Cuatro días de viaje después, antes de llegar a su destino, hicieron un alto para cambiarse la ropa que llegaban por una más lujosa, acorde a su estatus, luego Cian subió al carruaje junto a Azize. Ambos tenían en claro que aquel viaje no era una visita común a otro reino, sino que iban como la pareja real , eran los representantes de su nación y debían mostrarse unidos, tal como el rey se los había recordado.
-Un lugar tan pequeño, es asfixiante...-susurró él ya que estaba acostumbrado a montar a caballo en lugar de viajar en carruaje y ella lo miró elevando una ceja.
-Supongo que ahora entiendes por qué me gusta tanto escaparme, tengo la sensación de estar encerrada en una caja....
- Tiene sus ventajas los días de lluvia...-dijo él intentando aligerar el ánimo de ella y Azize le sonrió.
-Sobre todo cuando se atasca en el barro...aunque creo que en ese caso quien más ha sufrido has sido tú y tus hombres intentando sacarlo, ¿verdad?
-O sacarte de él cuando se rompe...
-Ves...no es tan cómodo.
-Al menos esta vez no lo padecerás sola.
-Eso es una ventaja, casi estoy tentada a hacer el camino de regreso a caballo y que tú lo hagas en el carruaje...-dijo ella divertida y él gruñó bajo para exagerar su disgusto.
-Cian...allí...también estarás a mi lado, ¿verdad?
-Por supuesto, no tienes que preocuparte.
-Traje mi daga...-dijo ella
-Vaya preparativos para asistir a una boda, princesa – dijo pero luego agregó con seriedad- Esperemos que no sea necesario, que sólo tengamos que soportar a nobles hipócritas, mucho ceremonial y comida en exceso.
Cuando llegaron fueron recibidos con gran pompa, los novios recién podrían ser vistos en la ceremonia y el festejo, pero presentaron sus respetos a los monarcas del lugar.
Azize pudo sentir las miradas hostiles de sus anfitriones y se aferró con fuerza al brazo que le extendió Cian como si adivinara su inquietud. Así, aferrada a él, pudo enfrentarlos con entereza.
Luego de los saludos, la entrega de regalos y el breve discurso de la joven en el que expresaba las felicitaciones en nombre de su padre y de su pueblo por la boda, fueron guiados a su habitación
Al entrar, ambos se quedaron sin habla. Era exageradamente opulenta.
-Es...-murmuró la princesa sin saber cómo explicarse.
-Demasiado...de todo...-dijo Cian, recorriendo el lugar con la mirada. Era una habitación muy grande, sin ventanas, con una inmensa cama con columnas. Tanto el cortinado como la ropa de cama eran de colores rojos y dorados.
Había dos grandes divanes y también un cuarto de baño. El resto de los muebles eran de caras maderas con terminaciones en oro.
El lugar estaba iluminado por varios faroles de elaborada manufactura.
Tanto exceso no era del gusto de ninguno de los dos, Cian estaba acostumbrado a la sencillez y Azize prefería algo más natural.
-¿Crees que nos dieron este lugar a propósito? – preguntó él
-Eso parece, quiero decir es como si quisieran alardear de tanto lujo...es opresivo – dijo ella paseándose por la recargada estancia.
-Sólo un par de días y nos iremos de aquí – le dijo él y ella asintió.
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La elección
RomanceEl Rey le ha ordenado a su hija Azize casarse, y ella no tiene otra opción que cumplir con su deber. Ser princesa significa seguir sus obligaciones, pensar en el bien de su país y dejar de lado los anhelos de su corazón. Sin embargo, su alma tiene...