Muchas veces las cosas no son como las pintan, muchas veces se asoman cabezas con conocimientos explosivos de un todo, y lo entiende, muchas personas saben más que otras, muchos tienen más información, más experiencia, más inspiración y más habilidad mágica, pero los mundos varían, los ojos no son los mismos, el paladar no saborea igual, la frustración de una mente no se sufre con similitud, quizá la manifestación en articulaciones de marionetas cumplan un mismo patrón ante la corrosión de los hilos, del madero podrido y de la manipulación del titiritero, pero no todo es igual.
Sus heridas se estiran y grietas se abren en su piel, el maquillaje de antaño crea mosaicos reales entre venas, entre vida, entre una muerte súbita, ella cree en algo que no es cierto, ella cree en una verdad que es mentira, y pone su fe en una mentira que es verdad, no todas las personas encuentran la luz al final del túnel, ella no la encontró y probablemente no la encontrará.
Y son sus verdades las que se hunden junto a ella, a pasos lentos carcomen sueños e improbables mañanas, como un gritar sin voz o un llorar sin lágrimas, como ser una nada en un todo, ella quiere aferrarse a la presión asfixiante de su pecho y a los chispazos de anticipación para los hilos rojos y pelusas manchadas.
A ella se le pregunta, le susurran muy cerca del oído y ella suspira, suspira siempre últimos hálitos, pero después respira y sigue respirando, respira miasmas, respira muerte, respira colores tintos, respira palabras desgastadas.
Ella no llora por el dolor, incontables mascaras de sabios dicen que liberas tensiones con ciertos actos, pero no es cierto y ella lo sabe, ella no es tópico en un mundo con vendas en los ojos, con tiras en el cuerpo, ella conoce las consecuencias y no encuentra otra medida de seguridad, no podrían comprender, no es un existir ignorante, es un existir que tirita y arde, le arde la opresión de un cansado palpitar.
Monstruo devora sus dedos.