Marceline:
Escuche un tocaron la puerta, pero antes de abrir me asome discretamente por la ventana para ver quien era, era ella y no podía creerlo, era Bonnibel fuera de mi casa,sentí una gran emoción.
Abrí la puerta y ella como es tan educada me pidió permiso para entrar.
-Deberías dejarte de modalidades, una vez no pasa nada princesa-
-Perdóname, te descuide bastante tiempo,pero tiene un motivo-
-Me olvidaste exactamente 3 meses-
-¿Tres? Creí que había sido menos, aun así eso no me importa-
-A mi si me importa Bonnibel-
-¿Al menos me dejaras mostrarte el porque?-
-¡Ya que!-
-Bien....mira esto-
La observe con detenimiento, Bonnibel bajo una caja de cartón al suelo y la abrió delicadamente, la observe y vi dos pequeñas orejas asomarse de la caja, después unos lindos ojos, era un hermoso Cachorro negro.
-¿Es.... Para... Mi?- dije emocionada.
-Si Marcy, lo hice pensando en ti, ahora no estarás sola-
-Es Hermoso, nunca nadie me Había dado algo igual-
No pude contenerme y comencé a llorar mientras tenía al cachorro en mis brazos, este comenzó a lamer mis lágrimas tratando de ponerme en mejor estado.
-Marcy...no quería que llorarás, lo siento de Verdad-
Bonnibel se acercó y me abrazo, sentí tan bien.
-También quería decirte algo más Macy-
-¿Que sucede Bonnie?-dije mientras limpiaba mis lágrimas.
-Marcy yo.....yo....yo..... Yo te Amo, hace tiempo que lo hago, nunca te lo había dicho por miedo a que me rechaces, ahora no me importa eso, me arriesgarse sin importar lo que suceda después, si ya no me quieres hablar después de esto lo entenderé pero era inevitable no enamorarme de cada uno de tus defectos y de cada una de tus cualidades-
*Bajo la cabeza*
-¡TE AMO MARCELINE ABADEER-
Yo me quede boquiabierta ante tal confesión, quería llorar, yo también la amaba, me dirigí a ella, tome su rostro con ambas manos y la bese, me separe un poco de ella -También te Amo Bonnibel- me aferre a ella no quería que me dejara, la había estado esperando, era el amor de mi vida.
-Nunca me abandones Bonnie-.
-No lo haré Marcy-
La lujuria cada vez era mayor, nos sentamos en el sillón, ella comenzaba a deslizar sus manos debajo de mi ropa, tenía miedo nunca había hecho esto con nadie en lo 1000 años de vida que tenía.
-¿y si hacemos otra cosa?-
Le dije con una sonrisa en mis labios.
