Ahí estaba Silvia, tirada en la cama, toda estirada con mi diario en la mano... Quedé inmóvil, ella me miró con una pícara sonrisa.
... -Así que... ¿Haciendo poemas de amor? -Dijo con una sonrisa malévola- ¡Que dulce! -Exclamó en un tono de voz tierno-
-¿Porque revisas mis cosas? -Dije congelada-
-Justo lo vi... Y me dio intriga... -Comenzó-Silvia agarró mi diario y empezó a pronunciar las cosas estúpidas y dulces que escribía. Me abalancé sobre ella e intenté robarle mi propio diario... No podía soportar que siga leyendo esas palabras que taladraban mi mente todo el día. Una vez que logré sacárselo, ella moría de risa.
-¿Desde cuando haces esas cosas? ¿Chico de ojos cafés? -Empezó a preguntar con un tono de intriga en su voz-
-Son cosas... Que se me ocurren, simplemente eso -Dije con mi mano en la cabeza... ¿Qué idioteces estaba diciendo?-
-A mí no me puedes mentir -Dijo mirándome- ¿Es ese chico, cierto? -Preguntó dulcemente- Cuéntame... ¿Qué es eso que te pasa con él?Luego de que hizo esa pregunta, empecé a agarrar una de mis mejores ropas y me empecé a vestir. Le empecé a contar todo lo que me pasó... Y ella a veces reía tiernamente... Creo que creía que estaba enamorada, o algo parecido, simplemente estupideces.
Se fue a bañar, dejándome sola de nuevo... Me puse algo lo bastante simple, una ropa cómoda para salir... Un vestido color beige con varias tiras finas, más o menos cortó por las rodillas. La parte de arriba estaba armada como en un encaje en forma de V corta y abajo liso, sin nada... Lo bastante cómodo y que vestía muy bien. Lo acompañé con unos zuecos del mismo color. Me puse unos aretes plateados, no muy grandes y muy simples. Un collar del mismo estilo, pero esta era sólo una cadena, no tenía muchos dijes.
No me gustaba mucho el maquillaje, por lo que sólo me puse un poco de rímel transparente, y un brillo suave en los labios.
Silvia para ese entonces, ya había salido. Estaba vestida con una hermosa remera de encaje negro, y con una falda con tonos rojos y rosados, que le dejaban ver su hermosa figura. A este vestido lo acompañó con unos tacos finos blancos, que tenían detalles floreados... Era el suficiente taco para hacerla más alta de lo normal. Se puso unos aros largos y pesados, como a ella le gustaban. Eran plateados con piedras negras y se puso un collar con un dije rosado en forma de dona, el cual le quedaba muy hermoso.
Se hizo un maquillaje excelente. Un poco de rubor rojizo resaltaba sus ojos grises. Tenía pestañas largas, y el rímel negro resaltaba muchísimo... Sus ojos iban acompañados por el fino delineador líquido que había aplicado. Una sombra color cuarzo le hacía dar un tono perfecto a su piel... La hacía parecer toda una joya delicada. Los labios de un color rosado le hacía quedar excelente.
-Este labial tiene sabor a magdalenas -Dijo mientras de a poco se lo lamía, comencé a reír-
-¡Ahora vas a ser una consumidora de maquillaje! -Rio fuertemente- Te tengo un cierto miedo, amiga -Sonreí ampliamente-
-¿A dónde vamos a ir? -Preguntó desconcertada, la miré incrédula-
-¿A dónde más, mi cielo? -Me miró extrañada- ¡A bailar! -Sonreí y ella hizo una pequeña mueca con sus labios- Preguntemos en la recepción y nos dirigimos -Le dije optimista-
-¡Eres lo mejor, Florencia! -Exclamó y se abalanzó hacia mí, mientras con sus brazos y su enorme cara de felicidad me rodeaban-
-¡Córrete, magdalena! -Exclamé, ella rio-
-¿Quieres perfume? -Preguntó yendo hacia las piezas-
-Claro que si -Sonreí mientras me acercaba a ellas... Tenía un millón de frascos de perfume- Si... ¿Y de qué son? -Pregunté sin entender nada de las etiquetas de los frascos-
-Te recomiendo uno de vainilla -Sonrió y me pasó un frasco-Me puse el perfume en el cuello, en mis muñecas, en el pelo y un poco en mi ropa... No me gustaba que alguien sintiera un olor extraño en mí, me resultaría desagradable hasta para mí misma...
-Yo sabía... ¡Que tierna te ves perfumada tan rico! -Dijo tocando mis mejillas-
-Insisto, ¡Te corres magdalena! -Exclamé divertida y volvió a reír fuertemente-
-Si pedazo de batata, vete afuera y espérame ahí -Sonreí y salí-Me senté, con sumo cuidado de no ensuciar el vestido, en el escalón de la puerta... Vi cuántas habitaciones había en el fondo, y vi el final de la escalera. Parecía un piso completamente despoblado, no había ni un alma... Lo que me pareció espantoso, es no sentir más el olor a vainilla en mi cuerpo... Me pasaba con cualquier cosa que tuviera olor, ya fuera de desodorantes a perfumes... El olor siempre se desvanecía en cuestión de segundos. Era algo que me daba mucha pena.
Una de las puertas de la habitación 308 se abrió, dejando salir a un chico, de forma divertida, riendo por las expresiones y las cosas que decía, aparentemente su compañero. Intenté ignorarlo... No mirarlo, ya que me daba mucha pena estar tan arreglada cuando las luces me alumbraban. Me sumí en mis pensamientos y el chico pasó por mi lado, casi sin notar mi presencia... Pero, mientras se dirigía para bajar las escaleras... Se detuvo de un segundo a otro y se acercó a mí...
Empecé a tiritar de los nervios.
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El Tren de los Silencios #InsideAwards2017
Teen FictionFlorencia Hernández, una chica de unos 22 años, viaja en un tren para volver a su lugar natal. En ese tren, irá escribiendo un diario sobre lo que va pasando, en el cual, irá apareciendo la historia del amor de su vida, quien conoció allí, y que sin...