Las risas estallan contra sus oídos, morirá, los cuchicheos horadan sus tímpanos, morirá, su pierna izquierda sufre un tic y tiembla sobre la carpeta individual, morirá, morirá, morirá, es horrible, es el averno camuflado de pizarras, de mochilas, de carteras, de sillas y mesas, el brillante reflejo de las luces queman sus pupilas, el fragor del alumnado consume su paciencia, ella solo piensa en dejar de respirar y que los gusanos se alimenten de su carne. Así todo será mejor, los llantos en pesadillas cesarán y las palabras muertas ya no se escribirán.
Ven, ven por favor, ven, ven, te necesito...
Ella la extraña.
Ellas son así, una sonríe cuando la otra llora y la otra quiere morir cuando una vive.
Las pesadillas de una son los sueños bonitos de la otra, y los fantasmas de la otra son los héroes de una.
Ambas se necesitan como el oxígeno, pero estando juntas morirían como fuego al agua, entonces se alejan, dejan de hablar y no se miran, pero respiran la una por la otra, saben que sería el fin si una de ellas faltara, saben que jamás descansarían en paz si a una de ellas algo le pasara.
Ven, ven por favor, ven, te necesito...
El horrible hedor de los espectros con nombre y con tarjeta de identidad, calan su sensibilidad olfativa y aturden su equilibrio, morirá, morirá, morirá, odia sus alrededores y más odia al mar de muecas, a las ventiscas de burlas y a los tormentosos rumores de aquellas espantosas criaturas.
Ella solo quiere desaparecer, quiere formar parte del aire, suspender su existencia entre los centímetros que le separan de la tierra, quiere que la presión en su pecho se extinga, quiere que el silencio regrese a su memoria, quiere huir, quiere volar, quiere tan solo ser polvo en medio de la nada.
Pero respira, llena sus pulmones con miasmas y trata de no ahogarse con la contaminación interna, basta un poco de fuerza, solo un poco más.
Ven, por favor, te necesito...
Un día abandonará su voz, un día dejará de respirar.
Un día el tiempo se detendrá, un día ya no existirá.
Un día, una de ellas morirá.