EMMA
El sábado me desperté con un humor de perros, ¿por qué? Porque era el aniversario de mis padres. Eso es precioso, pensaréis. Pero ni de lejos.
En su último aniversario, hace ya dos años, a mamá no se le ocurrió nada mejor que presentarse con su actual novia. Sí, lo habéis leído bien. Tengo una madre lesbiana que llevaba viéndose con "la tía Helen" más de siete años. Y sin contárselo a papá. Claro, él no se daba cuenta de nada, viajaba muchísimo debido a su trabajo como director adjunto de una empresa farmacéutica. Cuando mamá nos dio la noticia, ambos reaccionamos igual: papá partiéndose la espalda para traer dinero a casa mientras ella pintaba y se tiraba a su mejor amiga. Genial, oye. No la vimos desde ese mismo día, cuando tuvo los cojones de indignarse ella y huir a París con su amada. No es tan romántico como suena, mis abuelos son de allí. Aún así a veces llamaba.
Desde ese mismo día, cualquier fecha relacionada con Jeanne (ya no la llamaba mamá) fue omitida: cumpleaños, aniversarios... Todos. Mi padre y yo decidimos pasar esos días juntos pero sin presión, sin hablar del tema. Bueno, más bien, sin hablar. Papá era un hombre bastante grande, con la cabeza afeitada y eternamente trajeado. Solía sonreír mucho, pero, cuando estaba serio, sus ojos te absorbían y daba bastante miedo. Me seguía tratando como a una niña, así que no me sorprendió que decidiese pasar el día en el Lincoln Park Zoo.
Él condujo hasta el zoo y una vez allí, nos dirigimos a mi lugar preferido: El lago de los flamencos. Papá se pasó la mañana interrumpiendo nuestras conversaciones porque le llamaban al teléfono. Yo lo entendía, era un hombre muy ocupado y se esforzaba por hacer todo. Aún así, tuvo que irse, sobre las dos o así. Tenía que it a supervisar yo que sé qué cosa en Indianápolis. Me cabreé tanto que hasta grité:
-CON RAZÓN MAMÁ SE HA IDO, ¡¡NO NOS HACES NI PUTO CASO!!
Si hubiese tenido una puerta, habría dado un portazo, pero me tuve que contentar con subirme a un autobús hacia dios sabe dónde. Me senté sola, al final del autobús, aguantando las lágrimas viendo a un padre sujetar a su hija menor, quien llevaba un mono de peluche más grande que ella. La madre estaba a su lado, embarazadísima. Eso es una familia feliz y no la mía. Continué vagando en mis pensamientos cuando me di cuenta de que estaba completamente sola.
-Señorita, hemos llegado a Fargo Beach-levanté la vista y vi al conductor, con cara de pocos amigos- la última parada. Tiene que bajar.
Salí disparada del autobús, ese hombre asustaba. Ahora estaba lejos de casa y sola. quería llamar a alguien pero... ¿a quién? Marqué el número de Michael pero colgué antes de que sonara ni una sola vez. Ni de coña lo iba a llamar. A Ivy le gustaba y ella era mi amiga. Pero tampoco quería llamarla a ella o a Alex. Mierda, que Alex se iba a preocupar e igual Ivy me tenía algo de tirria... Marqué y dejé que sonara.
-¿Sí?-respondió con su adorable acento australiano- ¿quién es?-reí, nerviosa. Me pensé colgarle-. ¿Emma? ¿Eres tú?
Se le notaba sorprendido. La verdad es que era la primera vez que llamaba a uno de los chicos.
-Esto... Sí, hola Calum. -hubo un silencio- te llamaba porque estoy en Fargo Beach y he tenido un problema...-me temblaba la voz, estaba sollozando.
-¿Qué pasa? No me lo digas. Voy para allá, ahora aviso al resto.
-¡No!-le interrumpí.- No quiero que venga nadie, sólo necesito...-no podía hablar, así que le pedí perdón y colgué.
Me senté en el borde del paseo, apoyada en una de las cadenas, mirando el mar. Siempre me había gustado esa playa, aunque estuviese prohibido bañarse. Era diminuta, con arena gruesa y unas cuantas pilas de rocas, que formaban algo parecido a un muro. Encendí un cigarro tras otro, tratando de calmarme.
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Mess, for short [5sos]
Fanfiction¿Que pasaría si 5SOS fueran tus nuevos compañeros en la Universidad?