Bonnibel:
Tenia que lastimarla para que pudiera ir con alguien mas y rehacer su vida al lado de quien si pueda darle hijos y no como yo, ella debía estar con Ash y no con una tonta princesa como yo, que quiere hacer posible lo imposible.
Unos días más habían pasado y decidí salir de mi habitación "temporal" la encontré en el pasillo, ella me vio y se lanzo para darme un abrazo, tenía que terminar todo esto aquí y ahora, eso era lo indicado.-Te Extrañe tanto mi Dulce Bonnie.
-Ah...Que bien.
Me dolía con toda el alma hacerle esto, es que simplemente no me merezco a alguien como Marceline.
-¿Que Pasa Bonnie?
-Tenemos que hablar.
-Te escucho. - dijo aquella vampira un poco Asustada, ella no sabia lo que estaba por venir.
-Lo he estado pensando bien y de verdad lo siento Marceline pero ya no siento nada por ti.- dijo sin ninguna expresión en su rostro, aunque en realidad la mataba por dentro.
-¿Que? Bonnie tu no puedes hacerme esto, dime que es solo una broma, ¿Verdad?
-No, no lo es, esto es real, Ya no te Amo Marceline Abadeer.
-Yo se que esto es mentira y solo lo dices por que aun te duele.
-Ya no te amo mas Marceline, aquí termina lo nuestro, no puedo seguir más con esto.
-El amor no se acaba de la noche a la mañana Bonnibel.
-Se acaba si nunca lo sentiste realmente y solo quieres terminar con la farsa, de la forma más amable te pido que te vallas del castillo y del dulce reino para siempre, si vuelvo a verte por la Zona le diré a los banana guardias que te arresten.
-Bonnibel ¡¡CÁLLATE!!- Dijo esto mientras retrocedía hecha un mar de lágrimas
-¡¡ERES UN MONSTRUO BONNIBEL BUBBLEGUM!!--Si, ¡lo soy ahora sal de aquí!
La vampira tomo su sombrilla y salió muy rápido del lugar, esto era la peor cosa del mundo, esa chica la había usado, solo jugo con ella y con sus sentimientos, desde ese día se prometió no enamorarse de Nadie mas.
*mientras en el castillo*
La Princesa al ver que su amada Marceline salio destrozada del lugar cayó de rodillas mientras cubría su rostro con ambas manos intentando ocultar sus lágrimas y su dolor.
-¿Que paso aquí?
Pregunto su leal mayordomo, su fiel amigo, quien podía consolarla, su gran apoyo en estos momentos, el era como su padre.
-Tenía que hacerlo, ella merece alguien que pueda darle una familia.
-Pero con usted tenía una familia, usted era su familia.
-¡Yo no puedo darle hijos Mentita!
-Tomo una decisión muy dura su majestad.
-Lo se, la Lastime Mentita.
-Espero que no se arrepienta de esto.
-Me arrepiento pero solo así podrá ser feliz.
-Ella era feliz con usted.
-Tenía que hacerlo.
El pequeño mayordomo la abrazo, sabía que Ella estaba rota por completo.