Azize volvió a sus aposentos y los días siguientes continuaron con una normalidad rutinaria que parecía ser una burla. La joven se dedicaba a estudiar, a tratar temas de la corte, a ser la princesa que todos esperaban.
Su esposo seguía manteniendo distancia y apenas si tuvo oportunidad de verlo a lo lejos en aquellos días.
Se sentía totalmente agobiada. ¿Qué tan lejos podría escapar?
Cuando le dijeron que no podían encontrar a la Princesa, Cian maldijo, si él hubiese estado en su cargo de Comandante, vigilándola, aquello no habría sucedido. Pero como esposo, la distancia que existía entre ellos había provocado que dentro de palacio delegara el cuidado de ella a sus hombres y ahora había desaparecido. No podían encontrarla.
Al interrogar a los guardias averiguó que las damas del séquito de Azize les habían llevado comida para distraerlos, cuando se dieron cuenta de su ausencia se lo comunicaron, pero ya había pasado un buen rato desde que ella escapara.
Cian no reaccionó con furia y eso aterrorizó más a sus subordinados, sabían que habían fallado y el frío enojo de él era mucho más peligroso y palpable que una reacción alterada. También interrogó a las damas del séquito, pero no sabían nada, sólo habían hecho lo que la princesa les ordenó, sin conocer los verdaderos motivos.
Ordenó discreción, pues no quería crear alarma, si se difundía el rumor de que la Princesa se había fugado podría convertirse en un gran problema de Estado, ni siquiera se lo comunicó al Rey.
Personalmente se ocupó de revisar todos los lugares donde ella podría estar en Palacio, pero no la encontró, uno de sus hombres le avisó que faltaba un caballo en los establos, esa era la prueba definitiva, se había ido. Había escapado por su propia voluntad, ¿dónde quería ir?
¿Había huido para encontrarse con alguien?
Cian se obligó a mantener la calma, necesitaba pensar con tranquilidad para poder encontrarla. Él la había custodiado durante años, conocía sus movimientos, sus escondites...debía ponerse en su lugar y pensar hacia dónde se había dirigido la joven. Debía encontrarla.
Luego de pensar y recordar, creyó saber dónde estaba, tomó su caballo y salió del Palacio anhelando estar en lo correcto.
Cian se alejó hasta llegar a un bosque y luego tomó un camino que llevaba a una laguna escondida. Ya en el pasado ella se había escabullido hacia allí para nadar, mientras él, como siempre había mantenido distancia y la había esperado lejos para luego escoltarla de regreso.
Cabalgó de prisa, deseando que su suposición fuera cierta. Lo primero que vio al acercarse fue el caballo que la joven se había llevado, siguió avanzando hasta el borde de la laguna y entonces vio el cuerpo de ella flotando en el agua.
-¡Azize! – gritó casi saltando del caballo, se quitó la capa para que no le pesara y se lanzó al agua sin pensar.
Azize había estado flotando tranquilamente después de nadar un rato, de pronto escuchó que gritaban su nombre. Esto le hizo abrir los ojos y cambiar de posición pero apenas adoptó posición vertical en el agua, vio que Cian llegaba a su lado. Sin palabras la tomó de los hombros y nadó arrastrándola con él hacia la orilla.
-¡¿Está bien?! – le preguntó y ella apenas asintió desconcertada. No había esperado verlo allí, menos aún tan alterado.
-Sí, estoy bien...
-¡¿Qué estaba haciendo?!
-Nadaba un rato.
-¿Sabe la preocupación que causó a todos? ¿Cómo pudo escapar así?
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La elección
RomanceEl Rey le ha ordenado a su hija Azize casarse, y ella no tiene otra opción que cumplir con su deber. Ser princesa significa seguir sus obligaciones, pensar en el bien de su país y dejar de lado los anhelos de su corazón. Sin embargo, su alma tiene...