luego cambiarme de ropa. La ropa manchada y mojada, la lavé y luego la colgué en una de los percheros del baño, así las tenía secas para mañana. También, lavé la ropa de Silvia para ya colgarla. Ambas nos vestimos de piyamas, y nos acostamos, con una pequeña linternita, a contar historias de terror.
-Entonces... ¿Nunca nadie supo que pasó con ella? -Pregunté atemorizada-
-Nunca -Repitió con cara graciosa, pero aún así intentando mantener la seriedad- Todavía dicen que la están buscando... -Susurró-
-Que horror -Musité algo espantada-
-Aun así, es una leyenda urbana -Rió levemente- No creo que sea cierto...
-Si hubo gente que confirmó haber visto cosas, entonces no creas que estamos tan solas -Interrumpí a sus palabras, me miró seria- Quizás ella esté ahora mismo, visitándonos... -Dije con cara maligna-
-¡No hagas eso! -Exclamó levemente-Si Silvia tenía algún defecto, era ser demasiado temerosa... Se asusta con cualquier cosa, no importa cuán tonta o estúpida sea esta, no había forma de no asustarla. Dentro de todo, era gracioso verla así, pero tenía que cuidar a mi pobre amiga... O si no, la noche entera tenía pesadillas, no era nada conveniente.
-Descuida, sólo bromeo -Musité- ¿Dormimos, cariño? -Dije soltando un bostezo-
-Si, claro... Oye, intenta no contagiar bostezos -Bufó divertida, tomando el reloj despertador de la mesa de luz- E increíblemente, ya estamos en Marzo siete... Cada vez falta menos -Musitó alegre-
-No sé si quiero que se termine -Dije algo triste- Quizás él no sea de Madrid, y todas las ilusiones serán en vano -Musité-
-Algo me dice que lo es -Sonrió- Confía en el destino, por algo los ha unido -Dijo dulcemente- Ahora, descansa...
-Claro -Interrumpí sonriendo- Gracias Silvia...
-¡No hay de que! -Exclamó rápidamente, interrumpiéndome- Sabes que siempre estaré allí para ti, cariño -Dijo dulcemente-
-Tu también descansa -Volví a sonreír ampliamente-
-Considéralo -Bufó divertida- Adiós cariño...
-Eso... Adiós -Musité finalmente.Las luces terminaron de extinguirse, dejándome nuevamente al acecho de la oscuridad... ¿Quién sabe que podría causar esta noche, verdad? Lo único que imploraba, era ver sus ojos otra vez... Que con mucha suerte, volvería a ver hoy... Sólo eso era lo que quería. Cerré los ojos, haciendo una pequeña sonrisa relajada... Silvia tenía razón, el destino sabe lo que hace... Y por lo tanto, tengo fe en él.
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El Tren de los Silencios #InsideAwards2017
Teen FictionFlorencia Hernández, una chica de unos 22 años, viaja en un tren para volver a su lugar natal. En ese tren, irá escribiendo un diario sobre lo que va pasando, en el cual, irá apareciendo la historia del amor de su vida, quien conoció allí, y que sin...