Epílogo

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–¡Hima! Papá necesita eso – Decía Naruto haciendo que yo riera, pues esa era una señal de que ya habían despertado.

– ¡Onii-chan! – Escuché a Akari llamar a su hermano en un tono molesto y por un momento me alarmé pues escuché un sonido similar al que hacen varios objetos al caer.

Rápidamente dejé lo que estaba haciendo para ver qué había ocurrido, pero antes de llegar a las habitaciones, a mitad del pasillo se encontraban las causas de aquel alboroto.

Tirado en el suelo se encontraba mi esposo, siendo aprisionado por nuestros dos hijos. Incluso Boruto, el más serio de los tres, se encontraba riendo por lo que sea que hubiesen hecho.

–Lamento arruinar la diversión, pero si no se dan prisa, llegarán tarde – Les dije.

–Es cierto, debemos ir a la escuela – Exclamó Boruto, poniéndose de pie y acomodando sus ropas. Su manera de ser tan propia, me recordaba a mi padre.

–Papá, no quiero ir a la escuela – Se quejó Himawari con Naruto haciendo un puchero

–Uumm, no lo sé, es importante que vayas a la escuela y... – Y ahí estaba esa mirada que hacía que el gran Naruto Namikaze, se dejara dominar por una niña de 5 años – Sabes que, si no quieres no vayas – Nuestra hija sonrió y se puso de pie dejando que su padre hiciera lo mismo.

–Papá... – Boruto le habló seriamente como si los papeles se hubieran cambiado.

–Está decidido, esperaremos un año para la academia ttebayo – Dijo cargando a su hija para encararme – Verdad ¿Hina...ta? – Solo le bastó ver mi cara para saber que nada de lo que él y su hija dijeran me harían cambiar de opinión.

–Boruto, ve a lavarte las manos, cuando bajes estará listo el desayuno – Le indiqué con una sonrisa a mi hijo – Hima, acompaña a tu hermano, tengo que hablar con tu padre – Le dije antes de que su padre la bajara de sus brazos.

–Pero mamá – Comenzó a reprochar Himawari

–Hina-chan, solo por hoy – Agregó Naruto consiguiendo que yo entrecerrara los ojos.

–Lo voy a poner así – Les advertí – No hay escuela, no hay Ramen –

–¡¿Queeeee?! – Exclamaron los dos con horror.

–Ya me oyeron – Les dije.

–¡No, no, no! Ya vamos – Exclamó Hima siguiendo los pasos de su hermano, Naruto iba tras de ella pero yo lo detuve.

–Naruto... – Lo llamé y él se volteó a verme – No puedes hacer siempre lo que Hima-chan quiera, es una niña y necesita de un padre que sepa ponerle altos – Le dije.

–Lo sé, y de verdad que lo intento pero... – Me decía y yo negué con la cabeza con una sonrisa.

–Lo sé, esos niños tienen sangre Uzumaki después de todo y al igual que su abuela y su padre, saben salirse con la suya – Dije con una sonrisa.

–Ahora que lo recuerdo, tú eres igual con Boruto ttebayo – Se quejó.

–Sí, pero yo tengo la suerte de que él ocupe esa habilidad en pocas ocasiones – Me excusé – ... – Suspiré – Al menos nos tenemos el uno al otro para educar a nuestros hijos.

–Tienes razón Hime – Reconoció – Hagamos nuestro mejor esfuerzo –

–Muy bien, acompaña a tus hijos – Le dije – Y nada de hacer desastres en el baño – Le advertí recordando la última vez que por poco inundan el lugar.

–No prometo nada – Me dijo y yo me crucé de brazos – Sólo bromeo – Me dijo con una sonrisa y dándome un beso en la mejilla.

Negué con la cabeza con una sonrisa, pues a veces sentía que era la madre de tres niños. Pero al final, esa era mi familia, a la cual amaba y que por nada del mundo cambiaría.

Creo que estoy embarazadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora